Apuntes a Génesis, 39:1-23

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TEMA IX. JOSE EN EGIPTO. Génesis 37 al 41
Capítulo 39:1-23 José y Potifar

La historia de Judá ilustra la necesidad de separar la familia del pacto de Canaán. Persecución, comodidades, amenazan la existencia del pueblo de Dios. La familia, que vive en la tierra sin un altar, comienza a matrimoniarse con pueblos canaanitas y a perder su propósito de bendecir la tierra.
Dios enfrenta tal amenaza enviando a José a un Egipto segregado (Génesis 43:32 y 46:34). En Egipto, a través de hambre y esclavitud, la familia será preservada y preparada para ser una gran nación.
39 1Cuando José fue llevado a Egipto, Potifar, un oficial egipcio de Faraón, capitán de la guardia, lo compró a los ismaelitas que lo habían llevado allá. 2Y el Señor estaba con José, que llegó a ser un hombre próspero, y estaba en la casa de su amo el egipcio. 3Y vio su amo que el Señor estaba con él y que el Señor hacía prosperar en su mano todo lo que él hacía. 4Así encontró José gracia ante sus ojos y llegó a ser su siervo personal, y lo hizo mayordomo sobre su casa y entregó en su mano todo lo que poseía. 5Y sucedió que desde el tiempo que lo hizo mayordomo sobre su casa y sobre todo lo que poseía, el Señor bendijo la casa del egipcio por causa de José; y la bendición del Señor estaba sobre todo lo que poseía en la casa y en el campo. 6Así que todo lo que poseía lo dejó en mano de José, y con él allí no se preocupaba de nada, excepto del pan que comía. Y era José de gallarda figura y de hermoso parecer.

Sucedió hace unos 35 siglos y todavía la historia tiene el poder de dejarnos sin aliento.
Potifar, capitán de la guardia, oficial egipcio, compra un esclavo hebreo: José.
En el párrafo, el escritor nos señala al menos en cinco ocasiones que, en situación muy precaria, pero José no estaba solo, el Señor -Jehová- está con él. E interesante, nos advierte que José es ascendido en su trabajo hasta mayordomo principal porque su amo observa, percibe, que José cuenta con el favor de Dios. ¿En qué se dio cuenta Potifar?
El texto no lo dice, sin embargo Jehová prospera a José y bendice a Potifar y su casa por el buen trato que este dispensa a José (así como antes bendijo a Labán por causa de Jacob).
Como principal, José está a cargo de todo el manejo de la casa y posesiones de Potifar, excepto la preparación de su comida, quizás por la preocupación egipcia respecto a la cocción de alimentos (43:32), pero una tradición rabínica considera la frase un eufemismo, en referencia a la esposa de Potifar.
eufemismo
Del lat. euphemismus, y este del gr. εὐφημισμός euphēmismós.
1. Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.

Y era José de gallarda figura y de hermoso parecer.
Stop. Muchos de los héroes y heroínas bíblicos no están descritos físicamente. Así que piensen (por cierto, la descripción nos recuerda a la de su madre Raquel).
He aquí un jovencito de 17 años, hermoso y atractivo por donde lo vean, recién llegado del campo, desempacado en el lujo corrupto de la vida citadina en la casa de un alto oficial del faraón. Un joven soltero, de gallarda figura y nada feo, en casa de una mujer rica y poderosa, dizque abandonada (el marido es capitán de la guardia, trabaja fuera).
7Sucedió después de estas cosas que la mujer de su amo miró a José con deseo y le dijo: Acuéstate conmigo. 8Pero él rehusó y dijo a la mujer de su amo: Estando yo aquí, mi amo no se preocupa de nada en la casa, y ha puesto en mi mano todo lo que posee. 9No hay nadie más grande que yo en esta casa, y nada me ha rehusado excepto a ti, pues tú eres su mujer. ¿Cómo entonces iba yo a hacer esta gran maldad y pecar contra Dios?
10Y ella insistía a José día tras día, pero él no accedió a [no escuchó para] acostarse con ella o a estar con ella. 11Pero sucedió un día que él entró en casa para hacer su trabajo, y no había ninguno de los hombres de la casa allí dentro; 12entonces ella lo asió de la ropa, diciendo: ¡Acuéstate conmigo! Mas él le dejó su ropa en la mano, y salió huyendo afuera.

