Apuntes a Génesis. 34:1-31

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TEMA VIII. MAS HISTORIAS DE MELLIZOS (Génesis 34-36)

Hay un tema recurrente en la historia de Jacob: perseguir cosas buenas pero de manera equivocada; está bien querer tener hijos, anhelar el amor de tu esposo, pero es un error que esos deseos que conviertan en la motivación principal.
Vimos la lucha de Jacob con Dios y con el hombre, el cambio de nombre a Israel, la confrontación final con Esaú y cómo Dios cumple sus promesas.
Pero Jacob se quedó en Siquem [Tell Balatah, cerca del Siquem moderno -Nablus; localizada en el corazón de la Tierra Prometida, paso estratégico entre el Monte Gerizim al sur y el Monte Ebal al norte], compra una parcela de tierra, levanta un altar siguiendo la tradición de sus padres y colorín colorado esta historia ha terminado. Pero no.
El escritor de Génesis incluye la historia de Dina, historia donde Jacob evidencia otra vez total falta de liderazgo: silencio, pasividad, disfuncionalidad.
A pesar del orgullo judío, la historia de Dina ha permanecido en el recuento de Génesis, una historia muy contraria a lo que sería el perfil de un Patriarca nacional.

Pensemos en ello. (2 Tim 3:16 Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra). ¿Qué hay en esta historia para equiparnos a toda buena obra?

34 1Y salió Dina, la hija de Lea, a quien ésta había dado a luz a Jacob, a visitar a las hijas de la tierra. 2Y cuando la vio Siquem, hijo de Hamor heveo, príncipe de la tierra, se la llevó y se acostó con ella y la violó. 3Y él se prendó de Dina, hija de Jacob, y amó a la joven y le habló tiernamente [al corazón de la joven]. 4Entonces Siquem habló a su padre Hamor, diciendo: Consígueme a esta muchacha por mujer.
Dina, identificada en primer lugar como hija de Lea, sale a visitar otras casas, de modo que no estaba confinada entre cuatro paredes sino que gozaba de cierta libertad al igual que Rebeca salía a buscar agua al pozo o Raquel pastoreaba ovejas.
Dina era la séptima hija entre hermanos varones, una adolescente si tomamos en cuenta el tiempo vivido en Harán, en Sucot, y ahora en Siquem.

¿Qué hace una adolescente de 14-15 años hoy en día? Ir de compras, visitar amigas, vestir para que la vean… la conducta típica de una jovencita, pero una mujer en “edad de merecer” no habría salido sin protección a ninguna parte en un entorno rural. Raquel y Rebeca se hallan en un contexto muy distinto a Dina, sin chaperones en medio de canaanitas.
Nacida en una familia grande, varones todos. Sin embargo Jacob no ha tomado las previsiones de lugar, buscar distancia de canaanitas y aconsejar a su familia al respecto. Era su responsabilidad. Instrucción sobre los canaanitas y sus modos de vida, rechazados por Abraham, Isaac y Rebeca.

Dina sale a visitar las hijas de Siquem sola, sin protección alguna. Negligencia.
¿Quién era su madre? Lea, la esposa aborrecida, para colmo.

Siquem, hijo de Hamor… es obvio que se trata del favorito, la ciudad lleva su nombre. Hamor es el líder de la comunidad. Su hijo no tiene restricción alguna: ve la joven, se la lleva, la viola… (vió la fruta, tomó y comió, la misma historia de siempre). Humilla a Dina pero después se le ocurre (bastante tarde) que ¡wow, es fantástica!

Habló a su padre…consígueme… ¿notan la forma? Muy a la Sansón: ven una joven extranjera, comentan y demandan al padre que obtengan la mujer. El tono de un hijo acostumbrado a tener lo que quiera. Es rico, poderoso, y si lo desea, lo tiene. Punto.
No hay palabras de disculpa o arrepentimiento o intento de reparación del daño causado.

