TEMA X. JOSE GOBIERNA EGIPTO. Génesis 42 al 47
Génesis 43:1-33; 44:1-17
43 1Y el hambre iba agravándose en la tierra. 2Y sucedió que cuando acabaron de comer el grano que habían traído de Egipto, su padre les dijo: Volved allá y compradnos un poco de alimento. 3Pero Judá le respondió, diciendo: Aquel hombre claramente nos advirtió: “No veréis mi rostro si vuestro hermano no está con vosotros.”
4Si envías a nuestro hermano con nosotros, descenderemos y compraremos alimento; 5pero si no lo envías, no descenderemos; porque el hombre nos dijo: “No veréis mi rostro si vuestro hermano no está con vosotros.”
6Entonces Israel respondió: ¿Por qué me habéis tratado tan mal, informando al hombre que teníais un hermano más? 7Pero ellos dijeron: El hombre nos preguntó específicamente acerca de nosotros y nuestros familiares, diciendo: “¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano?” Y nosotros contestamos sus preguntas. ¿Acaso podíamos nosotros saber que él diría: “Traed a vuestro hermano”?
8Y Judá dijo a su padre Israel: Envía al muchacho conmigo, y nos levantaremos e iremos, para que vivamos y no perezcamos, tanto nosotros como tú y nuestros pequeños. 9Yo me haré responsable de él; de mi mano lo demandarás.
Si yo no te lo vuelvo a traer y lo pongo delante de ti, que lleve yo la culpa para siempre delante de ti; 10porque si no hubiéramos perdido tiempo, sin duda ya habríamos vuelto dos veces.
Como si nada, Jacob pide a sus hijos que regresen a Egipto a comprar alimento (un poco más de granos), como si Egipto estuviera al final de la cuadra. ¿Habrá olvidado el ultimátum que recibió de “aquel hombre”?
Judá sale al frente y confronta a su padre, le recuerda las normas establecidas por el “egipcio.” Aquel hombre tiene el control. Judá es el hijo mayor que mantiene prestancia delante de Jacob; recordemos que Jacob desechó a Rubén y su débil garantía y Simeón está preso en Egipto. De ahora en adelante Judá y su tribu tomará prominencia en Israel (49:8-10; Mateo 1:2,17; Lucas 3:23,33).
Judá no usurpará a su padre. Los hermanos no van a raptar a Benjamín y salir huyendo.
Argumenta con solidez: “si nos quedamos en Canaán, moriremos tú, tus hijos y tus nietos (tres generaciones); si viajamos a Egipto, con o sin Benjamín, tenemos posibilidades. Decide.”
Sabiamente habla de Benjamín como “el muchacho” apelando al corazón de Jacob. Benjamín no es un adolescente. José tiene al menos 37 años, Benjamín un poco menos, aunque soltero. Judá sabe que no hay alternativa, pero razona con su padre y le ofrece seguridad en caso de que le sucediera cualquier cosa al muchacho.
Finalmente, por un instante Judá se impacienta y en esencia amonesta a su padre por su morosidad para actuar, utilizando una hipérbole sarcástica.
morosidad
Del lat. morosĭtas, -ātis.
1. Lentitud, dilación, demora.
2. Falta de actividad o puntualidad.
procrastinar
Del lat. procrastināre.
Diferir, aplazar.
hipérbole
Del lat. hyperbŏle, y este del gr. ὑπερβολή hyperbolḗ.
1. Aumento o disminución excesiva de aquello de que se habla.
2. Exageración de una circunstancia, relato o noticia.
11Entonces su padre Israel les dijo: Si así tiene que ser, haced esto: tomad de los mejores productos de la tierra en vuestras vasijas, y llevad a aquel hombre como presente un poco de bálsamo y un poco de miel, resina aromática, mirra, nueces y almendras. 12Y tomad doble cantidad de dinero en vuestra mano, y llevad de nuevo en vuestra mano el dinero que fue devuelto en la boca de vuestros costales; tal vez fue un error.
