Apuntes a 1ra Pedro

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Ciertamente Dios cuida su Palabra. Pudo haber creado un DVD y grabar episodios de cada era de historia bíblica, ¿qué les parece? Pero no. Escogió seres humanos falibles, caídos, imperfectos, con sus personalidades, bagajes, antecedentes, como tú y como yo, y los puso a escribir. Y luego Dios preservó lo escrito.

Así que tenemos escritos. De ahí su nombre: Las Escrituras.

Escritos divinos en su origen (2 Pedro 2:21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo), expresados como literatura. Por tanto es imperativo que sepamos estudiar y discutir tal literatura sin olvidar de donde proviene.

Que no sea para convertirnos en «pecadoras más listas» por ejemplo, excelentes conocedoras de textos, conocedoras ágiles a la hora de corregir o impresionar a otros o a nosotras mismas. No, amados y amadas. Que nuestra motivación y propósito de la instrucción sea el amor (1 Timoteo 1:5), en imitación de Cristo. Que cada día seamos conformadas a Su imagen de tal modo que sepamos ser luz y otros conozcan de Dios (Isaías 49:6; Mateo 5:14-16). Que seamos transformadas mediante la renovación de nuestra mente (Romanos 12:1-2) porque es nuestra responsabilidad amar a Dios con toda nuestra mente -no con la ajena- y presentar nuestros cuerpos a Dios en adoración.

¿Cómo estudiaremos?

En comunidad. Eliminando especulaciones y evitando caer en aplicaciones sin haber estudiado lo que dice el texto. Seis preguntas básicas para responder cada vez:

  1. ¿Qué dice el texto? Todos llegamos con ideas preconcebidas. Hay que poner el freno, leer otra vez, y otra vez.
  2. ¿Qué observo en y acerca del texto? Género, estilo, detalles, gramática, estructura, sustantivos clave, verbos, relación de las palabras entre sí, palabras inusuales o difíciles (¡busca el diccionario!), sentido de las palabras (¿es literal, ilustrativo, una figura de lenguaje?), repeticiones… contexto del pasaje…
  3. ¿Qué significó para la audiencia original? Ponte en los zapatos (bueno, sandalias) de quienes oyeron o leyeron las palabras por primera vez. Esta pregunta es el corazón de la interpretación. ¿Cuándo se escribió? ¿Circunstancias? Si bien las Escrituras se escribieron para nosotros (Romanos 15:4), no fueron escritas a nosotros. ¿Qué necesidad o situación particular provocó el escrito? ¿Cuál sería la reacción esperada? ¿Cuál el contexto cultural, geográfico, político, lingüístico…?
  4. ¿Hay un punto principal?
  5. ¿Verdades relevantes? Sin importar cuándo, dónde o a quién.
  6. ¿Cómo encaja la parte en el todo?

¿Das gracias por el libro de 1ra de Pedro?

 

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