El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?
El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién tendré temor?
Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque en mi contra se levante guerra, a pesar de ello, estaré confiado. Una cosa he confiado al Señor, y ésa buscaré: que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor, y para meditar en su templo. Salmo 27:1,3-4