Apuntes a Génesis

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TEMA VI. MELLIZOS Génesis 26:34-28:1-6

El conflicto familiar surge con toda su fuerza. La tensión inicia con el secreto plan de Isaac de bendecir a Esaú, sube de nivel en los planes de Rebeca y la «brillante» ejecución de Jacob. Por instantes Isaac parece adivinar de quién se trata, pero se alcanza el clímax  cuando Isaac bendice a Jacob.
Esaú llega tarde, alcanza lo que llamaremos una “anti-bendición” y finalmente el plan de Rebeca para evitar la muerte de sus hijos, de Jacob a manos de Esaú, y de Esaú condenado por asesinato.

La escena contiene 7 diálogos: Isaac y Esaú (v.1-4), Rebeca y Jacob (v.5-17), Isaac y Jacob disfrazado como Esaú (v.18-29), Isaac y Esaú (v.30-40), Rebeca y Jacob (v.41-45), Rebeca e Isaac (v.46), Isaac y Jacob (28:1-5). En la narración hebrea común solo conversan dos por lo general, uno cada vez; en esta escena llama la atención el número y la manera de encuentros por separado, lo cual sugiere exclusión intencional, reflejando las profundas divisiones internas de la familia.

El verso donde se menciona el matrimonio de Esaú con mujeres hititas viene siendo el marco de referencia para interpretar los sucesos posteriores, provee terreno para la estrategia de Rebeca de buscar la bendición para Jacob no importa los medios.

34Cuando Esaú tenía cuarenta años, se casó con Judit, hija de Beeri hitita, y con Basemat, hija de Elón hitita; 35y ellas hicieron la vida insoportable [amargura de espíritu] para Isaac y Rebeca.
El profano Esaú menosprecia la visión divina otorgada a Abraham de santificar la tierra a través de la descendencia. No tiene excusa porque se trata de mujeres hititas, pueblos canaanitas malvados (Las mujeres ajenas al pueblo de Israel, Tamar, Rahab, Ruth, Betsabé, que participaron en el linaje de Cristo fueron leales al pueblo de Israel). Esaú debía saber que Dios había condenado dichos pueblos.

27 1Y aconteció que siendo ya viejo Isaac, y sus ojos demasiado débiles para ver, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él le respondió: Heme aquí. 2Y dijo Isaac: Mira, yo soy viejo y no sé el día de mi muerte. 3Ahora pues, te ruego, toma tu equipo, tu aljaba y tu arco, sal al campo y tráeme caza; 4y prepárame un buen guisado como a mí me gusta, y tráemelo para que yo coma, y que mi alma te bendiga antes que yo muera.

Isaac tiene 100 años de edad. ¿Cuál es la diferencia entre primogenitura y la bendición?
La bendición constituye una profecía, es irreversible, inalterable, es compromiso total. Es como la corona de la primogenitura, por decirlo de alguna manera.
Aunque viejo y con problemas de salud, en realidad no estaba para morirse, de hecho algunos comentaristas dicen que vivió 80 años más!
¿Por qué llama solo a Esaú? ¿En privado? La bendición era un acto público (49:1, 28; 50:24-25; Deuteronomio 33:1), la costumbre era llamar a toda la descendencia. Debió llamar a ambos hijos, pero no, observen al distinguido patriarca buscando pasar por alto, activamente, la expresa voluntad divina proclamada.
Quiere bendecir a Esaú a toda costa, sigue la preferencia de sus apetitos: caza de un buen guisado como a mí me gusta. La caza de Esaú porque ama lo que este hijo le pone en la boca y se olvida de la amargura de su propio corazón secundaria a los matrimonios de este hijo y a su falta de perspicacia espiritual.
perspicacia
Del lat. perspicacia.
1. Agudeza y penetración de la vista.
2. Penetración de ingenio o entendimiento.

El narrador censura a este hombre mayor, quien a su avanzada edad se parece a su hijo Esaú, no a su padre Abraham, quien prioriza lo físico sobre lo espiritual. Isaac, el precioso hijo de un gran padre, es ahora el padre engañado de un hijo maquinador. Isaac sabe que Jacob es quien ha sido escogido por Dios para recibir bendición y primogenitura. Pero lo excluye de la escena.