5Y Jacob oyó que Siquem había deshonrado a su hija Dina, pero sus hijos estaban con el ganado en el campo, y Jacob guardó silencio hasta que ellos llegaran.
6Entonces Hamor, padre de Siquem, salió a donde Jacob para hablar con él.
7Y los hijos de Jacob regresaron del campo al oírlo.
Y aquellos hombres se entristecieron y se irritaron en gran manera porque Siquem había cometido una infamia en Israel acostándose con la hija de Jacob, pues tal cosa no debe hacerse.

¡Qué!? Jacob se entera de lo que ha pasado y se queda callado, sentado en su mecedora como si nada. El escritor de Génesis censura la pasividad de Jacob y contrasta con la reacción que tuvieron los hijos al punto de introducir una nota de indignación (recuerden que es Moisés quien escribe): TAL cosa no debe hacerse. Sintamos el horror de enterarnos de algo así.

Algo de “gravedad extrema” significa una expresión general sobre algo que produce ruptura de relaciones existentes, ya sea entre tribus, intrafamiliar, en asuntos de negocios, en matrimonio, o con Dios. Siquem ha cometido lo que no debe hacerse. Ha destruído y deshonrado la santidad de una familia, además ha retado la conciencia moral de una nación.

Quienes cometen actos morales viles contra la realidad y/o convicciones profundas de una comunidad, deben ser castigados para proteger el fundamento de la comunidad (Deuteronomio 22:21; Josué 7:15; Jueces 19:23-24; 20:6,10; 2 Samuel 13:12; Jeremías 29:23). Tales atrocidades nunca deben ser toleradas o dejadas impunes.

David se enfureció cuando se enteró de Amnón y Tamar (2 Samuel 13:20-21) pero equivocadamente no corrigió el asunto. Fue Absalón quien, igual a los hijos de Jacob, tuvo razón al llenarse de ira mas pecó en su violencia y odio (2 Samuel 13:22).

¿Es que Jacob no vió la importancia del hecho? ¿Cómo se enteraron los hijos? Observen que el escritor resalta la tristeza de los hijos pero no menciona las emociones de Jacob; es obvio que tampoco hizo intento de comunicarse con ellos pues esperó hasta que regresaran.
Hamor viene a entrevistarse con Jacob, pero los hijos rápidamente se hacen cargo de la situación pues el padre termina negociando con ellos.

8Pero Hamor habló con ellos, diciendo: El alma de mi hijo Siquem anhela a vuestra hija; os ruego que se la deis por mujer. 9Enlazaos con nosotros en matrimonios; dadnos vuestras hijas y tomad las nuestras para vosotros. 10Así moraréis con nosotros, y la tierra estará a vuestra disposición. Habitad y comerciad y adquirid propiedades en ella.

Tengo dinero y poder y propiedades. Olvidemos este asunto, borrón y cuenta nueva. La proposición de este hombre es precisamente lo que Abraham e Isaac trataron de evitar. Años más tarde la propia Ley prohibió este tipo de uniones (Deuteronomio 7:3). Para el pueblo de Israel una perversión, para Hamor una oportunidad de cooperación comercial [¡provisión de necesidades básicas! qué tentador!) considerando que las palabras de su hijo son sinceras y honorables!
Observen que no hay palabras de Dina por ninguna parte, la víctima se ha vuelto invisible.

11Dijo también Siquem al padre y a los hermanos de ella: Si hallo gracia ante vuestros ojos, os daré lo que me digáis. 12Pedidme cuanta dote y presentes queráis y os daré conforme a lo que me digáis, pero dadme a la joven por mujer.

Habla el favorito como si nada hubiera pasado. Para dote, la suma de dinero era variable. Tiempo después, en el caso de violación la ley señalaba 50 siclos de plata al padre de la joven (Deuteronomio 22:28-29) y sin posibilidad de divorcio.

Noten el contraste. Por un lado la familia de Jacob, extranjeros, nómadas, gitanos, versus Hamor y su hijo, ricos, de suaves modales, educados, con clase, poderosos. Ambos vienen y tratan el asunto como cosa ligera, suavizan el pecado: hagamos un trato, saquemos provecho.
¡Cuánto cuidado debiéramos tener!
Como mujeres somos muy dadas a seguir a gentes así, gentes de poder, dinero, palabras suaves…y si analizamos, Cristo no fue crucificado por los publicanos o las rameras. Fue crucificado por gente como Hamor y Siquem.

