v.4 Después de cierto tiempo sucedió que los hijos de Amón pelearon contra Israel.
Periódico: ¡llegaron los amonitas! (otra vez). Ya vimos la ineficacia de los capitanes, ahora la situación es crítica, así que los principales de la ciudad toman el caso en sus manos:
v.5 Y cuando los hijos de Amón pelearon contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob.
El escritor escoge muy bien las palabras: fueron a traer… y van al punto de inmediato:
v.6 Y dijeron a Jefté:Ven y sé nuestro jefe para que peleemos contra los hijos de Amón.
“Toma comando de los hombres y ve haz la guerra” ¿Y es fácil? ¿Habrán creído que el hombre saltaría de contento ante tamaña responsabilidad como si nada?
v.7 Entonces Jefté dijo a los ancianos de Galaad:¿No me odiasteis y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, habéis venido a mí ahora cuando estáis en apuros?
Je, Jefté no es ninguna papita. Rechaza airado y les recuerda agriamente lo que pasó. Desesperados, los principales proponen nuevos términos, más humilditos esta vez:
v.8 Y los ancianos de Galaad dijeron a Jefté: Por esta causa hemos vuelto a ti: para que vengas con nosotros y pelees contra los hijos de Amón y seas jefe sobre todos los habitantes de Galaad.
Noten el cambio: primero fue “comandante para que luches”, ahora es “guerrea y serás líder de todos los habitantes de Galaad” (incluyéndose ellos), implica permanencia: jefe de la tribu. Había sido la propuesta de los militares en 10:18, los principales quisieron pasarse de listos y asegurar por menos los servicios de Jefté, ahora se dan cuenta de su profunda equivocación, de modo que Jefté revisa la oferta y se atreve a negociar:
v.9 Y Jefté dijo a los ancianos de Galaad:Si me hacéis volver para pelear contra los hijos de Amón y el SEÑOR me los entrega, ¿seré yo vuestro jefe?
¿Notan los pronombres personales? “¿no me odiasteis…?” “¿seré yo…jefe?” Jefté: lo que hay aquí es una transferencia de poder de ustedes hacia mí. Punto. No es un tonto, sabe que su situación depende de su victoria y noten que el Señor no aparece en los versos pero ahora el mismo Jefté invoca el nombre de Jehová, Jefté eleva la victoria al estatus de “tengo el sello divino” o sea que acentúa su autoridad frente a los principales.
El Señor entra al escenario pero de modo oblicuo, como si fuera una carta de juego en las negociaciones y hasta los ancianos lo citan, pero no han consultado ni buscado guía del Señor en todo esto. Acceden al hombre en todo.
v.10 Y los ancianos de Galaad dijeron a Jefté:El SEÑOR es testigo entre nosotros; ciertamente haremos como has dicho.
Satisfecho, Jefté regresa a Mizpa donde es recibido con tal entusiasmo que el pueblo lo hace cabeza y líder ahí mismo.
v.11 Jefté fue con los ancianos de Galaad, y el pueblo le hizo cabeza y jefe sobre ellos; y Jefté habló todas sus palabras delante del SEÑOR en Mizpa.
La historia de salvación
El pasaje bien pudiera llamarse así, pues una gran parte del mismo consiste en Jefté ensayando (v.15-27) cómo otorgó Jehová las tierras al este del Jordán a Israel.
En los dos episodios anteriores hemos visto la importancia del diálogo, ahora, el tercer diálogo llena todo el episodio pero tiene lugar a la distancia, por intermedio de mensajeros. Formalidad y distancia como espejo de la lejanía (en término de relaciones) entre los dos bandos. Jefté habla por Israel, su adversario lo hace por Amón.
