La lluvia pertinaz golpea mis sentidos.
Desde algún lugar remoto dispara
como misil gruesas gotas invisibles.
El viento tormentoso le acompaña
gruñendo cual celoso Otelo,
que cubre con su manto gris su rostro.
La lluvia, potro desbocado, sin dejar
de ser hermosa, con casos centelleantes
hoy el suelo de arcilla apisonado.
La lluvia triste, humillada y vencida,
abre sus pobres surcos sedientos
herida de miseria campesina.
La lluvia no da tregua, cruel castiga,
Arrasa el suelo, fulmina sembradíos.
Deja sus huellas de angustia y fatigas.
Con ruego, el astro rey ha de irrumpir
cargado de rayos luminosos, a rescatar
los surcos de la tierra virgen maltratados,
Como la tierra huérfana, sedienta,
arrasada, en espera del sol que la redima,
así quedó mi alma destrozada.
“Servilletas de otoño”
Luis Scheker Ortiz. Rep. Dominicana