Apuntes a Génesis, 38:1-30

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TEMA IX. JOSE EN EGIPTO. Génesis 37 al 41
Capítulo 38:1-30 Judá y Tamar

Cualquiera se preguntaría por qué incluir la historia de Judá y Tamar en medio de la biografía de José. Tal parece que es el momento adecuado pues “Sucedió por aquel tiempo” significa que el matrimonio de Judá se dio al mismo tiempo de la venta de José y su traslado a Egipto.
Transcurren 13 años entre la venta de José y su posterior exaltación como Primer Ministro de Egipto (tenía 17 años en 37:2 y 30 años en 41:46), 13 años de aflicción, mientras ocurren el matrimonio de Judá, el nacimiento de sus tres hijos y de sus dos nietos por vía de Tamar.

38 1Sucedió por aquel tiempo que Judá se separó de sus hermanos, y visitó a un adulamita llamado Hira. 2Y allí vio Judá a la hija de un cananeo llamado Súa; la tomó, y se llegó a ella. 3Ella concibió y dio a luz un hijo, y le puso por nombre Er [vigilante]. 4Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y le puso por nombre Onán [vigor]. 5Aún dio a luz a otro hijo, y le puso por nombre Sela; y fue en Quezib que lo dio a luz.
6Entonces Judá tomó mujer para Er su primogénito, la cual se llamaba Tamar.
7Pero Er, primogénito de Judá, era malvado ante los ojos del Señor, y el Señor le quitó la vida.

Observen a este Judá: se casa con una mujer canaanita y tiene 3 hijos. Tenemos la impresión que desde el incidente de Dina, Jacob tiene menos control de su familia.
Tamar, esposa de Er, era una mujer joven comprometida en matrimonio con el primer hijo de Judá. En aquellos tiempos (y todavía hoy), se consideraba el matrimonio como una fuente de seguridad y protección para la mujer. Un hombre tendría responsabilidad de ella, y, como cualquier novia, ella estaría agradecida y feliz.
Pero Er era un hombre malvado. No sabemos la clase de infierno a que Tamar fue sometida. Lo único que sabemos de este Er es que fue un hombre tan pero tan malvado que el Señor decidió quitarle la vida.
Dios es paciente, Dios es bueno, pero Dios disciplina a su tiempo como El considera.
Ahora Tamar es viuda, y en dicha época, si había algo peor que estar soltera era estar viuda.

En su justicia, Dios provee en Deuteronomio 25:5 (Cuando dos hermanos habitan juntos y uno de ellos muere y no tiene hijo, la mujer del fallecido no se casará fuera de la familia con un extraño. El cuñado se allegará a ella y la tomará para sí como mujer, y cumplirá con ella su deber de cuñado) el matrimonio por levirato, donde el otro hermano debía ser el medio para proveer descendencia al fallecido para que retuviera privilegios de heredero.

8Entonces Judá dijo a Onán: Llégate a la mujer de tu hermano, y cumple con ella tu deber como cuñado, y levanta descendencia a tu hermano. 9Y Onán sabía que la descendencia no sería suya; y acontecía que cuando se llegaba a la mujer de su hermano, derramaba su semen en tierra para no dar descendencia a su hermano. 10Pero lo que hacía era malo ante los ojos del Señor; y también a él le quitó la vida.

Onán se niega a proveer descendencia a su hermano, Dios también lo disciplina.
¿Se imaginan lo que estará pensando esta mujer? En la desesperación total.
¿Y Judá? “¡Mis hijos se han casado con una viuda negra! ¡No es verdad que le voy a entregar otro!” Tengo un plan:

11Entonces Judá dijo a su nuera Tamar: Quédate viuda en casa de tu padre hasta que crezca mi hijo Sela; pues pensaba: Temo que él muera también como sus hermanos. Así que Tamar se fue y se quedó en casa de su padre.

Por favor pónganse en su lugar. Viuda, incasable, sin un centavo, de vuelta en casa de su padre, vestida de luto por siempre [proclamando su identidad]…
Observen: Judá es tan ignorante de su propia condición espiritual que culpa a Tamar de la muerte de sus primeros hijos, ¿ven sus cálculos? “Dos hijos muertos, una nuera, y tú todavía estás viva… debe ser su culpa, ella es responsable.”
De ahí su plan, cuando crezca mi hijo… ¿cuándo? Nunca.

