Bien pronto olvidaron sus obras; No esperaron su consejo. Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto; Y tentaron a Dios… (Salmos 106:13-14)
Siempre es mejor esperar el tiempo de Dios. Si nos adelantamos a Él o nos quedamos rezagados, nos costará caro.
La autosuficiencia nos saca de la voluntad del Señor. Lo que se hace bien, pero en el momento equivocado, puede dejarnos vulnerables a las tretas de Satanás, y puede retrasar o incluso destruir las bendiciones que Dios había dispuesto para nosotros. Actuar conforme a nuestra agenda puede también traer confusión, tanto a nosotros como a otras personas, resultando en imprevistos y problemas.
Por negarnos a esperar en Dios, a menudo nos causamos angustias inútiles. Por ejemplo, si usamos la tarjeta de crédito para comprar ropa innecesaria, aparatos electrónicos, y otras cosas para complacernos, podemos llegar a acumular deudas más allá de nuestra capacidad de pago. Entonces nuestra capacidad crediticia se desplomará con poco alivio financiero. Mientras que al manejar el dinero conforme a los principios bíblicos, quizás nuestro estilo de vida sea exento de lujos, pero tendremos libertad y paz mental. Podemos aplicarlo a cualquier otra área de nuestra vida.
«Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré. Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová.» (Lamentaciones 3:24-26.)
Lee. Medita. Aplica.