Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.
Moisés fue un líder importante del pueblo hebreo, y muchos lo consideran un héroe del Antiguo Testamento. Fue llamado a hacer grandes cosas con la ayuda del Señor, y se encontró con la presencia del Todopoderoso de manera personal. Pero todas sus asombrosas hazañas fueron posibles solo por su fe.
El pasaje de hoy es parte de lo que se conoce como el “Salón de la fe” de la Biblia. Los mencionados en este capítulo le creyeron a Dios y demostraron su confianza con la acción obediente. Santiago 2.14 dice que toda fe genuina resulta en acción, y eso también es cierto para nosotros.
«Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?» (Santiago 2:14)
Andar por fe no significa que estemos en un camino fácil. Puede implicar dificultades e incluso persecuciones. Pero cuando nos mantenemos fieles al Señor a pesar de todo, nuestra fe demuestra ser genuina y nos volvemos más semejantes a Cristo.
¿Está usted dispuesto a confiar en el poder de Dios en su debilidad? ¿Cree que Él le dará poder para mantenerse firme si enfrenta la adversidad? El Señor responde a la fe al capacitarnos para soportar las dificultades, demostrando su poder en nuestra debilidad, y dándonos satisfacción y gozo en medio del sufrimiento.
Lee, Medita y Aplica!