Romanos 5:3-5

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Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

Dios utiliza el sufrimiento para quitar el pecado de nuestras vidas, fortalecer nuestro compromiso con Él, forzarnos a depender de su gracia, unirnos a otros creyentes, producir discernimiento, promover sensibilidad, disciplinar nuestras mentes, impartir sabiduría, ensanchar nuestra esperanza, hacer que conozcamos mejor a Cristo, hacernos anhelar la verdad, guiarnos al arrepentimiento del pecado, enseñarnos a dar gracias en tiempos de dolor, aumentar nuestra fe y fortalecer nuestro carácter. Y una vez logra tales cosas, a menudo podemos ver que nuestro sufrimiento valió la pena. Dios no quiere que simplemente nos sintamos bien. Quiere que seamos santificados. Y frecuentemente, el camino para ser santificados incluye el que no nos sintamos bien. 

«Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.»(Salmos 32:3-5). 

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