Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. Mateo 18:21-22
Se dice que el único ejército que deja atrás sus heridos es el ejército cristiano. Debiéramos luchar por cambiar esa mentalidad. Es tiempo de que el cristiano de hoy dé la mano a aquellos que han cometido faltas y haga todo lo necesario para que se levanten.
«Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.» (Gálatas 6:1)
Seamos agentes de bendición y perdón, no jueces que solo buscan faltas en otros para asegurar que sea su final. A veces nos convertimos en agentes de Satanás y no actuamos como siervos de Cristo. Si en nuestro grupo o iglesia alguien comete un pecado o una falta, la solución no es condenarlo, sino ayudarlo a levantarse y orar para que ese error o pecado no se repita ni sea el final de su caminar con Cristo, sino parte del proceso de convertirse en grandes hombres y mujeres de Dios.
Tenemos un Dios, que es el Dios de las «setenta veces siete» oportunidades, actuemos como sus siervos. Hagamos de esta generación de cristianos la mejor de todas para la gloria y la honra de nuestro Señor Jesucristo. No, no damos por hecho que es bueno fallar o pecar contra Dios, pero sí que entendamos que, si caemos, está la gracia de Cristo para restaurarnos, así como David pudo arrepentirse y fue perdonado.
«Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.» (Salmos 32:5). También nosotros podemos lograrlo gracias a la sangre poderosa de Cristo, capaz de darnos una segunda oportunidad y mucho más.
Lee. Medita. Aplica.