13Tomad también a vuestro hermano, levantaos y volved a aquel hombre; 14y que el Dios Todopoderoso [El Shaddai] os conceda misericordia ante aquel hombre para que ponga en libertad al otro hermano vuestro y a Benjamín. En cuanto a mí, si he de ser privado de mis hijos, que así sea.
Jacob cede y decide enviarlos con regalos y doble cantidad de dinero (etiqueta y protocolo, pero además restitución). La miel es silvestre, como la que se da en rocas (Deuteronomio 32:13), en árboles (1 Samuel 14:25-26) y en esqueletos de animales (Jueces 14:8). Fuente básica para endulzar, altamente apreciada, considerada también medicinal, buen regalo. Un egipcio seguro la agradecería en tiempos de hambre.
Jacob utiliza el título de El Shaddai, Dios Todopoderoso, en alusión a las promesas del pacto (17:1). Se resigna a su destino pero no como antes, sino reconociendo que El Shaddai es quien tiene la decisión final.
15Tomaron, pues, los hombres este presente, y tomaron doble cantidad de dinero en su mano y a Benjamín, y se levantaron y descendieron a Egipto y se presentaron delante de José.
16Cuando José vio a Benjamín con ellos, dijo al mayordomo de su casa: Haz entrar a estos hombres a casa, y mata un animal y prepáralo, porque estos hombres comerán conmigo al mediodía. 17El hombre hizo como José le dijo, y llevó a los hombres a casa de José.
18Y los hombres tenían miedo porque eran llevados a casa de José y dijeron: Por causa del dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez hemos sido traídos aquí, para tener pretexto contra nosotros y caer sobre nosotros y tomarnos por esclavos con nuestros asnos.
19Entonces se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa, 20y dijeron: Oh señor mío, ciertamente descendimos la primera vez para comprar alimentos; 21y sucedió que cuando llegamos a la posada, abrimos nuestros costales, y he aquí, el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, todo nuestro dinero. Así que lo hemos vuelto a traer en nuestra mano. 22También hemos traído otro dinero en nuestra mano para comprar alimentos; no sabemos quién puso nuestro dinero en nuestros costales.
23Y él dijo: No os preocupéis [la paz sea con vosotros], no temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os ha dado ese tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero. Entonces les sacó a Simeón.
24Después el hombre llevó a los hombres a casa de José, y les dio agua y se lavaron los pies; y dio forraje a sus asnos. 25Entonces prepararon el presente para la venida de José al mediodía; pues habían oído que iban a comer allí.
Noten el paralelo de las acciones de José con el padre de la parábola del hijo pródigo cuando al regreso del hijo da la orden de “traer el becerro gordo y matarlo” (Lucas 15:23). Aquí tenemos 11 hombres que han soportado años de hambre, y que de repente se hallan invitados a un banquete.
Atemorizados es la palabra, cero gratitud. Para un culpable, hasta la hospitalidad resulta ominosa. Ni siquiera se les ocurre que José tiene el suficiente poder para arrestarlos en el acto, ¡sin tener que fingir una invitación!
El mayordomo es quien literalmente les dice “shalom” y repite no temáis. Los hermanos se atropellan, hablan a coro, proclaman inocencia y adelantan información que nadie les ha solicitado. Lo interesante es que para nada tocan el tema de Benjamín.
Algo más, el mayordomo habla de tesoro, no de dinero. Liberta a Simeón y curiosamente no encontramos ninguna evidencia de reunión feliz.
26Cuando José regresó a casa, le trajeron el presente que tenían en su mano a la casa y se postraron ante él en tierra.
27Entonces él les preguntó cómo se encontraban, y dijo: ¿Cómo está vuestro anciano padre de quien me hablasteis? ¿Vive todavía? 28Y ellos dijeron: Tu siervo nuestro padre está bien; todavía vive. Y ellos se inclinaron en reverencia. 29Al alzar él sus ojos y ver a su hermano Benjamín, hijo de su madre, dijo: ¿Es éste vuestro hermano menor de quien me hablasteis? Y dijo: Dios te imparta su favor, hijo mío.
