Para pensar:
¿Te ha permitido Dios aprender obediencia mediante sufrimiento? ¿Qué o cuáles actitudes o conductas han cesado a través de la enseñanza del sufrimiento? ¿Qué o cuáles conductas o actitudes te ha permitido aprender a practicar en su lugar?
5 1Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en las cosas que a Dios se refieren, para presentar ofrendas y sacrificios por los pecados; 2y puede [pudiendo] obrar con benignidad [compasión] para con los ignorantes y extraviados, puesto que él mismo está sujeto a flaquezas; 3y por esa causa está obligado a ofrecer sacrificios por los pecados, tanto por sí mismo como por el pueblo.
Para cumplir deberes con dignidad, el Sumo Sacerdote no solo debe ejecutar con precisión la labor y detalles de cada ritual sino además mostrar sentimientos internos acordes a la obra que realiza. El verso 1 se toma como indicador de la historicidad de Hebreos, seguramente escrito antes del 70 DC, al especificar las funciones de alguien que todavía presta servicio en el Templo.
El Sumo Sacerdote es llamado a obrar con benignidad para con ignorantes y extraviados, en el sentido de ser sujeto a provocación y quien podría, si quisiera, responder con ira y severidad; pero un Sumo Sacerdote lleno de indignación y/o exasperado ¿cómo podría solicitar expiación por el pecado ajeno?
Observen que se ofrecen ofrendas y sacrificios por ignorantes y extraviados, o de extraviados por causa de ignorancia, no por cualquier persona (Números 15:28 y el sacerdote hará expiación delante del Señor por la persona que ha cometido error, cuando peca inadvertidamente, haciendo expiación por él, y será perdonado); el Sumo Sacerdote ha de considerar que él mismo es hombre sujeto a las mismas flaquezas (ejemplos de Josué hijo de Josadac, Aarón y la excusa pueril que dio a Moisés; Zacarías 3:3-9, Exodo 32:24).
Ahora bien, la Ley no hace esta provisión para quien peca con deliberación (Números 15:30-31).
Ahora pensemos en 1 Pedro, donde dice que todos somos “real sacerdocio.” Si el sacerdocio levítico era capaz de lidiar con gentileza para con ignorantes y extraviados, ¿cuánto más nosotros, seguidores del nuevo gran Sumo Sacerdote?
Nosotros, que contamos con la revelación total del evangelio… ¿Cómo respondemos a estas personas?
La respuesta común suele ser impaciencia, rechazo, indignación, hasta repulsa. “No te quiero cerca de mí” “No quiero saber lo que haces” etc. Pensemos bien.
¿Por qué el sacerdocio levítico podía simpatizar con ignorantes? Porque primero había ofrecido sacrificios por sí mismo delante de Dios, no podía ser ignorante de sus propias flaquezas (Aarón en Levítico 16:6).
Si una calificación del Sumo Sacerdote era su capacidad de simpatizar, otra no menos importante era ser llamado por Dios para este servicio. Nadie podía nombrarse a sí mismo ni alegar validez otorgada por autoridad terrenal alguna.
Aarón, el primer Sumo Sacerdote de Israel, así como herederos y sucesores posteriores, fue escogido por Dios (Exodo 28:1f; Levítico 8:1f; Números 16:5; 17:5; Sal 105:26; Números 20:23-26; 25:10f). Otros Sumo Sacerdotes, no de descendencia aarónica, pero que ejercieron en momentos precisos, lo hicieron por llamado divino directo y especial (Samuel en 1 Samuel 7:3-17).
4Y nadie toma este honor para sí mismo, sino que lo recibe cuando es llamado por Dios, así como lo fue Aarón.
Mmm, el rol de sacerdote no era un cargo por elección. Ustedes saben lo que sucede cuando es por elecciones:
- yo voté por ti, por tanto haz lo que te pido;
- yo no voté por ti, no tengo qué obedecer
La naturaleza humana en su esplendor, en cualquiera de estas respuestas.
Cuando el Señor nos llama a formar parte del real sacerdocio no es porque somos “wow” o porque alguien más pensó en ello. Es únicamente por la gracia dispensada a través de Cristo.
Y en este tenor es que el autor de Hebreos procede a presentar las calificaciones de Cristo:
5De la misma manera, Cristo no se glorificó a sí mismo para hacerse Sumo Sacerdote, sino que lo glorificó el que le dijo:
Hijo mío eres tú, Yo te he engendrado hoy;
6como también dice en otro pasaje:
Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.
