Apuntes a 1ra Pedro 2:13-17

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No es raro que una se siente, haga un alto en el camino y vea unos años atrás y diga “pero mira qué tonta era.” Pero el mismo pensamiento es ridículo: unos años más adelante veremos para atrás y diremos los mismo de hoy. ¿Se dan cuenta?

Por favor, no se sientan mal.

Este pensamiento es para que recordemos aplicar el evangelio primero que nadie a nosotras mismas. Reconocer nuestra idiotez pasada, presente y futura seguro que restringirá nuestra lengua y acciones sobre cómo conducirnos hoy.

Nuestras vidas dicen lo que somos. Exhibimos el reino de Dios en la práctica y declaramos el reino de Dios con nuestras palabras. El propósito de abstenerse de pasiones carnales y mantener una conducta irreprochable es servir de testigos vivientes a un mundo pagano, porque hay un peligro muy real, el de proclamar el evangelio mientras se vive negando la verdad o el poder del evangelio.

Noten que Pedro nos habló de los privilegios de ser posesión de Dios, ahora empezará a mostrar cómo mantener nuestra conducta irreprochable en sociedad.

11Amados, os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de las pasiones carnales que combaten contra el alma. 12Mantened entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que [cuando] os calumnian como malhechores, ellos, por razón de vuestras buenas obras, al considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la visitación [el retorno de Cristo en juicio].

Observen que no dice “abandonen el mundo,” no dice “impongan el cielo en el mundo,” ni mucho menos dice “sean iguales al mundo.” Nada de eso. La comunidad ha de exhibir y declarar el reino de Dios al mundo, bendiciendo y testificando la gloria y bondad de nuestro Dios.

Dice C.S Lewis que “no hay personas ordinarias, uno nunca ha hablado con simples mortales. Es con inmortales que bromeamos, trabajamos, nos casamos, reímos, explotamos, con horrores inmortales o con esplendores eternos.” Cada una de nosotros contribuye al destino de otros, con nuestras palabras o con nuestros silencios. Revaloremos hábitos.

Es muy fácil desenchufarse, acomodarse, lo difícil y costoso y maravilloso es proclamar las excelencias del Señor. Pero es para eso que estamos aquí.

Hemos de mantener nuestra conducta irreprochable entre los gentiles, para que al ver nuestras buenas obras… observa: son nuestras acciones lo que primeramente anuncia que hay algo diferente en nosotros. Y te harán más preguntas o te rechazarán. Igual que hicieron con Cristo. Veamos algunos conceptos y definiciones antes de entrar en materia.

sumisión

Del lat. submissio, -ōnis.

1. Sometimiento de alguien a otra u otras personas. 2. Sometimiento del juicio de alguien al de otra persona. 3. Acatamiento, subordinación manifiesta con palabras o acciones.

subordinación

Del b. lat. subordinatio, -onis.

1. Sujeción a la orden, mando o dominio de alguien. 2. Acción y efecto de subordinar o subordinarse.

autoridad

Del lat. auctorĭtas, -ātis.

1. Poder que gobierna o ejerce el mando, de hecho o de derecho. 2. Potestad, facultad, legitimidad. 3. Prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia.

La palabra sumisión es altamente impopular porque suele citarse en el contexto de cómo debieran relacionarse las mujeres a los hombres. Primer problema. ¿Por qué? Porque deriva de la ignorancia. Para empezar, la palabra sumisión no tiene nada que ver con el género.

La definición del diccionario resulta rígida, obligatoria: sumisión es acatar. El término «autoridad» se equipara con «poder que gobierna» pero como veremos más adelante, la sumisión no es obligada y hay excepciones.

El término “sumisión” deriva del griego hypotasso, un término militar que señalaba cómo se alineaban las tropas. Militarmente significa “colocarse en línea” bajo autoridad, pero en la Biblia hypotasso se utiliza para describir:

  1. la relación de Cristo con sus padres (Lucas 2:51)
  2. la relación de los discípulos con Cristo (Lucas 10:20)
  3. los demonios en relación a Cristo (Lucas 10:17)
  4. la relación de niños con sus padres (Hebreos 12:9)
  5. la relación de creyentes con el gobierno (Romanos 13:1; Tito 3:1; 1 Pedro 2:13)
  6. relación de creyentes con sus líderes y entre sí mismos (Romanos 16:16; Efesios 5:21; 1 Pedro 5:5)
  7. relación de creyentes con Dios (Hebreos 12:9; Santiago 4:7)
  8. esposas con sus esposos (Efesios 5:22; Colosenses 3:18; Tito 2:5; 1 Pedro 3:1,5)
  9. la Iglesia a Cristo (Efesios 5:24)
  10. siervos a sus amos (Tito 2:9; 1 Pedro 2:18)
  11. cómo se relacionará toda la Creación a Cristo (1 Corintios 15:28; Efesios 1:22; Filipenses 3:21; Hebreos 2:8; 1 Pedro 3:22)

Donde al revisar cada texto podremos concluir que la sumisión es -debiera ser- una característica de todo creyente. Nada que ver con género, ni edad, y de hecho todo ser humano -creyentes y no creyentes- son llamados a sumisión por y para Dios.

La diferencia radica en la esfera donde el creyente manifiesta dicha sumisión (hypotasso):

  • la Iglesia en sumisión al gobierno;
  • la Iglesia en sumisión a Cristo;
  • los varones, como ejemplo de excelencia, en sumisión al liderazgo en la iglesia o en sus lugares de trabajo;
  • las mujeres a sus esposos (si son casadas), al liderazgo de su iglesia o en el trabajo (en general);
  • los niños a sus padres;
  • etcétera;
  • no existe un creyente que no deba someterse, en pocas palabras.

Ahora bien, al revisar la definición se dieron cuenta que el asunto es voluntario. Usted se permite a sí misma someterse a la autoridad o a la voluntad ajena.

Es muy necesario que tengamos visión o entendimiento bíblico del tema, como ya vimos en los ejemplos de hypotasso.

Sumisión particular en el sentido bíblico es alinearse en formación bajo la autoridad militar, con el mismo principio de buena voluntad. No es algo impuesto. Usted se coloca bajo la autoridad de alguien; para el creyente obedecer la ley de Dios es un acto de gratitud, nada forzado.

Sumisión general es poner a un lado nuestros deseos o necesidades para honrar los deseos o necesidades de otros. Amar al prójimo como a ti mismo.

¿Cómo te amas a ti misma? Ah! Con total preferencia. Ama así a los demás. No lo que merecen sino más allá de lo que merecen. Esa es la idea cada vez que hablamos de sumisión general.

También importa esclarecer lo que no es sumisión.

Sumisión no es falta de poder. Luego se cree que si tiene autoridad tiene el poder. Es verdad que, en general, el poder está ligado a la autoridad, pero esto no significa que quien esté bajo autoridad carece de poder. Habrá ocasiones en que la persona bajo autoridad tenga tanto o más poder o influencia que quien ostenta la autoridad. Tener autoridad no significa tener poder. Tener autoridad es tener la última palabra sobre algo. Cuando decimos que alguien se encuentra bajo la autoridad de otro, no se trata de un juicio de valor ni de un juicio de poder, o al menos no debiera serlo. Porque la sumisión no es ausencia de poder.

Sumisión no es debilidad. Nuestro ejemplo perfecto es el Señor Jesucristo. La sumisión es más bien cercana a mansedumbre, fuerza bajo control. Hay que ser mansas para ser capaces de someternos a la autoridad. Cristo nos dió el ejemplo y Pedro lo enfatiza.

Sumisión no es ceguera. Tampoco es indiscriminada. Hechos 4 y 5 describen la generosidad de los hermanos para compartir con los necesitados. Pero en un acto de orgullo y avaricia, un hombre llamado Ananías y Safira su mujer vendieron lo que tenían y decidieron guardar una parte (5:1-2). Ananías decidió, Safira se sometió a la decisión.

Pedro estaba a cargo. Si Pedro hubiera visto a Safira como una simple mujer bajo la autoridad de su marido, no le habría preguntado sobre su implicación en el asunto (5:8-9). Sin embargo, en un episodio pastoral muy interesante Pedro activamente inquiere el papel de Safira. Y cuando ella se esconde tras la mentira del marido, descubre que no tiene ninguna cobertura, sino que ha sido cómplice de la mentira (Proverbios 19:9 el testigo falso no quedará sin castigo, y el que cuenta mentiras perecerá).

Si hubiera dicho la verdad habría honrado a Dios, aun cuando habría expuesto la deshonra de Ananías. Al mentir, Safira revela que para ella Ananías tenía un puesto más alto que Dios. La sumisión de Safira fue pecaminosa, y Dios demostró Su autoridad tomando la vida de ella (5:10).

Hay una fuerte exhortación para la mujer casada que lucha con el pecado de su marido, contra ella o contra otros, en especial contra sus niños. Es llamada a defenderlos aun cuando la mano o la voz airada sea la de su propio marido (Salmo 82:3-4 Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Rescatad al débil y al necesitado; libradlo de la mano de los impíos). No es sumisión silenciosa lo que debe mostrar, sino fuertes palabras enraizadas en el amor por la justicia y misericordia.

13Someteos, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al rey, como autoridad, 14o a los gobernadores, como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien. 15Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos. 

“Casi cualquier gobierno es mejor que ningún gobierno.” Palabras de Mark Devers, pastor de la Iglesia Capitol Hill Baptist Church en Washington DC.

anarquía

Del gr. ἀναρχία anarchía.

1. Ausencia de poder público. 2. Desconcierto, incoherencia, barullo.

La palabra traducida como “institución” en el original es “criatura.” Pero es correcto emplear “institución” porque la intención de Pedro no es establecer sumisión a toda persona creada por Dios. Pedro matiza un punto crucial sobre la naturaleza de la sumisión. En su tiempo, el emperador romano era objeto de adoración, de culto, Pedro recuerda a su audiencia que los hombres son meras criaturas, creadas por Dios, existentes bajo Su autoridad. 

¿Y ahora? ¿Acaso no sufrimos el mismo peligro de idolatría con partidos políticos y líderes? ¿Cuando sacrificamos tiempo, dinero y recursos a su servicio pero no hacemos lo mismo con el evangelio? Nuestros líderes son simples criaturas humanas, portadores de la imagen de Dios y por tanto merecedores de sumisión y respeto, pero no de adoración.

En Romanos 13:1-7, Pablo ofrece un argumento bien organizado, coherente, sobre este tema de la sumisión a las autoridades que gobiernan. Pablo escribe desde la ciudad de Corinto, podemos imaginar a los inquietos hermanos pensando “si los viejos tiempos pasaron y somos nuevas criaturas en Cristo, si ahora reinamos con El, pues no tenemos que pagar impuestos ni poner atención a difuntas autoridades…” en particular si son gobiernos rapaces. La evasión de impuestos no es algo nuevo, es una de las más antiguas y universales expresiones de repudio a un gobierno.

Pero el mundo en que se desenvuelve nuestra existencia corporal no ha sido abandonado por Dios. El ha establecido ciertas instituciones como el matrimonio y los gobiernos, dentro de las manifestaciones de Su gracia común, y que jueguen roles positivos incluso después de la inauguración de una nueva era.

La enseñanza de Pablo y de Pedro es similar. Sin embargo las líneas de pensamiento son algo diferentes.

Pablo (Romanos 13:1-7)

Pedro (1ra Pedro 2:11-17)

Mandato general: sométase toda persona a las autoridades… (v.1a)

Ruego general: que os abstengáis (v.11); mantened conducta (v.12)

1ra razón: porque no hay autoridad sino de Dios (v.1b)

Mandato general: someteos (v.13a)

Consecuencias: juicio (v.2)

1ra razón: por causa del Señor (v.13b)

2da razón: porque los gobernantes son siervos de Dios (v.3-4)

porque los gobernantes son siervos de Dios  (v.14)

Reiteración: por tanto…castigo y conciencia (v.5)

2da razón: voluntad de Dios, hacer el bien (v.15)

Apelación: todos pagan (v.6)

Mandato específico: libres para obedecer como esclavos de Cristo (v.16)

Mandato específico: ¡paga y respeta! (v.7)

Honra a todos, amar a hermanos, temor a Dios, honra a quien gobierna.

Pablo urge a los creyentes a ser sumisos, como hemos visto en los pasajes que examinamos antes. Sin embargo la sumisión no es ciega: siempre ha de medirse en relación a nuestra sumisión primordial al Señor. Una mente que ha sido transformada reconoce que detrás de cada gobernante se encuentra la mano de Dios (Daniel 4:17 esta sentencia es por decreto de los vigilantes, y la orden es por decisión de los santos, con el fin de que sepan los vivientes que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres, y se lo da a quien le place, y pone sobre él al más humilde de los hombres).

Recordemos el contexto cultural de la carta de Pedro. Grupos de recién convertidos, en provincias romanas de Asia Menor, un libro escrito poco tiempo después del Gran Fuego en Roma provocado por Nerón Emperador, quien culpó a los cristianos. Son tiempos de gran tensión para los seguidores de Cristo, ¿cómo han de vivir entre gentes que no creen lo mismo que ellos? ¿que son vistos como amenaza creciente para el gobierno y la sociedad?

Pedro inicia ofreciendo dos razones para la sumisión:

  1. por causa del Señor. Muchos se someten para obtener beneficios para sí mismos, no por causa del Señor. Pedro urge a tener una razón mejor, porque es Dios quien pone y quita gobiernos. Pero al mismo tiempo limita la sumisión, si es contraria a la voluntad de Dios.
  2. por la voluntad de Dios. El estableció dichas organizaciones para el bienestar de la sociedad en general. Usamos palabras, usemos acciones para mostrar el evangelio.

Pedro nos llama a  buscar el bien de otros sometiéndonos a ellos, ceder derechos de poder y autoridad en pocas palabras, incluso a no creyentes (Marcos 10:42-45 sabéis que los que son reconocidos como gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos y que sus grandes ejercen autoridad sobre ellos. Pero entre vosotros no es así…; Efesios 5:21 sometiéndonos unos a otros en el temor de Cristo).

Observen que nombra al rey, luego a gobernadores o procónsules, a quienes sería más difícil someterse, porque es más fácil conocer la maldad del cercano que del lejano. Sin embargo Pedro insiste, porque incluso el peor de los gobiernos es mejor que el caos.

¿Hasta dónde llega la sumisión? 

Pedro es muy consciente de la voluntad de Dios, la cual pudiera ser que el creyente sufra (1ra Pedro 3:17 pues es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios, que por hacer el mal). Pero mejor sufrir como creyente y no por otra razón (1P 4:19).

Hacer el bien incluye obediencia cuidadosa a la ley civil (siempre que no contradiga la justicia de Dios) y realizar buenas obras, recorrer la milla extra. Casi podemos escuchar la objeción: “¡oh, pero semejante sumisión a leyes humanas contradice nuestra libertad en Cristo!” Pedro responde con un “No” categórico.

16Andad como libres, pero no uséis la libertad como pretexto para la maldad, sino empleadla como siervos de Dios.

Hemos sido llamadas a libertad, efectivamente, pero a ¿cuál libertad? 

A la libertad que Pablo describe con toda elocuencia: libertad del pecado, libres de la ley, libres del mundo no para independencia sino para servicio a Dios. Libertad que no es producto de esfuerzo humano, sino regalo del Espíritu (Gálatas 5:1,13; Romanos 6:22; 8:2; Lucas 4:18-21; Juan 8:32; 1Corintios 7:22; 9:19; 2Corintios 3:17; 2Pedro 2:18-20). 

En Romanos 6:1-14 Pablo responde a la objeción de que la superabundante gracia de Dios en Cristo alentaría mayor pecado, Pablo responde que Cristo liberta al creyente de pecar.

En Romanos 6:15-23 Pablo responde a otra objeción parecida, pero en esta ocasión en el párrafo domina la imagen de esclavitud. El énfasis es claro: la libertad “del pecado” del cristiano no es libertad “para pecar.” 

Hay dos extremos: legalismo por un lado y desenfreno por el otro. Para Pablo, es claro que el creyente ha sido liberado del poder dominante de la Ley Mosaica (yugo) pero al mismo tiempo enfatiza que el creyente está “bajo obligación” de obedecer a su nuevo “amo” -Dios, o la justicia. La Ley no es el paso para vencer el pecado, pero esta nueva libertad no es excusa para pecar. “Bajo la gracia” hay obligación de obediencia.

No hay “autonomía” humana, o libertad de todo poder e influencia. El ser humano está bajo el poder del pecado o está bajo el poder de Dios. Para Pablo la pregunta no es si tendremos amo, sino a cuál amo servimos.

Pedro rara vez menciona al Espíritu de Dios, pero es muy consciente de las ramificaciones de la libertad cristiana. Para Pedro el peligro consiste en que al escuchar de su libertad, la audiencia cayera en desenfreno (lo que sucedió en Corinto, 1Corintios 5:1-2). La libertad se convirtió en slogan para “cubrir la maldad.”

Pedro entonces recuerda que libertad no es ser libres de esclavitud a un estado de autonomía, sino liberación de un estado para ahora ser esclavos de Cristo. Solo en la gozosa esclavitud de Cristo hay verdadera libertad (Romanos 6:22 pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos [esclavos] de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como resultado la vida eterna).

Nos sometemos voluntariamente, como libres en Cristo. No porque tengamos que hacerlo (para evitar castigo), sino porque escogemos hacerlo (por causa del Señor).

¿Cuál es la diferencia entre la clase de libertad que tenemos y la clase de libertad que pensamos?

La libertad que tenemos es libertad para algo: libertad para servir a Cristo. (Romanos 6:17-18 pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, os hicisteis obedientes de corazón a aquella forma de doctrina a la que fuisteis entregados; y habiendo sido libertados del pecado, os habéis hecho siervos [esclavos] de la justicia). ¡Somos esclavos de una cosa o de otra!

Esclavos del pecado o esclavos de la justicia para santificación (v.19). Liberados por Cristo, somos libres para ser esclavos de la justicia, gozosamente obedientes a la ley del amor.

Así es como hemos de vivir. Libres para servir a Cristo. No libres para ser autónomos, soberanos e independientes (¡el error común!). Libres para obedecer a Cristo.

¿Capisci?

Porque de quienes usan la libertad para sus propios fines, para cubrir su maldad (gente que camina al filo del precipicio, “yo soy libre, tú sabes…”), tendremos dudas más que razonables para cuestionar sus motivaciones! 

Amadas, necesitamos colocarnos la armadura. Somos libres para obedecer al Señor. Ciñe tu entendimiento para la acción. Pon tu esperanza completamente en la gracia que se os traerá en la revelación de Jesucristo.

Nos sometemos siendo buenos ciudadanos, responsables no solo dejando de hacer daño sino más allá, haciendo el bien, buscando el bienestar de terceros (Jeremías 29:7 y buscad el bienestar de la ciudad adonde os he desterrado, y rogad al Señor por ella; porque en su bienestar tendréis bienestar) e involucrándonos en servir: el hospital, derechos humanos, economía, política exterior, votando en elecciones, etc. Nos sometemos a las autoridades terrenales como esclavos de Cristo, libres de nuestras antiguas pasiones, pero bajo el señorío de Cristo. 

¿Excepciones? Sí. Tenemos ejemplo en la vida de Daniel y sus amigos (Daniel 1-6), y de Pedro mismo ante el concilio (Hechos 4:19-20 vosotros mismos juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído). ¿Qué haremos el día en que nos encontremos entre la autoridad humana y la celestial? ¿Cuál escogeremos obedecer?

17Honrad a todos, amad a los hermanos, temed a Dios, honrad al rey [emperador].

Honra a todos, inclusive no creyentes. En una democracia solemos desarrollar cierto desdén hacia las autoridades, en especial si no hemos votado a su favor. “¿Someterme yo, a quién?” “No tengo por qué ni mucho hacer lo que diga.” “Es más, es al revés: ese debe hacer lo que yo quiera, está ahí porque el pueblo lo eligió y yo soy parte del pueblo… 

Ay amadas, si recuerdan, somos aves de paso. Esta no es nuestra nación. Como hijas de Dios no tenemos que estar de acuerdo con todas las políticas del gobierno, pero si estamos en desacuerdo, manifestemos el desacuerdo de modo que honre a la autoridad, guardando nuestro discurso, lo que decimos y cuándo lo decimos, por ejemplo. Honrar es valorar, tener presente que el otro también es portador de la imagen de Dios, por tanto sujeto a dignidad.

¿Cuántas veces oramos en privado por nuestras autoridades y gobernantes? ¿Por gracia y sabiduría para gobernar?

Cristo realizó muchas obras en su ministerio terrenal, enfrentó líderes, sanó enfermos, pero algo que nunca hizo fue actuar contra o proferir queja o declaración política alguna contra el gobierno. ¡De hecho esto fue algo que irritó a los mismos judíos! Para colmo, cuando el mismo Pedro cortó la oreja de Malco nuestro Señor le ordenó guardar la espada, y le citó la Ley mosaica.

Ama a los hermanos (Juan 13:34-35; Romanos 12:9; Efesios 1:15; Filipenses 2:2; etc.). Pedro no dice “iglesia,” en el original habla de “compañeros de comunión” una frase bellísima.

Continúa con reverencia -temor- a Dios (Proverbios 24:21 hijo mío teme al Señor y al rey, no te asocies con los que son inestables) y finaliza solo con honra al rey (porque solo Dios ha de ser reverenciado, recordemos que la norma era adorar al César).

Los judíos era muy conscientes del control de Dios sobre la Historia e incluso del uso de paganos para cumplir Su voluntad. Cualquier gobierno es mejor que anarquía. 

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