Apuntes a Jueces, 5:1-31

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La canción de Débora

Parte balada, parte himno, asume que conocemos la historia de los eventos narrados. Débora es presentada como madre de Israel (v.7); la canción provee elementos de fuerza al relato; el sarcasmo dramático sobre la madre de Sísara que espera en vano (v.28-30) aumenta la efectividad de la canción.

Contenido

versículos

estrofas

A (1) alabanza al Señor x lo que contará

(2) llamado a prestar atención

v.2

v.3

I.A

B la llegada de Jehová, el divino guerrero vv.4-5
C condiciones antes de la batalla vv.6-8

I.B

D llamada a participar en batalla vv.9-13

II

E respuesta de las tribus vv.14-18

III

F la batalla misma vv.19-23

IV

G la muerte de Sísara vv.24-27

V.A

H su madre espera en vano vv.28-30

V.B

I invocación final a Jehová v.31a

Observen que el foco de atención es Dios (v.2-3), quien acude a la batalla con terrible majestad, el campeón de Israel. Las imágenes de tormenta de la teofanía (v.4-5) prepara el camino a la participación de elementos cósmicos en la descripción de la batalla (v.19-21).

TEOFANIA: 1. Manifestación de la divinidad de Dios

Algo más, la llegada del Señor es en paralelo con la llegada de Débora: el poder de Dios descrito míticamente en la teofanía se revela históricamente en la proclamación de Débora como madre de Israel. Y, sin embargo, la canción no habla de Débora: no menciona su llamado a Barac, el diálogo entre ambos, o alguna referencia a la profecía sobre Sísara.

El interés es la batalla misma, no el rol de la mujer en ella. La tercera estrofa, con su lista de tribus, alimenta la expectativa de una gran batalla pero al mismo tiempo revela la falta de unidad entre las tribus -tema que aumentará en importancia en el resto del libro (8:1-3; 12:1-6; 15:9-13).

El v.18 provee la transición a la batalla y de paso confirma que Zabulón y Neftalí fueron las tribus directamente involucradas.

El v.19 vinieron los reyes y pelearon… nos da idea de la magnitud del conflicto. El estilo es impresionista, concluimos que las estrellas actuaron bajo las órdenes de Jehová Dios de Israel y que su acción tomó la forma de una tormenta colosal. En la victoria, el elemento humano es eclipsado a tal punto que ¡ni siquiera menciona a Barac o sus fuerzas!

Ahora bien, hay una sola obra mencionada en el plano humano, por un lado la acción de la ciudad de Meroz (v.23), maldecida, en contraste con la acción de Jael, bendecida (v.24). Observen que la canción adquiere tonos vívidos, detallista. Y Barac no se menciona para nada. No se permite ninguna distracción en el espectáculo que concluye (v.27).

Morir en manos de una mujer se consideraba humillación última (Abimelec se suicida antes que exponerse a tal vergüenza, 9:54).

Jael es bendecida dos veces (v.24); la estrofa completa la acción que empezó en la batalla. En la última estrofa la escena cambia de la tienda de Jael hacia la madre del general, quien espera ansiosa mirando por la ventana. La falta de acción (esperando) se contrapone con la acción (la muerte) de la escena previa.

Nosotros sabemos que Sísara no regresará. La escena está cargada de realismo psicológico, densa ironía, pero es obvio que el escritor goza al escribir y de hecho espera que nosotros tengamos la misma respuesta, como dice la invocación final del v.31… así perezcan todos tus enemigos, oh Señor…

Observen cómo destaca lo que hubieran sufrido especialmente las mujeres si hubiera ganado Sísara (v.30), y cierra artísticamente la canción al proveer  -en la madre de Sísara- una contraparte negativa con Débora -la madre en Israel. 

En conclusión, a la canción no le importa cómo quitó Dios el honor de Barac y se lo dio a una mujer. La canción rinde honor a los individuos y tribus que ‘vinieron en ayuda a Jehová’ y amonesta a los que no lo hicieron.

La nota principal son “las maravillosas obras del Señor mismo” quien vino como el campeón de Israel y sobrepasó al enemigo al desatar contra ellos los poderes celestiales. 

Al completar la canción entonces cierra el episodio con la familiar fórmula “y el país tuvo descanso por cuarenta años.”

La gloria de Débora radica en que utiliza su fortaleza para enriquecer a hombres, de tal modo que Dios sea glorificado y la nación libertada.