El diálogo contiene dos historias, en principio es el intercambio de mensajes y mensajeros entre Jefté y los de Amón [no sabemos el nombre de sus jefes] que conduce al desenlace del v.28 (Pero el rey de los hijos de Amón no hizo caso al mensaje que Jefté le envió). Al mismo tiempo nos narra acerca del éxodo de Israel, la salida de Egipto y su llegada al territorio que ahora se disputan Israel y amonitas. Del análisis retrospectivo emergen dos versiones irreconciliables entre sí y que conducen al mismo fin.
El pasaje narrado contiene una disputa que más adentro es una mezcla de diplomacia y litigación.
LITIGAR. (Del lat. litigāre). 1. Pleitear, disputar en juicio sobre algo. 2. Altercar, contender.
Lo que empieza como un intercambio diplomático termina como causa frente a un juez. Jefté, el acusado, termina como el querellante, su adversario como el acusado y Jehová como Juez de la corte de Apelación.
¿Por qué atacan los amonitas?
v.13 Y el rey de los hijos de Amón dijo a los mensajeros de Jefté: Porque Israel tomó mi tierra, cuando subieron de Egipto, desde el Arnón hasta el Jaboc y el Jordán; por tanto devuélvela ahora en paz.
v.12 Y envió Jefté mensajeros al rey de los hijos de Amón, diciendo:¿Qué hay entre tú y yo, que has venido a mí para pelear contra mi tierra?
Al enviar una misión diplomática Jefté comienza el ejercicio de su nueva autoridad como cabeza y líder de los galaaditas, y observen que sigue el precedente que tuvo Moisés con los gobernantes de la misma zona (Números 21:21 Entonces Israel envió mensajeros a Sehón, rey de los amorreos, diciendo: déjame pasar por tu tierra…; Deut 2:26 Entonces envié mensajeros desde el desierto de Cademot a Sehón, rey de Hesbón, con palabras de paz…). ¿Está Jefté buscando la paz? mmm, recuerden que los galaaditas lo fueron a buscar para que peleara. Tal parece que su intención es más bien ganar una plataforma moral estableciendo la justicia de su causa. Su tono no es conciliador. Habla de su tierra, esto es, Galaad, y reta a su oponente a justificar la invasión. Observen también que al reconocer al otro como rey y hablarle de tú a tú, significa “yo también.” Tampoco menciona el nombre del otro.
CONCILIAR. (Del lat. conciliāre). 1. Componer y ajustar los ánimos de quienes estaban opuestos entre sí. 2. Conformar dos o más proposiciones o doctrinas al parecer contrarias. 3. Granjear o ganar los ánimos y la benevolencia, o, alguna vez, el odio y aborrecimiento.
En pocas palabras, el primer movimiento de Jefté es poner al otro a la defensiva y claramente establecer que los galaaditas no aceptarán más como válido ser subyugados por los amonitas. Israel tiene ahora un hombre de acero. La mejor defensa es el ataque: Jefté.
Los amonitas se defienden e introducen un argumento histórico (v.13): devuelven la pelota de tú a tú y definen el territorio en disputa: entre el río Arnón al sur y el Jaboc al norte. Ahora bien, la misma precisión entreabre la puerta a la posible negociación: los amonitas admiten tácitamente haber provocado la crisis al haber cruzado el Jordán en 10:9 (Y los hijos de Amón cruzaron el Jordán para pelear también contra Judá, contra Benjamín y contra la casa de Efraín, y se angustió Israel en gran manera). La implicación del borde occidental del territorio definida por el rey de Amón es el río Jordán, donde desembocan los otros dos ríos. Entre líneas, los amonitas quieren ver si la oferta diplomática es real, si retornan el territorio en disputa y al no establecer el límite oriental pues quizá haya lugar para ambos, moderar las demandas y todos felices. Pero Jefté no es ningún tonto, como vimos antes.
v.14 Pero Jefté volvió a enviar mensajeros al rey de los hijos de Amón, 15que le dijeron: Así dice Jefté: «Israel no tomó la tierra de Moab, ni la tierra de los hijos de Amón.
