Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, Hebreos 12:1.
Las competencias deportivas eran populares en los tiempos del Nuevo Testamento. Tiene sentido que el escritor de Hebreos haya comparado la vida cristiana con una carrera. Pero seguir a Cristo no es una carrera corta, sino un maratón con muchos obstáculos, dificultades y giros inesperados.
Para animarnos en la carrera Dios nos ha dado una “gran nube de testigos”. Se trata de los santos del pasado que caminaron fielmente con Él a través de todas las pruebas y desafíos de la vida (Hebreos 11:4-38). Sus ejemplos nos inspiran a confiar en el Señor y obedecerlo por muy difíciles y complicados que puedan ser los obstáculos en nuestro camino.
También nos insta a “[despojarnos] de todo peso y del pecado que nos asedia”. Si queremos ser sostenidos a lo largo de la carrera, debemos examinar con sinceridad nuestra vida en busca de lo que pueda impedirnos conocer al Señor y seguirlo. Podría ser algún pecado, ídolo, distracciones mundanas o enseñanza falsa que hayamos aceptado como verdadera.
Y, por supuesto, debemos fijar nuestros ojos en Cristo, el ejemplo supremo de perseverancia fiel, quien sufrió por nosotros en la cruz para que pudiéramos vivir con Él para siempre.
«Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.» (Hebreos 12:2).
Lee. Medita. Aplica.