Deuteronomio 8:17-18

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Y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.

Es muy común escuchar en nuestro día a día las historias de personas exitosas que lucharon fuertemente por alcanzar sus sueños y metas. Historias generalmente acompañadas de mensajes motivadores que intentan inspirar haciendo creer que el éxito es resultado exclusivo del esfuerzo, y que quien logra triunfar en la vida lo hace como fruto de sus propios talentos, capacidades o su valentía. Pero no tenemos ni podemos tener control de nada, ni siquiera del siguiente segundo, la Biblia lo explica de esta manera; «cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.» (Santiago 4:14).

La Biblia nos enseña que nada podemos alcanzar sin la ayuda de Dios. «…No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.» (Juan 3:27). «Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?» (1 Corintios 4:7).

Uno de los más grandes errores que cometemos es planificar como si el control del futuro estuviese plenamente en nuestras manos, y jactarnos, asumiendo todo el crédito por el éxito que podamos lograr.  

No olvides nunca que todo lo que tienes, todo lo que pasa y todo lo logrado es por la sola gracia de Dios. Pide al Señor que tu vida entera sea una respuesta de gratitud a su grande amor. 

«Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.» (1 Crónicas 29:12-13). 

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