5Rebeca estaba escuchando cuando Isaac hablaba a su hijo Esaú. Y cuando Esaú fue al campo a cazar una pieza para traer a casa, 6Rebeca habló a su hijo Jacob, diciendo: He aquí, oí a tu padre que hablaba con tu hermano Esaú, diciéndole: 7“Tráeme caza y prepárame un buen guisado para que coma y te bendiga en presencia del Señor antes de mi muerte.” 8Ahora pues, hijo mío, obedéceme en lo que te mando. 9Ve ahora al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos de las cabras, y yo prepararé con ellos un buen guisado para tu padre como a él le gusta. 10Entonces se lo llevarás a tu padre, que comerá, para que te bendiga antes de su muerte.

Rebeca no es ninguna mujer pasiva. Sus valores espirituales son los adecuados, pero su método es deplorable. ¿EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS? Explotar la debilidad de un ciego no solo es algo inhumano sino algo que Dios mismo vigila desde los cielos (Levítico 19:14; Deuteronomio 27:18).
Rebeca e Isaac no se comunican, conspiran uno contra el otro.
Rebeca organiza todo un plan, reconoce que el momento es crítico “Dios no está actuando aquí, ¿qué pasa? resolveré yo!” Ella ordena a Jacob lo que debe hacer, y que obedezca.

11Y Jacob dijo a su madre Rebeca: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velludo y yo soy lampiño. 12Quizá mi padre me palpe, y entonces seré para él un engañador y traeré sobre mí una maldición y no una bendición.

¡Vaya respuesta! En lugar de amonestar a su madre, las palabras de Jacob revelan dónde está su preocupación: para nada le preocupa la moral del asunto, sino ser atrapado.

Discurso y acciones revelan claramente las personalidades expuestas: Esaú, hombre violento y sin dirección; Isaac, sensual y débil; Rebeca, manipuladora y astuta; Jacob, oportunista y sin principios.

13Pero su madre le respondió: Caiga sobre mí tu maldición, hijo mío; solamente obedéceme, y ve y tráemelos. 14Y él fue, los tomó y los trajo a su madre; y su madre hizo un buen guisado, como a su padre le gustaba. 15Entonces Rebeca tomó las mejores vestiduras de Esaú, su hijo mayor, que tenía ella en la casa, y vistió a Jacob, su hijo menor; 16le puso las pieles de los cabritos sobre las manos y sobre la parte lampiña del cuello, 17y puso el guisado y el pan que había hecho en manos de su hijo Jacob.

Rebeca apuesta porque sabe que el mayor servirá al menor. Cierto que no recae ninguna maldición sobre ella, pero el precio que pagó por su engaño fue muy alto. Nunca más volvió a ver su adorado hijo, desaparece de la escena y la única muerte que se menciona más adelante es la de su nodriza Débora.

18Entonces él fue a su padre, y dijo: Padre mío. Y éste respondió: Aquí estoy. ¿Quién eres, hijo mío? 19Y Jacob dijo a su padre: Soy Esaú tu primogénito. He hecho lo que me dijiste. Levántate, te ruego. Siéntate y come de mi caza para que me bendigas.
20E Isaac dijo a su hijo: ¿Cómo es que la has encontrado tan pronto, hijo mío? Y él respondió: Porque el Señor tu Dios hizo que así me acaeciera.

Un saludo parco, que contrasta con la exhuberancia de Esaú (v.31). Y la blasfemia: el Señor tu Dios… ¿Tomar el nombre de Dios en vano? Vean aquí: engañar invocando el nombre del Señor. No dice mi Dios, tampoco.

21Isaac entonces dijo a Jacob: Te ruego que te acerques para palparte, hijo mío, a ver si en verdad eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a Isaac su padre, y él lo palpó y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las manos de Esaú. 23Y no lo reconoció porque sus manos eran velludas como las de su hermano Esaú, y lo bendijo. 24Y le preguntó: ¿Eres en verdad mi hijo Esaú? Y él respondió: Yo soy. 25Entonces dijo: Sírveme, y comeré de la caza de mi hijo para que yo te bendiga. Y le sirvió, y comió; le trajo también vino, y bebió. 26Y su padre Isaac le dijo: Te ruego que te acerques y me beses, hijo mío. 27Y él se acercó y lo besó; y al notar el olor de sus vestidos, lo bendijo, diciendo:

Isaac se apoya totalmente en sus sentidos físicos: tacto, gusto, nariz… es interesante que al oler el aroma de los vestidos de Esaú (parece que Esaú vivía en casa con las mujeres hititas, por la rapidez con que Rebeca buscó la ropa) entonces Isaac se entrega. Permite que sus sentidos físicos le guíen en un asunto espiritual.
La bendición se refiere a fertilidad y dominio; descripciones de Jacob (v.27), de lo que recibirá (v.28) y de sus futuras relaciones (v.29), utilizando un lenguaje profético lleno de imágenes de la Tierra Prometida (Deuteronomio 7:13) y las mismas palabras que Dios dio a Rebeca antes de que los niños nacieran.

