Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
Aprendimos que el discernimiento espiritual se desarrolla de manera progresiva con el tiempo. Es importante buscar con frecuencia su voluntad y estudiar la Palabra para conocerlo mejor. También, pedir al Espíritu Santo que nos ayude a entender las Sagradas Escrituras y obedecer su guía.
La iglesia es otra vía de instrucción. A medida que la Biblia es enseñada y explicada, obtenemos una base de verdad sobre la cual edificar nuestra vida. Pero no nos conformemos con simplemente conocer los fundamentos de la fe. Al profundizar en la Palabra y luchar con asuntos más importantes, adquiriremos un entendimiento más amplio de lo que el Señor desea y espera.
Pero no importa cuánta información acumulemos, el discernimiento se produce poniendo en práctica lo que hemos aprendido. No sirve de nada sentarse en la iglesia semana tras semana sin aplicar nunca los principios bíblicos que allí se enseñan.
La madurez espiritual se mide, no por lo que sabemos, sino por la fidelidad con que aplicamos lo que sabemos. Es a través de nuestra obediencia que Dios nos capacita para discernir el bien y el mal; entonces podemos vivir con sabiduría y rectitud.
Lee, Medita y Aplica!