Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres.
La mayoría estamos familiarizados con la victoria de los israelitas en la batalla de Jericó, pero ¿sabe qué pasó después de eso? Josué intentó tomar la ciudad de Hai, y treinta y seis israelitas murieron en la batalla antes de que su ejército se retirara atemorizado. ¿Por qué, se preguntó Josué, les hizo esto el Señor? «Y Josué dijo: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos en las manos de los amorreos, para que nos destruyan?…» (Josué 7:7)
Obviamente, no estaba consciente de dos problemas. Primero, un israelita desobedeció cuando tomó el botín prohibido después de la caída de Jericó. «Porque Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá, tomó del anatema; y la ira de Jehová se encendió contra los hijos de Israel.» (Josué 7:1). Segundo, Dios no dio inicio a la batalla; Josué había sido persuadido por sus consejeros. Debido a que Josué no buscó consejo celestial, no se enteró del delito del israelita hasta que fue demasiado tarde. Después de que el malvado hombre fue condenado a muerte, Josué esperó la señal de Dios para tomar Hai. Entonces, y solo entonces, el ejército hebreo tuvo éxito,
«Jehová dijo a Josué: No temas ni desmayes; toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, a su pueblo, a su ciudad y a su tierra.» (Josué 8:1)
¿Puede usted verse cometiendo un error semejante al de Josué, es decir, tratar de manejar una situación con sus propias fuerzas? Es más fácil de lo que pensamos cuando el pecado tuerce nuestro pensamiento y obstaculiza nuestra comunicación con el Padre celestial. Examinemos nuestro corazón con seriedad, confesemos cualquier pecado, pidamos a Dios que nos guíe, y luego esperemos por Él. Recuerde que la dirección de Dios siempre es la mejor, y la correcta.
«Encomienda a Jehová tus obras, Y tus pensamientos serán afirmados.» (Proverbios 16:3)
Lee, Medita y Aplica!