30Y José se apresuró a salir, pues se sintió profundamente conmovido a causa de su hermano y buscó donde llorar; y entró en su aposento y lloró allí. 31Después se lavó la cara y salió, y controlándose, dijo: Servid la comida.
32Y le sirvieron a él aparte, y a ellos aparte, y a los egipcios que comían con él, también aparte; porque los egipcios no podían comer con los hebreos, pues esto es abominación para los egipcios.
33Y los sentaron delante de él, el primogénito conforme a su primogenitura, y el más joven conforme a su juventud, y los hombres se miraban unos a otros con asombro. 34El les llevó porciones de su propia mesa, pero la porción de Benjamín era cinco veces mayor que la de cualquiera de ellos. Bebieron, pues, y se alegraron con él.
José regresa a casa, ellos lo siguen en silencio y entregan los regalos, que no vuelven a ser mencionados en todo el relato. Los 11 hermanos se postran ante José, cumpliendo así el primero de sus sueños.
Al preguntar por su padre, los hermanos identifican a Jacob como “tu siervo nuestro padre” en un gesto de dependencia. Luego José reconoce a Benjamín y lo bendice como lo haría un hombre de autoridad a un inferior. Con todo, la emoción lo traiciona.
Quienes ocupan puestos de autoridad no lloran en público, aunque hagan llorar a otros.
Mientras que los canaanitas estaban dispuestos a integrar y absorber al pueblo de Israel, los egipcios los desdeñaban. El matrimonio de Judá en Génesis 38 mostró el peligro del sincretismo canaanita al embrión de familia israelita.
sincretismo
Del gr. συγκρητισμός synkrētismós ‘coalición de dos adversarios contra un tercero’.
1. Combinación de distintas teorías, actitudes u opiniones.
2. Sistema filosófico que trata de conciliar doctrinas diferentes.
3. Expresión en una sola forma de dos o más elementos lingüísticos diferentes.
La segregación cultural egipcia viene a garantizar que el embrión de nación pueda desarrollarse dentro de sus límites.
La comida es servida a tres grupos diferentes: José, los hermanos, y a los colegas egipcios de José. Pero están cercanos, pues podían “pasar” la comida. El asombro de los hermanos se aplica también a los colegas egipcios, viendo la hospitalidad de José extendida a semejantes extranjeros.
¿Cómo entender el tamaño de la porción de Benjamín? Tal parece que José prueba el celo de los hermanos con un toque de favoritismo. Un banquete, comieron y bebieron y se alegraron con él.
44 1Entonces José ordenó al mayordomo de su casa, diciendo: Llena de alimento los costales de los hombres, todo lo que puedan llevar, y pon el dinero de cada uno de ellos en la boca de su costal. 2Y mi copa, la copa de plata, ponla en la boca del costal del menor, con el dinero de su grano. Y él hizo conforme a lo que había dicho José.
3Al rayar el alba, fueron despedidos los hombres con sus asnos. 4Cuando habían salido ellos de la ciudad, y no estaban muy lejos, José dijo al mayordomo de su casa: Levántate, sigue a esos hombres; y cuando los alcances, diles: “¿Por qué habéis pagado mal por bien? 5“¿No es esta la copa en que bebe mi señor, y que de hecho usa para adivinar?
Obrasteis mal en lo que hicisteis.”
Ahora es el turno de Benjamín. A estas alturas el mayordomo debe estar consciente de que José anda detrás de algo grande, con el misterio del dinero en los sacos, el prisionero, las idas y venidas, etc. ¿Y ahora la copa de plata en el saco del menor?
Cuando el mayordomo investigue los sacos todos parecerán culpables de robo; sin embargo el hombre los exonerará de cargos excepto a Benjamín. Si los hermanos tuvieran motivaciones egoístas, no el bien de la familia, se les ofrece razón para liberarse de esclavitud y abandonar a Benjamín.
¿Serán leales al hermano de José aunque parezca culpable de robo?
¿O lo abandonarán en Egipto como lo hicieron con el inocente José?
