4“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
La palabra “llorar” aquí significa “dolerse, estar en duelo.” Vine a ser la contraparte emocional de la pobreza de espíritu. Duelo es tristeza y dolor ante una pérdida, a menudo la asociamos con la muerte de un ser querido. Pero experimentar una decepción, perder el trabajo, reprobar un examen son también formas de duelo.
Ahora bien, JC nos habla de vida en el reino de Dios. La pobreza descrita se refiere al espíritu del hombre, no a su bolsillo.
El duelo se refiere al dolor del hombre ante su propio pecado; arrepentimiento de las decepciones causadas a Dios. (Isaías 6:5 entonces dije ¡ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos).
Carácter tiene raíz de duelo. El llorar de alguien que busca pureza según su propia fuerza y reconoce que no puede alcanzarla (Romanos 7:24 ¡Miserable de mí! ¿Quien me librará de este cuerpo de muerte?).
Para los discípulos, lo esperable era evitar el llanto, andar en sitios donde la tristeza no los alcance nunca. ¿Que cómo lo sabemos? Oh, porque nos encanta el juego comparativo: “al menos no soy tan mala como… ¿yo? muy bien…” Pero el creyente no excusa su pecado, ni lo disminuye ni lo ignora. Tampoco utiliza una balanza donde coloca sus buenas obras, sus mejores cualidades.
Como todas las gracias espirituales, es posible que confundamos la verdadera naturaleza de este duelo. NO debe equipararse con el espíritu cargado o depresivo. Algunas somos de temperamento melancólico, introvertido, con una pobre imagen de nosotras mismas que se nota hasta en el caminar. Pero tales cosas también se ven en alguien absorto en sí mismo.
Quien se duele genuinamente a causa de su pecado es alguien vacío de sí mismo que ve a Dios en su santidad y gracia. Se duele porque ha visto a Dios (Salmo 130:3-4 JAH, si mirares a los pecados, ¿quien, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en ti hay perdón para que seas reverenciado), sabe que le ha ofendido pero descubre la gracia del perdón.
Es la gracia de Dios lo que nos hace dolernos por nuestro pecado, derretir nuestros corazones y desarrollar la actitud correcta hacia el pecado, en llanto, vergüenza y dolor.
¿Quieres seguir la lógica terrenal? La mejor manera es apartarse de la Escritura. Porque la Palabra tiene poder para convencernos de pecado. Necesitamos llorar, pero lo que buscamos es comodidad. Creemos que hallaremos consuelo en otros, o en tal o cual cosa, “oh sí, me equivoqué, pero somos humanos…”
Muchos van a la iglesia o leen la Escritura para ser consolados, no para dolerse.
RC Sproul: “es un signo de nuestra época que venimos a la iglesia, y agrego, venimos a la Biblia, para juzgar el sermón, en lugar de que el mismo nos juzgue. Enjuiciamos la calidad del sermón y de paso al vecino. No permitimos que el sermón nos juzgue, porque si así fuera estaríamos de duelo. Lloraríamos.”
Si nos humilláramos, Cristo nos exaltaría (es lo que escribe Santiago).
Ser sensibles a nuestro pecado no significa vivir en desesperación. Además, las bienaventuranzas no suceden aisladas. Jesucristo describe al ciudadano integral del reino de los cielos. Alguien que saborea el consuelo del profundo amor de Dios en Cristo porque el evangelio consuela.
Tener carácter es dolerse. (Isaías 61:1-3, el Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Dios se les de gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.
Lucas 4:16-21 …hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros).