¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?Santiago 4:4-5.
Al leer el Antiguo Testamento, no entendemos por qué la gente se inclinaba ante ídolos que ellos mismos habían fabricado. Pero nosotros cometemos un error parecido, dando demasiado valor a cosas como el dinero, las relaciones, la apariencia física y el poder. Si bien no son malas en sí mismas, estas cosas se convierten en objetos de adoración al priorizarlas por encima de Dios.
Hay dos razones por las que el Señor no permite que la devoción de sus hijos se desequilibre. Primero, Él merece la gloria, y segundo, nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Alabar a Dios por encima de todo es, en realidad, lo mejor para nosotros. Por tanto, cuando nuestro corazón no pertenece únicamente a Cristo, Él nos disciplina. Puede significar que los problemas nos recuerden quién es el Dios único. Las dificultades no nos agradan, pero podemos sentirnos alentados porque el Padre celestial nos ayuda a crecer mediante ellas, conforme a su voluntad.
Esta semana, fíjese en qué invierte su tiempo y dinero, y en lo que domina sus pensamientos. Pida al Señor que le indique todo lo que se ha convertido en un ídolo en su vida, todo aquello que divide su corazón. Confiese cualquier afecto malsano al Señor, y pida ayuda para hacer de Él el objeto de su devoción.
Lee. Medita. Aplica.