Teología quejumbrosa produce mujeres quejumbrosas.* Ahora bien, lo opuesto a una mujer lloricona NO es una amazona arrogante, controladora, insolente, descarada, apremiante, bocona, temeraria. 

Lo opuesto a una mujer quejumbrosa es Marie Durant, una cristiana francesa del siglo XVII arrestada por ser protestante, a quien le dijeron que podría ser liberada si decía una sola frase: “yo abjuro.” En lugar de ello, escribió en la pared de su celda “resiste”, y permaneció ahí 38 años, hasta que murió, resistiendo.

Lo opuesto a una mujer quejumbrosa es Gladys Staines, quien en 1999, luego de servir con su esposo Graham en India durante 34 años, un día se enteró que él y sus dos hijos, Felipe de 10 años y Timoteo de 6, habían sido quemados vivos en la hoguera por la misma gente a quien habían servido, y dijo “solo tengo un mensaje para el pueblo de la India; no tengo amargura, tampoco estoy enojada. Quememos el odio y esparzamos la llama del amor de Cristo.”

Lo opuesto a una mujer quejumbrosa es Esther, la hija de 13 años, quien respondió “alabo al Señor que consideró a mi padre digno de morir por El.”

Lo opuesto a una mujer quejumbrosa son Krista y Vicki, siamesas, quienes han sufrido más de 65 cirugías entre las dos, por causa de defectos de nacimiento, quienes testifican hoy “te alabamos Señor porque en temor y maravillosamente fuimos hechas”, “aunque nuestra vida ha sido difícil, sabemos que Dios nos ama y nos creó como somos; nos ha enseñado a perseverar y confiar en El por encima de todas las cosas.

Lo opuesto a una mujer quejumbrosa es Joni Eareckson Tada, quien ha transcurrido los últimos 41 años de su vida en una silla de ruedas, cuadripléjica, y ora “gracias Señor, gracias por esta silla de ruedas, probar el infierno en esta vida me ha hecho pensar seriamente lo que me espera en la próxima; esta parálisis es mi mayor misericordia.

Lo opuesto a una mujer quejumbrosa es Suzie, quien perdió a su esposo a los 59 años de edad, le diagnosticaron CA de mama tres meses después, luego perdió a su madre, y escribe “ahora sé que he estado llorando por una clase de ayuda equivocada; ahora veo que mi peor sufrimiento es mi pecado -mi pecado de egoísmo y autocompasión-… ahora sé que con Su gracia, su amor y gentileza, Su ayuda misericordiosa, mis pensamientos pueden ser transformados y mi vida conformada más a Su Hijo.”

Teología quejumbrosa produce mujeres quejumbrosas. Tal clase de teología niega a la mujer un Dios que es suficientemente grande, fuerte, sabio y bueno para manejar las realidades de la vida de modo que magnifique el infinito valor de Jesucristo.

Teología quejumbrosa está plagada de mujeres y hombres centrados en sí mismos. No tiene el cimiento de la soberanía de Dios o la estructura de acero del gran propósito centrado en Dios para todas las cosas.

¿Cuál es este propósito?

Exhibir la gloria de Cristo en su más alta expresión, en Su muerte para convertir gente rebelde en Su Esposa feliz; en que la grandeza de la gloria de Cristo se exhibiera en el Calvario, donde compró con Su sangre esta Esposa rebelde (Efesios 5:25-27 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada).

Femineidad y masculinidad se encuentran en el mismo centro del propósito de Dios.

No son un pensamiento periférico del plan de Dios sino que son el diseño para exhibir la gloria de Cristo muriendo por Su Esposa. No se trata de una analogía comparativa, Dios nos creó hombre y mujer precisamente para que exhibamos la gloria de Su Hijo. Nuestra sexualidad es para la gloria del Hijo de Dios -en especial la gloria de Su muerte por su Esposa admirable.

De modo que ser mujer es el llamado distintivo de Dios a exhibir la gloria de Cristo de modos que no serían posibles si no hubieran mujeres. Si solo hubiesen humanos genéricos, no hombre y mujer, la gloria de Cristo estaría disminuida. 

Si reduces ser mujer a características física y funciones biológicas, y luego determinas roles en base a competencias, además de perder el punto de la femineidad también disminuyes la gloria de Cristo en tu vida. Verdadera femineidad es indispensable en el propósito de Dios de exhibir la plenitud de la gloria de Cristo. Tu personalidad de mujer no es incidental. Existe porque es la relación del diseño de Dios del evento central, la muerte en la cruz.

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* The ultimate meaning of true womanhood. John Piper (2008 True Woman Conference, Chicago).

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