Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo. El hombre, como la hierba son sus días; Florece como la flor del campo, Que pasó el viento por ella, y pereció,Y su lugar no la conocerá más.
Nuestra cultura trata de posponer la muerte a toda costa, desesperadamente. Sin embargo, las vitaminas, el ejercicio y las dietas saludables acabarán siendo inútiles porque, como dice Santiago 4.14 «Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.» Todos moriremos, pero los creyentes no tienen por qué temer. De hecho, el apóstol Pablo nos asegura que, lejos de ser un cambio terrible, la muerte física, en realidad, lleva a los creyentes a casa para estar con el Señor para siempre, «pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.» (2 Corintios 5:8).
«Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.» (Filipenses 1:21).
En última instancia, ninguno de nosotros tiene control sobre la duración de nuestra vida, porque todos los días ordenados para nosotros ya han sido escritos en el libro de Dios, «Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación;» (Hechos 17:26). Por tanto, lo importante es cómo usamos los días que Él nos ha asignado. Al compartir el amor del Señor de cerca y de lejos, debemos recordar que nuestra ciudadanía está en el cielo, «Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;» (Filipenses 3:20); estamos de paso en esta vida terrenal como viajeros. Si nos volvemos demasiado cómodos aquí o buscamos encontrar nuestra seguridad y valor en el éxito mundano, no será posible mantener una perspectiva eterna.
¿Se ha distraído usted de lo eterno al vivir para disfrutar de lo temporal? La manera de cambiar su enfoque hacia el cielo es conocer y amar a Aquel que mora allí.
«Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo…» (Efesios 5:15-16).
Lee, Medita y Aplica!