Miren cómo empieza la nota: Así digo yo… ejemplo del lenguaje que usa el embajador de una potencia superior a una inferior. Una forma de lenguaje imperial, de intimidación (2 Reyes 18:28-29 El Rabsaces se puso en pie, gritó a gran voz en la lengua de Judá, y dijo:Escuchad la palabra del gran rey, el rey de Asiria. Así dice el rey: «Que no os engañe Ezequías, porque él no os podrá librar de mi mano).
Si Amón escala el conflicto de Amón vs. Galaad a Amón vs. Israel, ‘no problema’ dice Jefté. Su ambición y confianza se revelan en el lenguaje que utiliza.
¿Por qué introduce a Moab?
Aparenta ser el primer indicio de adónde quiere llegar, quizás también debido a la referencia al río Arnón, el borde norteño del territorio moabita tradicional (Números 21:13 De allí partieron y acamparon al otro lado del Arnón, que está en el desierto y que sale del territorio de los amorreos, pues el Arnón es la frontera de Moab, entre Moab y los amorreos).
El punto general es que Israel no tomó ninguna tierra equivocadamente.
v.16-18 Porque cuando subieron de Egipto, e Israel pasó por el desierto hasta el mar Rojo y llegó a Cades, Israel envió mensajeros al rey de Edom, diciendo:» Permítenos, te rogamos, pasar por tu tierra ‘, pero el rey de Edom no les escuchó. También enviaron mensajeros al rey de Moab pero él no consintió, así que Israel permaneció en Cades. «Luego atravesaron el desierto y rodearon la tierra de Edom y de Moab, llegaron al lado oriental de la tierra de Moab y acamparon al otro lado del Arnón; pero no entraron en el territorio de Moab, porque el Arnón era la frontera de Moab.
“Mira, aclaremos esto.” Israel pidió permiso. Se lo negaron. No hubo venganza sino que Israel rodeó Edom y Moab. Cades se encontraba en la franja norte de la península del Sinaí, el sitio donde casi entran a la Tierra Prometida (Deut 1:19), regresaron al desierto por 40 años hasta que volvieron a Cades (Números 13:1-20:1); la mayor parte de la generación del éxodo quedó atrás. Jefté brinca este período y habla a partir de Cades (la segunda ocasión) y el intento de alcanzar la Tierra, en esta ocasión desde el este, entre los ríos Arnón y Jaboc, al norte del Mar Muerto.
Edom se localiza al sur del Mar Muerto y Moab al este, de modo que la ruta más corta atraviesa ambas tribus. Ahora bien, los edomitas eran descendientes de Esaú, hermano mayor de Jacob (Génesis 35:27-36:19) mientras que los moabitas descendían de Lot, el sobrino de Abraham (Génesis 11:31; 19:36-37), era razonable esperar que estarían dispuestos a dejar pasar al pueblo de Israel. Pero no fue así, de modo que Israel tuvo que rodear Edom y Moab (Deut 2:2-23) para evitar conflictos.
Jefté quiere mostrar -entre otras cosas- que, al enviar mensajeros al rey de Amón ha actuado como verdadero hombre de Estado en la tradición de Moisés, y que el rechazo de Amón para escuchar es tan reprensible como lo fue el de Edom y Moab. Después de todo, también los amonitas tienen raíces ancestrales con Israel (Génesis 19:38 Y en cuanto a la menor [de Lot], también ella dio a luz un hijo, y lo llamó Ben-ammi; él es el padre de los amonitas hasta hoy).
Ahora bien, resulta de particular importancia su reclamo de que Israel había acampado al otro lado del Arnón [al norte] (v.18) y no había entrado ni se había apropiado de territorio moabita. ¿Por qué Jefté habla tanto de Amón?
v.19-20 «Y envió Israel mensajeros a Sehón, rey de los amorreos, rey de Hesbón, y le dijo Israel:» Permítenos, te rogamos, pasar por tu tierra a nuestro lugar. ‘ 20«Pero Sehón no confió en Israel para darle paso por su territorio; reunió, pues, Sehón a todo su pueblo y acampó en Jahaza, y peleó contra Israel.