13Pero los hijos de Jacob respondieron a Siquem y a su padre Hamor, y les hablaron con engaño porque Siquem había deshonrado a su hermana Dina.

El discurso de Hamor resalta cuán bueno sería para ambas familias establecer lazos matrimoniales [comerciales].
El discurso de Siquem resalta el asunto financiero: saldrían de pobres, pero su interés primario es quedarse con Dina haciendo una oferta que los otros no puedan resistir.
Observen que al inicio Siquem habla de “una muchacha” pero ahora le añade dignidad hablando de “una joven.”

Los hijos de Jacob se parecen a Absalón, pero aquí recurren a una estratagema mientras que Absalón planificó su venganza durante dos años.
Para los hijos de Jacob, la propuesta de Hamor es inadmisible.
Dina no es más la hija de Lea, sino “la hermana.” ¿Por qué este cambio? Porque son los hijos, sus hermanos, no Jacob el padre, quienes intervienen para remediar la situación.
Jacob sigue a un lado, en silencio, dejando que las cosas se desarrollen por sí mismas.

14Y les dijeron: No podemos hacer tal cosa, dar nuestra hermana a un hombre no circuncidado, pues para nosotros eso es una deshonra.
15Sólo con esta condición os complaceremos: si os hacéis como nosotros, circuncidándose cada uno de vuestros varones; 16entonces sí os daremos nuestras hijas, y tomaremos vuestras hijas para nosotros, y moraremos con vosotros y seremos un solo pueblo.
17Pero si no nos escucháis, y no os circuncidáis, entonces tomaremos a nuestra hija y nos iremos.

Los hermanos vacían de todo significado piadoso a la señal del pacto, obrando de modo sacrílego y reprensible; el discurso está cargado de ironía: la parte del cuerpo que Siquem utilizó en su pasión violenta será la misma fuente para su propio castigo.
sacrilegio
Del lat. sacrilegium.
1. Lesión o profanación de cosa, persona o lugar sagrados.

Es probable que Simeón y Leví fueran los responsables del plan, porque fueron ellos los ejecutores finales. No hay indicación de que Jacob hubiera asentido, o hubiera sido consultado, o hubiera dicho algo o tuviera alguna opinión. Está reducido al silencio, indiferencia y pasividad completas.

Es posible que la propuesta de circuncidarse tenga más que ver como rito de iniciación al matrimonio y a la vida comunitaria de una tribu. El texto no señala que los canaanitas vayan a ser convertidos en israelitas.
Interesante, las palabras de los hermanos son dichas desde una posición de fuerza: “no podemos” sin embargo ocultan la razón de la deshonra: la violación de su hermana. Solo más tarde en la narración nos enteraremos que ¡Dina está secuestrada en la casa de Siquem! No se le ha permitido regresar a su casa.
Los hermanos están furiosos: Siquem la tomó a la fuerza, nosotros haremos lo mismo.

18Y sus palabras parecieron razonables a Hamor y a Siquem, hijo de Hamor.
19El joven, pues, no tardó en hacerlo porque estaba enamorado de la hija de Jacob.
Y él era el más respetado de toda la casa de su padre.

¿Enamorado? Vaya vaya, Siquem ahora con intenciones románticas. Se circuncida.

20Entonces Hamor y su hijo Siquem vinieron a la puerta de su ciudad, y hablaron a los hombres de la ciudad, diciendo:
21Estos hombres están en paz con nosotros; dejadles, pues, morar en la tierra y comerciar en ella, porque ved, la tierra es bastante amplia para ellos. Tomemos para nosotros a sus hijas por mujeres y démosles nuestras hijas. 22Mas sólo con esta condición consentirán ellos en morar con nosotros para que seamos un solo pueblo: que se circuncide todo varón entre nosotros, como ellos están circuncidados.
23¿No serán nuestros su ganado y sus propiedades y todos sus animales? Consintamos sólo en esto, y morarán con nosotros.

