A medida que Dios bendice tu ministerio, o abre puertas para ti, fuera bueno recordar el consejo del Dr. A.W Tozer:
«Es el primer Domingo de Ramos y he aquí Jesús viene cabalgando sobre un asno, entrando a Jerusalén. La multitud entona ¡Hosanna! ¡Hosanna! El viejo burro endereza sus orejas. Algunos de entre la multitud tiran sus mantos al suelo mientras otros esparcen ramos de palmas.
-Vaya-, dice el burro para sí, y espanta una mosca. -No tenía ni idea de cuánto me apreciaban. Escuchen esos hosannas, por favor. Realmente debo valer mucho.»
Cuando alguien te diga «qué bien hiciste tal cosa, eres la mejor del mundo» recuerda que lo único significativo que has hecho fue traer a Jesús hacia ellos.
Mantener este pensamiento te ayudará al objetivo de dar a Dios la gloria que solo pertenece a Dios.
A.W Tozer, citado por Carol Kent en What I wish I’d Known, 2014 Kirkdale Press.
¡Excelente!
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Versículos que nos pueden ayudar:
Jeremías 9:24
Mas el que se gloríe, gloríese de esto:
de que me entiende y me conoce,
pues yo soy el SEÑOR que hago misericordia,
derecho y justicia en la tierra,
porque en estas cosas me complazco —declara el SEÑOR.
2 Corintios 10:17 Mas el que se gloría, gloríese en el Señor;
Mateo 5:16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Efesios 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Lucas 17:10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.
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Así cómo el burro muchas veces nos creemos la gran cosa, que bueno es el Señor que usa su palabra para hacernos ver quienes somos.
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UN LLAMADO A LA FEMINIDAD BÍBLICA
abril 15 del 2015
Debido a la liberación femenina moderna, el valor de la mujer ha llegado a ser equiparado con su papel en la comunidad y el mercado, asignándosele relativamente, muy poco valor a los roles de la mujer en el hogar.
Hoy, no se regala flores a la mujer en reconocimiento a su actitud reverente, modesta, casta, gentil y callada. Las mujeres raramente son aplaudidas por amar a sus esposos e hijos, por mantener la casa en orden, por cuidar de sus padres envejecientes, por ser hospitalarias o por llevar a cabo actos de bondad, servicio y misericordia. En otras palabras, se presta poca atención a los logros que la Palabra de Dios dice que toda mujer debe aspirar. (1 Timoteo 5:10; Tito 2:3-5)
Se suponía que la liberación femenina le brindaría a las mujeres, un mayor sentido de satisfacción personal y libertad. Pero no puedo evitar sentir una sensación de tristeza por lo que se ha perdido en medio de la agitación —es decir, la belleza, la maravilla y el tesoro del carácter distintivo de la mujer.
No debe sorprendernos que el mundo secular esté tan confundido acerca del llamado de la mujer. Lo que me parece más preocupante, es el grado en que el feminismo se ha infiltrado en el mundo evangélico.
La liberación femenina llega a la Iglesia
Vemos como el feminismo moderno a través del evangelicalismo e incentivado por oradores cristianos y líderes, promueve una agenda que alienta a las mujeres a definir su valor en su lugar de trabajo, en la sociedad o en la iglesia. Estos mismos líderes minimizan el papel de las mujeres en el hogar como hijas, hermanas, esposas y madres. No parecen ver a las mujeres como portadoras y dadoras de vida, como encargadas privilegiadas de dar forma al carácter de la próxima generación.
Vemos el fruto de esta revolución en las vidas de mujeres hundidas en el fango de divorcios, segundos matrimonios e hijos rebeldes. Lo vemos en mujeres exhaustas tratando de equilibrar las demandas de tener más de un trabajo, sus funciones de madres solteras, y la búsqueda de maneras de mantenerse activas en la iglesia. Lo vemos en mujeres desorientadas y confundidas, que carecen de sentido de propósito en sus vidas, y que se sienten constantemente heridas, inseguras, resentidas y culpables.
Sí, la liberación femenina ha llegado a la iglesia. Y cuando sumo todas las ganancias y las pérdidas, en mi mente no hay duda de que las mujeres han sido las perdedoras.
Así como han perdido sus esposos, sus hijos y nietos. Como ha perdido la iglesia. Como ha perdido, nuestra cultura carente de fe.
Nancy Leigh demoss
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