12Pasaron muchos días y murió la hija de Súa, mujer de Judá. Y pasado el duelo, Judá subió a los trasquiladores de sus ovejas en Timnat, él y su amigo Hira adulamita. 13Y se lo hicieron saber a Tamar, diciéndole: He aquí, tu suegro sube a Timnat a trasquilar sus ovejas.
14Entonces ella se quitó sus ropas de viuda y se cubrió con un velo [manto], se envolvió bien y se sentó a la entrada de Enaim que está en el camino de Timnat; porque veía que Sela había crecido, y ella aún no le había sido dada por mujer.
15Cuando la vio Judá, pensó que era una ramera, pues se había cubierto el rostro. 16Y se desvió hacia ella junto al camino, y le dijo: Vamos, déjame estar contigo; pues no sabía que era su nuera. Y ella dijo: ¿Qué me darás por estar conmigo?
17El respondió: Yo te enviaré un cabrito de las cabras del rebaño. Y ella dijo: ¿Me darás una prenda hasta que lo envíes? 18Y él respondió: ¿Qué prenda tengo que darte? Y ella dijo: Tu sello, tu cordón y el báculo que tienes en la mano. Y él se los dio y se llegó a ella, y ella concibió de él.
19Entonces ella se levantó y se fue; se quitó el velo y se puso sus ropas de viuda.

La primera parte del capítulo describe la situación de Tamar, años de angustia. Un primer marido. Un segundo marido. Luego forzada a vivir su viudez en casa de su padre.
De repente le informan que Judá el suegro enviudó, que el tercer hijo debe haber crecido, que el tiempo ha pasado y que nananina… han pasado años para que Tamar perciba la realidad de la situación en que se encuentra.

Interesante del pasaje, el plan de Tamar funciona. Es evidente que Tamar conoce al ex-suegro.

20Cuando Judá envió el cabrito por medio de su amigo el adulamita, para recobrar la prenda de mano de la mujer, no la halló. 21Y preguntó a los hombres del lugar, diciendo: ¿Dónde está la ramera que estaba en Enaim, junto al camino? Y ellos dijeron: Aquí no ha habido ninguna ramera [de culto pagano]. 22Y él volvió donde Judá, y le dijo: No la encontré; y además, los hombres del lugar dijeron: “Aquí no ha habido ninguna ramera.” 23Entonces Judá dijo: Que se quede con las prendas, para que no seamos causa de burla. Ya ves que envié este cabrito, y tú no la has encontrado.
24Y sucedió que como a los tres meses, informaron a Judá, diciendo: Tu nuera Tamar ha fornicado, y he aquí, ha quedado encinta a causa de las fornicaciones. Entonces Judá dijo: Sacadla y que sea quemada.

Vaya vaya, si ella vive en casa de su padre, ¿qué le importa a Judá?
¿No debiera haber reconocido su propia falta en no dar su tercer hijo como mandaba la ley?
Y en cuanto a la ley, ¿por qué quemarla? ¿en base a cuál ley?

25Y aconteció que cuando la sacaban, ella envió a decir a su suegro: Del hombre a quien pertenecen estas cosas estoy encinta. Y añadió: Te ruego que examines y veas de quién es este sello, este cordón y este báculo.

Oh-oh-oh! exactamente lo mismo que hizo Judá cuando entregó la túnica de José manchada con sangre de cabra a Jacob! “Examina y ve si es la túnica de tu hijo.”
Judá lideró la venta de José.
Judá lideró el traer la túnica a Jacob.
Judá lideró el mensaje a su padre en Génesis 37:32 “Padre, examina…”

26Judá los reconoció, y dijo: Ella es más justa que yo, por cuanto yo no la di por mujer a mi hijo Sela. Y no volvió a tener más relaciones con ella.

¿Vemos ahora por qué reconoce que ella ha ganado? Ella ha demostrado la injusticia del corazón de Judá. No es una historia de feminismo ni de los derechos de la mujer ni de prostitución, es una historia sobre la justicia, y en el Libro de Ruth se menciona a Tamar como ejemplo de las mujeres piadosas de Israel.

Ahora bien, el estándar de justicia de Judá no es muy alto que digamos.
Se casó con una canaanita.
Crió dos hijos malvados
Culpó a Tamar de la muerte de sus hijos malvados.
Mintió y colocó a Tamar en una posición muy vulnerable.
Juzgó a la mujer y procuró matarla en venganza.

¿Quien rescató y salvó a Tamar?
Tamar pecó, es cierto, pero Dios derramó gracia sobre ella. Dios sabía todo lo que sucedía en la vida de esta mujer, incluso la decisión que tomó, y en lugar de condenarla por su pecado, el Señor derramó gracia sobre ella. Le regaló dos hijos a quien no habría tenido ninguno, y en lugar de morir como viuda Dios puso su nombre en el linaje de Cristo.

27Y sucedió que al tiempo de dar a luz, he aquí, había mellizos en su seno.
28Aconteció, además, que mientras daba a luz, uno de ellos sacó su mano, y la partera la tomó y le ató un hilo escarlata en la mano, diciendo: Este salió primero.
29Pero he aquí, sucedió que cuando él retiró su mano, su hermano salió. Entonces ella dijo: ¡Qué brecha te has abierto! Por eso le pusieron por nombre Fares [brecha]. 30Después salió su hermano que tenía el hilo escarlata en la mano; y le pusieron por nombre Zara [amanecer, resplandor].

¡Mellizos! Vean otra vez como el último será primero. Un tema recurrente en toda la Escritura, para pensar.

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