Cita el Salmo 2:7 que enlaza con el Salmo 110:4 para establecer que no hay dos Mesías, sino uno solo, rey y sacerdote según el orden de Melquisedec. Melqui aparece en la Escritura por primera vez en Génesis 14:18 como rey de Salem (tradicionalmente identificada como Jerusalén) y sacerdote del Dios Altísimo (El Elyon), del cual hablaremos después.
Observen que el autor invierte el orden de las calificaciones: (1) su llamado, incluso Cristo Hijo de Dios no asume por iniciativa propia; fue llamado por Dios mismo (Salmo 2:7). (2) simpatía con su pueblo.
7Cristo, en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía librarle de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente;
El énfasis no es tanto la oración, sino la necesidad de ser oído: la ayuda celestial para beber de la copa futura. Lo que da realidad al sacerdocio es que no se trata de un oficio externo, heredado, usurpado, u otorgado por favores, sino que trata de vocación y calificaciones internas en experiencia y carácter. Cristo reconoció el camino de la voluntad del Padre y lo siguió hasta el final, de ahí la expresión “temor reverente” o sumisión humilde.
Reverencia = postura de confianza y sumisión.
8y aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció;
Lo natural para un hijo es que aprenda obediencia mediante sufrimiento.
¿En qué sentido el Hijo de Dios aprendió obediencia por lo que padeció? ¿Significa que era desobediente y tuvo que aprender? No. Porque El era sin pecado.
¿Entonces? Que desde el principio estableció el camino de obediencia a Dios, aprendió obediencia al experimentar en el camino las consecuencias de dicha obediencia en la vida práctica cotidiana terrenal
El Señor Dios me ha dado lengua de discípulo, para que yo sepa sostener con una palabra al fatigado. Mañana tras mañana me despierta, despierta mi oído para escuchar como los discípulos. El Señor Dios me ha abierto el oído; y no fui desobediente, ni me volví atrás. Di mis espaldas a los que me herían, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y esputos.
El Señor Dios me ayuda, por eso no soy humillado, por eso como pedernal he puesto mi rostro, y sé que no seré avergonzado. Cercano está el que me justifica; ¿quién contenderá conmigo? Comparezcamos juntos; ¿quién es el enemigo de mi causa? Que se acerque a mí. He aquí, el Señor Dios me ayuda; ¿quién es el que me condena? He aquí, todos ellos como un vestido se gastarán, la polilla se los comerá. Isaías 50:4-9
Jesús, en su humanidad, tuvo que aprender a caminar, a hablar, a comer, a ponerse la ropa, lavarse, a leer, a martillar un clavo, etc. Aprendió. Jesús el hombre tuvo que aprender de primera mano lo que Jesucristo, Dios, ya sabía. Quienes fueron bautizados por Juan en el Jordán hubieron de confesar sus pecados, pero no fue así con Cristo: El fue bautizado con la resolución de colocarse sin reservas a disposición de Dios Padre para el cumplimiento de su propósito de salvación. La carrera de obediencia pública inaugurada en el primer bautismo fue coronada en el segundo (Marcos 10:38; Lucas 12:50 pero de un bautismo tengo que ser bautizado, y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!), en el cumplimiento de toda justicia.
La audiencia de Hebreos se da cuenta ahora que mantener su fe los expone a persecusión y sufrimiento, de lo cual cual podrían escapar si renuncian a esa fe. ¿Qué harán, volver atrás y perder lo alcanzado, o caminar a la perfección?
El autor exhorta a mirar a Cristo y continuar adelante, hecho perfecto a través del sufrimiento, a perseverar y no desmayar sabiendo que cuentan con un gran Sumo Sacerdote abundante en benignidad y simpatía.
Y nosotras, ¿aprenderemos obediencia del sufrimiento?
Físicamente es sencillo, si no tomo café en la mañana me duele la cabeza el resto del día. Pero luego con el corazón y los pensamientos el tema se pone difícil, y más cuando interviene la escuela del sufrimiento, pues debiéramos ser buenas estudiantes.
9y habiendo sido hecho perfecto [completo], vino a ser fuente [autor] de eterna salvación para todos los que le obedecen, 10siendo constituido por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.
La esencia de perfección que el autor tiene en mente consiste en el doble hecho de que por su muerte y sufrimiento Cristo (1) vino a ser fuente de eterna salvación y (2) aclamado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec. ¿A quiénes? A quienes le obedecen.
Una vez más el autor nos exhorta a perseverar en lealtad a Cristo, autor de eterna salvación. La lógica del argumento sería investigar ahora en qué consiste ser sacerdote según el orden de Melquisedec, pero…
<{{{{<<