Las copas de adivinación se consideraban especiales. Las técnicas o formas de adivinación comunes se conocían como hidromancia (verter agua sobre aceite), oleomancia (aceite sobre agua), enomancia (vino sobre otro líquido). Se estudiaban los patrones de superficie formados y el practicante adivinaba el futuro, el problema, la verdad, etc. Pero José recibía revelación solamente de Dios.
Comer con hebreos era anatema para los egipcios. Intentar conocer la voluntad de una deidad estudiando el movimiento del aceite y del agua no lo era. El primer punto era abominación para un egipcio (43:32). El segundo era abominación para los hebreos (Levítico 19:26: Números 23:23; Deuteronomio 18:10).
Años después los hebreos se “hicieron egipcios” en su actitud de comer con otros. ¿Recuerdan la sorpresa de la mujer samaritana? (Juan 4:9) Pero ni los egipcios ni nadie en la antigüedad se “hicieron hebreos” en el sentido de repudiar técnicas de adivinación.
6Así que los alcanzó, les dijo estas palabras. 7Y ellos le dijeron: ¿Por qué habla mi señor de esta manera? Lejos esté de tus siervos hacer tal cosa. 8He aquí, el dinero que encontramos en la boca de nuestros costales, te lo volvimos a traer de la tierra de Canaán. ¿Cómo, pues, habíamos de robar de la casa de tu señor plata u oro? 9Aquel de tus siervos que sea hallado con ella, que muera, y también nosotros entonces seremos esclavos de mi señor.
10Y él dijo: Sea ahora también conforme a vuestras palabras; aquel que sea hallado con ella será mi esclavo, y los demás de vosotros seréis inocentes.
11Ellos se dieron prisa; cada uno bajó su costal a tierra, y cada cual abrió su costal.
12Y él registró, comenzando con el mayor y acabando con el menor; y la copa fue hallada en el costal de Benjamín. 13Entonces ellos rasgaron sus vestidos, y después de cargar cada uno su asno, regresaron a la ciudad.
14Cuando Judá llegó con sus hermanos a casa de José, él estaba aún allí, y ellos cayeron a tierra delante de él. 15Y José les dijo: ¿Qué acción es esta que habéis hecho? ¿No sabéis que un hombre como yo puede ciertamente adivinar?
16Entonces dijo Judá: ¿Qué podemos decir a mi señor? ¿Qué podemos hablar y cómo nos justificaremos? Dios ha descubierto la iniquidad de tus siervos; he aquí, somos esclavos de mi señor, tanto nosotros como aquel en cuyo poder fue encontrada la copa.
17Mas él respondió: Lejos esté de mí hacer eso. El hombre en cuyo poder ha sido encontrada la copa será mi esclavo; pero vosotros, subid en paz a vuestro padre.
Los hermanos niegan enfáticamente y llegan al punto de ofrecer un juramento de muerte, que el mayordomo delicadamente cambia por esclavitud. Cuando finalmente la copa es hallada en el saco de Benjamín ¡los hermanos no dicen ni media palabra! Rasgaron sus vestidos y no abandonaron a su hermano, todos regresan a Egipto.
Es la tercera vez que son admitidos a la presencia de José, pero esta vez echan por tierra toda cortesía y caen a tierra delante de él. ¡Cuán difícil debe haber sido para José mantener la compostura!
Judá elabora un primer discurso a nombre de todos. Uno es culpable, pero todos pagamos, dice Judá. Sin embargo él sabe que no es culpable de robo de copa alguna. Al hablar, confiesa su dilema como debido al juicio de Dios por culpas pasadas, merecen lo que está sucediendo aún cuando no son culpables de este crimen particular. El énfasis radica en la justicia de Dios: los errores serán retribuidos, de alguna manera, alguna vez.
José, sin embargo, rechaza la proposición de Judá: esclavizar al inocente con el culpable, o condonar culpa por asociación sería violación de la ley divina. Solo uno es culpable, el resto es libre de irse.
¿Dejarán preso a Benjamín y regresarán a Canaán? ¿Tendrán compasión del padre y lealtad hacia Benjamín?
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