Negociación completa (v.23). Y convencen a todos los hombres de la ciudad con la esperanza de ganancias sin fin…

24Y escucharon a Hamor y a su hijo Siquem todos los que salían por la puerta de la ciudad, y fue circuncidado todo varón: todos los que salían por la puerta de la ciudad.

La ciudad entera llena de avaricia. Hay dos ciclos de engaño: (a) los hijos de Jacob contra Hamor y Siquem, (b) Hamor y Siquem contra los hombres de la ciudad.
El acuerdo con los israelitas ha sido verbal, noten que la primera oferta fue dejar que la familia de Jacob se estableciera, comerciara y adquiriera propiedades; oferta triple. A los siquemitas, Hamor & Co., les dicen “que se establezcan y comercien” es decir una oferta doble. Al final solo hablan de “establecerse.”

25Pero sucedió que al tercer día, cuando estaban con más dolor, dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada y entraron en la ciudad, que estaba desprevenida, y mataron a todo varón. 26Y mataron a Hamor y a su hijo Siquem a filo de espada, y tomaron a Dina de la casa de Siquem, y salieron.

La violencia del macabro plan elaborado por los hermanos, con Simeón y Leví a la cabeza (hermanos de padre y madre de Dina). Su deseo de castigo es justo, su forma de hacerlo es completamente pecaminosa. Por esta razón perdieron liderazgo (49:6) y tierras en Israel (49:7; Mateo 26:52).

27Después los hijos de Jacob vinieron sobre los muertos y saquearon la ciudad, porque ellos habían deshonrado a su hermana. 28Y se llevaron sus ovejas, sus vacas y sus asnos, y lo que había en la ciudad y lo que había en el campo; 29y se llevaron cautivos a todos sus pequeños y a sus mujeres, y saquearon todos sus bienes y todo lo que había en las casas.

¿Justicia? No. Venganza. Justicia es cuando el castigo va de acuerdo con el crimen. Aquí fue ley del talión: así como los siquemitas intentaron apropiarse la casa de Jacob, los de Jacob se apropian de todo lo siquemita. Siquem y su padre nunca fueron honestos, es verdad, pero la conducta israelita es de venganza total.

30Entonces Jacob dijo a Simeón y a Leví: Me habéis traído dificultades, haciéndome odioso entre los habitantes del país, entre los cananeos y los ferezeos; y como mis hombres son pocos, ellos se juntarán contra mí y me atacarán, y seré destruido yo y mi casa.
31Pero ellos dijeron: ¿Había de tratar él a nuestra hermana como a una ramera?

Jacob reprende la imprudencia de sus hijos, ellos le reprenden su falta de indignación moral. Sus hijos justifican la carnicería.
Simeón y Leví traicionaron el acuerdo que habían negociado con los canaanitas, pero el reproche de Jacob se debe al temor que tiene ahora por su familia, su preocupación es de carácter táctico, no ético.
He aquí la ironía de ver como Jacob ventila su disgusto sobre los hijos que no han honrado su palabra, algo que él mismo realizó en más de una ocasión. ¿Por qué reprochar su abandono de compromiso mientras que a él si le es permisible?
Noten los pronombres: “me…me…me…”
Los dos hijos tienen la última palabra. El silencio de Jacob legitima una conducta éticamente reprobable. Observen cómo enfatizan a Dina como “nuestra hermana” pero no reconocen su complicidad en los hechos.

A propósito, no hay ni una sola palabra de Dina en todo el episodio. Previo se negó la etimología de su nombre [al parecer ‘justicia’ o ‘el que los jueces’ (30:21), ahora ni siquiera habla.
Nadie, ni Jacob ni los hermanos parecen darse cuenta de la enorme infidelidad de ellos hacia Dios. ¿Y nosotros? ¿Quién subirá al monte de Jehová?
Salmo 15:1-5

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