Tito 2:11-12

Estándar

Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente.

Hay quienes creen que el comportamiento ético y el carácter moral los llevarán al cielo. Otros piensan que un plan de superación personal es la solución. Incluso hay quienes suponen que serán excluidos debido a pecados del pasado.

Lo cierto es que las obras no determinan nuestro estado eterno. Más bien, la barrera entre nosotros y el Dios santo es nuestra naturaleza pecaminosa. El pecado de Adán y Eva hizo que toda la humanidad comenzara su vida espiritualmente muerta y bajo sentencia de juicio, «Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.» (Romanos 5:12). Ninguna cantidad de buenas obras puede cambiar nuestra naturaleza impía, ni las malas decisiones la hacen peor.

Sin la ayuda del Señor, la entrada al cielo estaría cerrada para todos, y todos enfrentaríamos la eternidad separados de Dios. Pero nuestro Padre celestial tenía un plan para que pudiéramos vivir con Él para siempre: envió a su Hijo Jesús para que tomara nuestros pecados sobre sí mismo y recibiera el castigo que merecíamos. Lo que nosotros no podíamos hacer, Cristo lo hizo por nosotros. A través de la fe en Él, recibimos una naturaleza nueva, y llegamos a vivir en la presencia de Dios para siempre.

No tenemos que preocuparnos por ganarnos un lugar en el cielo. Gracias a Cristo, nuestro futuro está garantizado allí, lo que le da esperanza y sentido a nuestra vida en este mundo.

Lee, Medita y Aplica!

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