La mujer no fue sutil para nada. Esposa de un hombre poderoso, estaba acostumbrada a lograr exactamente lo que quería.
José ejemplifica lo que significa nobleza de carácter. Su rechazo espontáneo, inmediato, cita dos razones básicas: abuso de confianza o la violación de los derechos de Potifar y gratitud o el pecar contra Dios. Su excelencia moral brilla todavía más si recordamos su condición de esclavo dentro de una sociedad caracterizada por la promiscuidad sexual.
Noten que le habla de Dios a la mujer de Potifar, asume que ella entiende sus palabras, lo cual es realmente interesante. Le recuerda que adulterar es pecar contra Dios, es una ofensa contra su esposo y contra la Deidad porque es una violación de los límites que El ha colocado a la expresión sexual.

Amadas, ¿de cuántos pecados nos libraríamos si tuviéramos presente que hacerlos es pecar no contra hombres sino contra Dios mismo?

Incluso en tiempos antiguos el adulterio era uno de los pecados más serios. La única pena considerada suficiente era la muerte. El castigo era apropiado por los agravantes: se comete en secreto, con deliberación, sin dejar rastros físicos.

José mantiene a Dios en el centro del discurso en todo momento. El centro de su discurso porque es el centro de sus pensamientos. Si tenemos dificultad para mantener a Dios como nuestra motivación para no pecar, caramba, no esperemos hasta encontrarnos en mitad de la tentación! Haz todo lo que esté a tu alcance para tener al Señor en el centro de tu pensamiento de modo que cuando tengas qué actuar, haya una respuesta proveniente del lugar donde reposa tu corazón.

Día tras día…¿se imaginan? Cada vez una situación más tensa y difícil para José, que por muy santo y piadoso que fuera, es un hombre. La mujer se mueve de la seducción a la agresión y literalmente José tiene que salir huyendo de la casa (¿casualidad que no había nadie más en la casa?). Primero perdió su túnica de colores, ahora perdió hasta la ropa interior.
¿Qué hacemos cuando llega la tentación?
Luego creemos que podemos vivir o caminar próximo a Siquem, o a Sodoma, sin que nada nos pase…
En José por fin conocemos alguien que comprende lo que significa la frase “el pecado está a la puerta, pero tú puedes dominarlo.” José huye.
13Y cuando ella vio que él había dejado su ropa en sus manos y había huido afuera, 14llamó a los hombres de su casa y les dijo: Mirad, nos ha traído un hebreo para que se burle de nosotros; vino a mí para acostarse conmigo, pero yo grité a gran voz. 15Y sucedió que cuando él oyó que yo alzaba la voz y gritaba, dejó su ropa junto a mí y salió huyendo afuera. 16Y ella dejó junto a sí la ropa de él hasta que su señor vino a casa. 17Entonces ella le habló con estas palabras, diciendo: Vino a mí el esclavo hebreo que nos trajiste, para burlarse de mí; 18y [sucedió que] cuando levanté la voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó afuera.

prevaricación
Del lat. praevaricatio, -ōnis.
Delito consistente en que una autoridad, un juez o un funcionario dicte a sabiendas una resolución injusta.

De la pasión a la prevaricación. No tiene a José, pero tiene la ropa de José. Observen cómo de manera sutil arregla los hechos, reordenándolos: el escritor nos dice que José dejó la ropa en sus manos y huyó, luego ella grita a los sirvientes. Cuando la mujer habla, ella dice que atrae la atención con sus gritos y que entonces José huye y abandona la ropa a su lado (como si él se hubiera quitado la camisa voluntariamente).
Ella hace aparecer a José como el iniciador, como el que se desviste por sí mismo.
Encima de todo culpa al mismo Potifar: “el esclavo que nos trajiste…
Interesante, los sirvientes -todos- guardan silencio cuando la mujer de Potifar acusa a José. Meros espectadores silentes, testigos mudos de la historia que ella -la víctima- relata sobre el villano -José- a su marido.
19Y aconteció que cuando su señor escuchó las palabras que su mujer le habló, diciendo: Esto es lo que tu esclavo me hizo, se encendió su ira. 20Entonces el amo de José lo tomó y lo echó en la cárcel, en el lugar donde se encerraba a los presos del rey; y allí permaneció en la cárcel.
21Mas el Señor estaba con José y le extendió su misericordia, y le concedió gracia ante los ojos del jefe de la cárcel. 22Y el jefe de la cárcel confió en mano de José a todos los presos que estaban en la cárcel, y de todo lo que allí se hacía él era responsable. 23El jefe de la cárcel no supervisaba nada que estuviera bajo la responsabilidad de José [en su mano], porque el Señor estaba con él, y todo lo que él emprendía, el Señor lo hacía prosperar.

¿Contra qué o contra quién se incendia la ira de Potifar? Encarcela pero no ejecuta a José, quizás porque no está muy convencido de la veracidad de la historia de su mujer, o peor aún, porque sabe muy bien qué es su media naranja, “pura como el lodo.”

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