2 Corintios 5:17-18

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De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación (2 Corintios 5:17-18).

Una de las verdades más difíciles de aceptar para muchos no creyentes, es que son enemigos de Dios. Quizás no lo sepan, de hecho siguen considerándose buenas personas. Piensan: no he hecho nada tan malo como para convertirme en su enemigo. Pero la verdad es que todo el mundo comienza la vida separado de Dios, porque toda la humanidad nace siendo pecadora, «He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.» (Salmos 51:5). «por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,» (Romanos 3:23). 

Para ser salva, una persona debe entender primero que la brecha entre el Dios perfecto y el hombre pecador es inmensa. A los seres humanos les gusta compararse con otros para ilustrar lo buenos que son, pero el estándar de la justicia no son las otras personas; es el Dios santo y perfecto. La única manera de llegar al Padre celestial es a través de la fe en su Hijo para ser perdonados y reconciliados con Él, «Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.» (Juan 14:6). Quien rechaza el ofrecimiento de salvación de Jesucristo, no puede pasar la eternidad con Dios.

Solo la cruz de Cristo traspasa el abismo entre la separación y la reconciliación. Jesucristo tomó nuestros pecados y sufrió el castigo que nosotros merecíamos. Ahora, cualquier persona que confíe en la muerte expiatoria del Salvador puede entrar en una nueva vida de comunión con Dios.»

Lee. Medita. Aplica.

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