He aquí, el olor de mi hijo
es como el aroma de un campo que el Señor ha bendecido.
28 Dios te dé, pues, del rocío del cielo,
y de la grosura de la tierra,
y abundancia de grano y de mosto.
29 Sírvante pueblos,
y póstrense ante ti naciones;
sé señor de tus hermanos,
e inclínense ante ti los hijos de tu madre.
Malditos los que te maldigan,
y benditos los que te bendigan.

Por favor tomen nota: el fin no justifica los medios. Rebeca y Jacob obran con engaño, ni la costumbre humana ni virtud moral alguna hacen a Jacob merecedor de tal bendición.
Jacob no merece esta bendición, sin embargo le es otorgada.
¿Te molesta esto? ¿Te irrita?

Seamos cuidadosas. Porque somos iguales a Jacob. Dios nos habla y bendice de la misma manera que a Jacob, y tampoco lo merecemos. El tiene misericordia de quien El quiera tener misericordia.

Hablar de la soberanía de Dios es terreno que debiéramos conocer mejor, pero no es así por la sencilla razón de que en el corazón del tema se halla la palabra control. La pregunta es ¿qué tanto control tiene Dios?
La Escritura señala con toda claridad que Dios controla todas las cosas, no muchas o la mayoría, sino todas las cosas. Sin límites. Lo que desea, El hace.

Piper: la palabra “soberanía» no está en la Biblia, pero he aquí la forma como lo dice: “Yo Soy Dios, y no hay otro Dios… Mi consejo permanecerá y haré todo lo que quiero” (Isaías 46:9-10). “El hace Su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga Su mano y le diga ¿Qué haces?” (Daniel 4:35). “Pero si El determina una cosa, ¿quién lo hará cambiar? Su alma deseó, e hizo. El, pues, acabará lo que ha determinado de mí” (Job 23:13-14). “Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho” (Salmo 115:3).
Esta doctrina es tan preciada porque sabemos que el gran deseo de Dios es mostrar misericordia y bondad con aquellos que confían en El (Efesios 2:7; Salmo 37:3-7; Proverbios 29:25).

Wilkin: puesto que Dios controla todas las cosas, en última instancia obra para nuestro bien, hasta en aquello que otros hayan querido hacernos mal.
El obra activamente a través de nuestra obediencia; también puede hacerlo pasivamente a través de nuestra desobediencia, como en el caso de los hermanos de José. Soberanía divina y responsabilidad humana van de la mano, son verdades paralelas simultáneas (1 Crónicas 29:11-12).

Isaac es una figura irónica. Intenta desviar los planes de Dios, pero su propio engaño es desviado por el engaño de Rebeca y Jacob. En un momento de increíble ironía bendice a Jacob creyendo que lo hace a Esaú y deposita tan grande bendición sobre Jacob que no deja nada al hijo suyo favorito.

30Y sucedió que tan pronto como Isaac había terminado de bendecir a Jacob, y apenas había salido Jacob de la presencia de su padre Isaac, su hermano Esaú llegó de su cacería. 31Y también él hizo un buen guisado y lo trajo a su padre, y dijo a su padre: Levántese mi padre, y coma de la caza de su hijo, para que tú me bendigas.
32Y su padre Isaac le dijo: ¿Quién eres? Y él respondió: Soy tu hijo, tu primogénito, Esaú.
33Y tembló Isaac con estremecimiento muy grande, y dijo: ¿Quién fue entonces el que trajo caza, antes de que tú vinieras, y me la trajo y yo comí de todo, y lo bendije?
Sí, y bendito será.

¿Por qué tiembla Isaac? Se da cuenta de lo que ha sucedido pero más importante, que ciertamente Jacob será bendito.

34Al oír Esaú las palabras de su padre, clamó con un grande y amargo clamor, y dijo a su padre: ¡Bendíceme, bendíceme también a mí, padre mío! 35Y él respondió: Tu hermano vino con engaño, y se ha llevado tu bendición. 36Y Esaú dijo: Con razón se llama Jacob, pues me ha suplantado estas dos veces. Me quitó mi primogenitura, y he aquí, ahora me ha quitado mi bendición. Y añadió: ¿No has reservado una bendición para mí?

