La parábola de Lázaro y el hombre rico en Lucas 16:19-31 resulta de lo más interesante. Para empezar, es una historia que contiene significados terrenales, no tan solo celestiales. Nombra a uno de los personajes, algo inusual; habla del infierno, pero lo hace marginal al punto principal. Pienso que el punto principal de la parábola es sobre privilegios y lo que hacemos con ellos.
privilegio (Del lat. privilegium.)
1. Derecho, ventaja o exención excepcional concedida a una persona o colectividad.
2. Circunstancia o hecho que satisface o gusta a una persona.
El tema es muy actual, surge dondequiera. De hecho, hay quienes abogan para que la gente confiese sus privilegios y renuncie a ellos como si fueran pecado. Otros simplemente niegan su existencia.
El Señor Jesús dice que ninguna de esas respuestas es correcta.
Observen cómo empieza la parábola, estableciendo un contraste entre los dos hombres:
(a) en lo económico, el rico se viste de ropas color púrpura en el exterior, y de lino en el interior; vive rodeado de lujo cada día. Lázaro yace a la puerta, es pobre e incapaz de moverse, alguien lo puso ahí.
(b) en lo familiar, el hombre rico tenía cinco hermanos que vivían exactamente como él; Lázaro no tiene a nadie, de hecho los perros lo hacían impuro al lamer sus llagas.
(c) en lo espiritual, el rico no era un simple pagano: se autonombra «hijo de Abraham» es decir perteneciente al pueblo de Israel. Y por si fuera poco, cuando pregunta al patriarca, éste responde «tienen a Moisés y a los profetas.»
El hombre rico era judío, perteneciente a la comunidad del pacto, conocía las Escrituras. Este individuo termina en el infierno, algo que Jesús mismo señala a la audiencia.
Ambos hombres, Lázaro y el rico, mueren. Uno termina en el Hades, en tormentos; Lázaro es llevado por los ángeles al seno de Abraham.
¿Por qué el rico termina en el Hades?
El verso 25 describe el reverso de la fortuna. «Hijo, recuerda que durante tu vida recibiste tus bienes, y Lázaro, igualmente, males. Pero ahora él es consolado aquí y tú estás en agonía.» Ambos hombres judíos tenían privilegios espirituales.
El rico no está en tormentos porque fuese rico, así como Lázaro no llegó al cielo porque fuese pobre.
El problema no está en los privilegios, sino en lo que hacemos con ellos, con nuestras bendiciones, nuestra salud, con lo financiero, lo espiritual, lo social.
El rico gastaba en sí mismo mientras alguien yacía a su puerta.
Conocía a Lázaro, sabía su nombre.
No nos equivoquemos: el rico sabía lo que tenía que hacer (Deuteronomio 24:19-22) pero no lo hizo.
¿Nos damos cuenta de las implicaciones?
¿Te has fijado que Jesús habla más del infierno que de los cielos? Y habla a religiosos.
[O sea que para buena fortuna hay una especie en peligro de extinción].
¿Hay esperanza?
Sí. Lázaro está en los cielos. Su mismo nombre significa «Dios ayuda.» Dios mismo abandonó los cielos, se hizo hombre, murió y resucitó para darnos esperanza.
¡Dios abandonó sus privilegios! Lo hizo por causa nuestra, para darnos esperanza.
Luchemos, pues, por imitar a Cristo, sirviendo a otros con lo que tengamos, enriqueciendo su existencia de una u otra manera, mostrando el fruto del Espíritu que mora en nuestro interior.
El Señor nos bendiga y guarde.
<{{{{><