2 Corintios 4:4-6

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En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.

Piense en la luz y la oscuridad, y en el modo en que afectan su capacidad de ver. En la oscuridad no tenemos sentido de dirección ni valor para avanzar, pero en la luz todo está claro. En un sentido muy real, esta perspectiva también es válida en el ámbito espiritual. Quienes habitan en la oscuridad espiritual no pueden percibir las realidades de Dios.

Sin embargo, el Señor tiene el poder de ayudarnos a discernir la verdad. Él dijo: “…Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8.12). Por eso la frase “la luz del evangelio de la gloria de Cristo” es la descripción perfecta del mensaje de salvación. Es la buena noticia que puede trasladar a alguien de las tinieblas espirituales a la luz de Jesucristo, «el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,» (Colosenses 1:13).

Quienes hemos aceptado al Señor Jesucristo como Salvador somos ahora “hijos de luz” «Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz» (Efesios 5:8). Él nos llama a cada uno de nosotros a llevar el evangelio a un mundo incrédulo que no es capaz de ver en la oscuridad. Es importante que nuestro estilo de vida se distinga de la oscuridad que nos rodea. En sus interacciones diarias, ¿es usted un portador de luz que señala el camino hacia Cristo?

Lee, Medita y Aplica!

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