¿Le quitó la primogenitura? No, Esaú se la dio. Pero ahora el menor arrebata la bendición, cierto. Jacob es sinónimo de Suplantador, al punto que Jeremías utiliza el mismo lenguaje cuando escribe “más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá?” (Jeremías 17:9).
Igual que su padre, Esaú no tiene discernimiento. Tiene visión de águila, fuerza de oso, pies de gacela, el favor de su padre, quien ama la caza de su hijo. Sin embargo le falta lo esencial, la virtud que agrada a Dios: fe.
Esaú reacciona a lo inmediato, no reflexiona en lo futuro. Menospreció ser parte del destino de Abraham.

37Pero Isaac respondió, y dijo a Esaú: He aquí, yo lo he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus parientes; y con grano y mosto lo he sustentado. En cuanto a ti ¿qué haré, pues, hijo mío? 38Y Esaú dijo a su padre: ¿No tienes más que una bendición, padre mío? Bendíceme, bendíceme también a mí, padre mío. Y Esaú alzó su voz y lloró. 39Entonces su padre Isaac respondió, y le dijo:
He aquí, lejos de la fertilidad de la tierra será tu morada,
y lejos del rocío que baja del cielo.
40Por tu espada vivirás,
y a tu hermano servirás;
mas acontecerá que cuando te impacientes,
arrancarás su yugo de tu cerviz.

La anti-bendición que recibe describe una tierra árida, de poca agua, exactamente la clase de tierra donde morará el pueblo de Edom.
Esaú cosecha lo que ha sembrado, aunque sufre también la injusticia de las maniobras de Jacob. Tristemente, no queda más que una anti-bendición para este hijo; no hay dominios, ni fertilidad, una parodia. Vivirá, pero será una vida dura; sus descendientes subsistirán cazando gente, sin embargo los israelitas no caerán ante el depredador.
La profecía sobre el yugo se cumple en 2 Reyes 8:20,22.

41Esaú, pues, guardó rencor a Jacob a causa de la bendición con que su padre lo había bendecido; y Esaú se dijo: Los días de luto por mi padre están cerca; entonces mataré a mi hermano Jacob. 42Cuando las palabras de Esaú, su hijo mayor, le fueron comunicadas a Rebeca, envió a llamar a Jacob, su hijo menor, y le dijo: Mira, en cuanto a ti, tu hermano Esaú se consuela con la idea de matarte.
43Ahora pues, hijo mío, obedece mi voz: levántate y huye a Harán, a casa de mi hermano Labán. 44Y quédate con él algunos días hasta que se calme el furor de tu hermano; 45hasta que la ira de tu hermano contra ti se calme, y olvide lo que le hiciste. Entonces enviaré y te traeré de allá.
¿Por qué he de sufrir la pérdida de vosotros dos en un mismo día?
46Y Rebeca dijo a Isaac: Estoy cansada de vivir a causa de las hijas de Het; si Jacob toma mujer de las hijas de Het, como éstas, de las hijas de esta tierra, ¿para qué me servirá la vida?

Rebeca otra vez, con su plan B. Disfraza el exilio de Jacob con el tema del matrimonio de Esaú, utiliza lenguaje manipulador que una vez más revela la pobreza de Isaac y el tipo de relación que mantenían como esposos. Sus palabras hieren en el punto preciso a Isaac, porque este sabe muy bien que su hijo mayor quebrantó el pacto de Abraham, hay una sutil amonestación contra el desmedido favoritismo de Isaac por Esaú, una amonestación fríamente calculada para lograr su propósito de favorecer la huida y vida de Jacob.

Manipulación (Lou Priolo).
Para un creyente, es utilizar medios no bíblicos para controlar e influenciar a otros; más específico, a menudo es un intento de obtener control sobre otro individuo o una situación al evocar una reacción emocional más que una respuesta bíblica. A menudo se acompaña de intimidación. Implica coerción egoísta sobre alguien para hacer/inhibir un curso particular de acción mediante el uso (directo o indirecto) de la sensación de algún tipo de amenaza.

Ciertamente no podemos saber lo que pasa en el corazón ajeno sin que éste nos diga; la Biblia prohíbe hacer juicios sobre los pensamientos y motivaciones de otros (1 Corintios 5:4), de modo que nuestro propósito NO es leer la mente ajena sino más bien aprender a reconocer lo que realmente existe tras una conducta manipuladora, de tal manera que podamos ministrar (servir) a otros a identificar y/o corregir las actividades pecaminosas de su corazón [y del nuestro].

