Con misericordia y verdad se corrige el pecado, Y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal. Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.
Dios puede constreñir al enemigo a desistir de hacerme daño, aunque tenga la intención de hacerlo. Esto hizo con Labán, que persiguió a Jacob, pero no se atrevió a tocarlo. O puede dominar la ira del enemigo, y volverlo amigable, como lo hizo con Esaú, que se reunió con Jacob de una manera hermanable, aunque Jacob había temido que lo hiriera a él y a su familia con la espada. El Señor puede también convertir a un furioso adversario en un hermano en Cristo, en un compañero obrero, como lo hizo con Saulo de Tarso. ¡Oh, que hiciera esto en cada instancia en que aparezca un espíritu perseguidor! Bienaventurado es el hombre cuyos enemigos son reducidos a ser lo que los leones fueron con Daniel en el foso: ¡tranquilos y amigables!
«Guárdame, oh Jehová, de manos del impío; Líbrame de hombres injuriosos, Que han pensado trastornar mis pasos.» (Salmos 140:4).
Lee, Medita y Aplica!