Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
Uno de los beneficios de la adversidad es que desafía nuestro orgullo. El apóstol Pablo experimentó este tipo de intervención a través de lo que llamó “un aguijón en [la] carne”, el Señor lo usó para perfeccionar su efectividad como siervo de Cristo.
Por lo general, no nos damos cuenta de lo que está en juego cuando permitimos que el orgullo eche raíces en nuestra vida, pero afecta la manera en que Dios interactúa con nosotros, ya que Él “…resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4.6). El orgullo impide que alcancemos lo que el Padre celestial quiere hacer en y por medio de nosotros. Incluso si el mundo lo ve como exitoso, un ministerio motivado y ejercido por nuestro mero esfuerzo carece de valor a los ojos del Señor.
¿Puede ver lo mucho que estaba en juego para Pablo y para los creyentes? El Señor usó al apóstol para establecer iglesias y escribir epístolas que se convertirían en una parte importante de nuestro Nuevo Testamento. Cuando entendió la razón de su “aguijón”, el apóstol Pablo respondió con confianza y gratitud por la sabia y amorosa protección del Señor.
Tal vez pueda darse cuenta por qué la adversidad también es beneficiosa para usted. A cada uno de nosotros se nos han dado áreas de influencia. Humíllese hoy para que Dios pueda usarle en gran medida.
«Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.» (1 Pedro 5:6-7).
Lee, Medita y Aplica!