En la primera columna de la tabla anexa encontramos una lista de lo más común, es importante recordar que quien manipula (alias el personaje) pudiera ser/no ser consciente de que está siendo manipulador(a). La realidad es que se trata de un concepto aprendido desde edades muy tiernas: el niño(a) entrenado al darse cuenta que ciertas acciones o palabras le hacen obtener lo que desea; así que practica y practica hasta la destreza, quizás incluso sin darse cuenta de la situación.
La segunda columna se refiere a la posible respuesta emocional que se pretende obtener en el corazón de la víctima (para estas alturas mucho(a)s ya saben lo que hacen y persiguen sus deseos egoístas hasta con venganza, cielos).
La tercera columna identifica el propósito egoísta de la trama.
La cuarta columna sugiere motivaciones posibles. Cosas que se aman desordenadamente (¿disposición a pecar para conseguir tal o cual cosa?), tan intensamente, que el personaje está dispuesto a lo que sea, incluyendo conductas pecaminosas, para satisfacer su deseo.

Conducta de quien manipula

Posible deseo de respuesta en la víctima

Deseo real del personaje

¿Idolatría posible?

acusaciones

culpa

morosidad

amor al placer

críticas

avergonzar

evitar obligación

amor al poder

llantos

avergonzar

cambiar la mente

amor a ser alabado

¿por qué…?

herir

morosidad

amor al $

énfasis obligaciones

ira

estándares imposibles, no bíblicos

amor a lo que sea

malhumor, berrinche

temor, ansiedad, intimidar

influenciar, controlar decisiones

retirar afecto

estar “arriba”

el hielo

obtener lo que quiere

abuso físico

adulación…

Muy posiblemente hay algo que el manipulador desea tanto que está dispuesto a luchar, incluso recurrir a métodos pecaminosos para obtener lo que desea. Tales personajes a menudo se muestran como “heridos”, “lastimados”, “temerosos” cuando la verdad es que son agresivos y hostiles guerreros:
Santiago 4:1-3 ¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres.

Cuando un individuo recurre a manipulación para obtener algo, se debe a que ese algo está equivocado. No es que necesariamente sea pecaminoso en sí mismo, sino en que anhelan ese algo en forma desmedida. Un creyente dispuesto a pecar al manipular a otros para obtener lo que quiere es evidencia de que ha fabricado un ídolo. Un anhelo idólatra es todo aquello que deseamos tanto que estamos dispuestos a pecar por ello.

28 1Y llamó Isaac a Jacob, lo bendijo y le ordenó, diciendo: No tomarás mujer de entre las hijas de Canaán. 2Levántate, ve a Padán-aram, a casa de Betuel, padre de tu madre; y toma de allí mujer de entre las hijas de Labán, hermano de tu madre. 3Y el Dios Todopoderoso [El Shaddai] te bendiga, te haga fecundo y te multiplique, para que llegues a ser multitud de pueblos. 4Y te dé también la bendición de Abraham, a ti y a tu descendencia contigo, para que tomes posesión de la tierra de tus peregrinaciones, la que Dios dio a Abraham. 5Entonces Isaac despidió a Jacob, y éste fue a Padán-aram, a casa de Labán, hijo de Betuel arameo, hermano de Rebeca, madre de Jacob y Esaú.

El hombre casero, amante del hogar, fuera del hogar. Noten el orden: ahora va Jacob en primero.
El contraste con Abraham y los 10 camellos recargados de joyas y objetos preciosos y he aquí Jacob huyendo solo con lo que tiene puesto, con una piedra por almohada…

6Y vio Esaú que Isaac había bendecido a Jacob y lo había enviado a Padán-aram para tomar allí mujer para sí, y que cuando lo bendijo, le dio órdenes, diciendo: No tomarás para ti mujer de entre las hijas de Canaán, 7y que Jacob había obedecido a su padre y a su madre, y se había ido a Padán-aram. 8Vio, pues, Esaú que las hijas de Canaán no eran del agrado de su padre Isaac; 9y Esaú fue a Ismael, y tomó por mujer, además de las mujeres que ya tenía, a Mahalat, hija de Ismael, hijo de Abraham, hermana de Nebaiot.

Esaú de nuevo queriendo ganar el favor de su padre, no tiene ese sentido espiritual para poder conectarse a su familia. Increíble pero apenas ahora se da cuenta que casarse con canaanitas no es apropiado en esta familia.
Así que busca donde las hijas de Ismael, ¡la descendencia rechazada de Abraham!
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