¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Dios mío, mi alma está abatida en mí; Me acordaré, por tanto, de ti…
¿A dónde acude usted en medio de problemas? Para los creyentes, la primera respuesta debe ser clamar al Señor por ayuda. Eso es justo lo que vemos en el pasaje de hoy. Cuando el salmista estaba desesperado, su alma anhelaba a Dios. Sabía que, incluso en medio de la fuerte adversidad, podía contar con el amor inagotable del Señor, que se derramaba sobre él, «Pero de día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al Dios de mi vida.» (Salmos 42:8). Era una verdad que le daba esperanza y la capacidad de alabar al Señor, incluso en medio de sus problemas.
Este es un tema recurrente en los salmos, muchos de los cuales comienzan con imágenes de desesperación y desesperanza, pero terminan con afirmaciones del amor infalible de Dios. A menudo, a Él se le describe como una roca, un baluarte o un refugio en tiempos de dificultades.
Cuando usted se sienta abrumado por las dificultades y la desesperación, acuda a los salmos en busca de aliento y esperanza. En los buenos tiempos, podemos fácilmente alejarnos de Dios, pero la adversidad nos lleva a acercarnos a Él con anhelo, no solo de liberación, sino también de comunión con nuestro Padre misericordioso. Entonces, al leer acerca de su amor y su fidelidad, encontramos esperanza y un fundamento seguro sobre el cual descansar.
«Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.» (Lamentaciones 3:22-23).
Lee, Medita y Aplica!