En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,
¿Se ha preguntado alguna vez por qué Dios permite que le ocurran cosas malas a usted o a sus seres queridos? Las dificultades y el sufrimiento son una consecuencia del pecado y de la condición del mundo, pero ¿por qué permite Él que experimentemos angustias? Aunque las pruebas son dolorosas, entender el propósito del Señor puede darnos alegría y esperanza. Cuando una persona es salva, comienza el proceso de santificación que tarda toda la vida. Y pocas cosas moldean tan bien nuestro carácter como el dolor. No obstante, nuestro crecimiento espiritual puede ser lento durante los tiempos placenteros, así que el dolor nos pone de rodillas en dependencia de Dios mientras buscamos su ayuda, fortaleza, consuelo y misericordia.
Otra razón por la que el Padre celestial permite las pruebas, es para probar y refinar nuestra fe. Cuando pasamos por el fuego de la aflicción y permanecemos fieles al Señor, salimos más seguros de nuestra posición de salvación que tenemos en Él. Y no solo eso, sino que sentimos una mayor confianza en quien es Dios y en la relación que tenemos con Él. Entonces, cuando surja la próxima dificultad, recordaremos la fidelidad de Dios durante las pruebas del pasado y descansaremos con confianza en Él. Si nos sometemos al Señor, Él usará nuestras dificultades para hacernos madurar, lo cual es motivo de alegría y gozo, recordando la promesa que el mismo Señor Jesucristo nos hizo.
«Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.» (Juan 16:33).
Lee, Medita y Aplica!