El recuento histórico ha sido sumario, pero ahora se ofrece más detalle porque se alcanza la parte crucial. Jefté cuenta cómo Israel entró en posesión de la tierra que ahora reclaman los amonitas. El terreno ni siquiera era amonita: pertenecía a Sehón, rey de los amorreos, capital Hesbón.
El término amorreos es flexible, usado en general para todos los habitantes de Canaan y en particular para los habitantes de una área definida. Aquí se emplea en el término particular, Hesbón está situada casi en el medio de los ríos Arnón y Jaboc; una franja de tierra directamente en el camino de Israel, por eso enviaron mensajeros a Sehón, quien rehusó y sin declaración acampó su ejército como a 15 km al sur de Hesbón y peleó contra Israel.
Una situación diferente por completo. No se trataba de diplomacia sino de guerra. El punto no era permiso para pasar, sino el territorio mismo. Sehón se equivocó en sus cálculos.
v.21-24 «Y el SEÑOR, Dios de Israel, entregó a Sehón y a todo su pueblo en manos de Israel, y los derrotaron, e Israel tomó posesión de toda la tierra de los amorreos, los habitantes de esa región.» 22Y poseyeron todo el territorio de los amorreos desde el Arnón hasta el Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán. 23«Y puesto que el SEÑOR, Dios de Israel, expulsó a los amorreos de delante de su pueblo Israel, ¿has tú de poseerla?»
24¿No posees tú lo que Quemos, tu dios, te ha dado para poseer? De modo que todo el territorio que el SEÑOR nuestro Dios ha desposeído delante de nosotros, lo poseeremos.
Noten el cambio: Jefté introduce teología por primera vez. Israel derrotó a Sehón porque Jehová, Dios de Israel, entregó a Sehón y a todo su ejército en sus manos.
En el mundo ordinario actual en que vivimos, la diplomacia suele conducirse en términos seculares. Pero en el mundo de Jefté el resultado de las batallas se entendía como divinamente determinado, indicativas de la voluntad de Dios o de los dioses sobre la materia en disputa -especialmente tierras. Este entendimiento de cómo cambian de manos tierras y territorios es un claro reflejo del AT mismo, y lo encontramos incluso en textos extra bíblicos (anales de Tutmosis III de Egipto, Senaquerib de Asiria).
En este marco de ideas el reclamo de Jefté es válido por completo y debiera esperarse que Amón reflexionara el peso del argumento.
Es interesante es que el v.24 intenta razonar con Amón de modo apropiado. Sin embargo hay dos problemas obvios aquí:
- de acuerdo a multitud de textos bíblicos y extra bíblicos, el dios amonita no era Quemos, sino Moloc. Quemos era el dios de Moab. Pudiera ser que Jefté se equivocó al citar. Sin embargo, la referencia a Quemos y no a Moloc debe considerarse en el contexto de la prominencia otorgada a Moab en todo el pasaje.
- la referencia a Quemos indica una bandera roja en la teología básica de Jefté. Según la tradición (Deut 2:19, 36 «Y cuando llegues frente a los hijos de Amón, no los molestes ni los provoques, porque no te daré nada de la tierra de los hijos de Amón en posesión, pues se la he dado a los hijos de Lot por heredad. 36Desde Aroer, que está a la orilla del valle del Arnón, y desde la ciudad que está en el valle, aun hasta Galaad, no hubo ciudad inaccesible para nosotros; el SEÑOR nuestro Dios nos las entregó todas”), Jehová otorgó los territorios respectivos. Jefté muestra sincretismo de corazón: en la teología jeftiana Jehová y Quemos parecen ocupar el mismo lugar. Sin embargo el v.24 es el clímax del argumento diplomático y la manera como apela al Señor como Juez en v.27 apoya que Jefté es monoteísta aún cuando sus palabras y acciones no son muy consistentes con lo que cree.
v.25-26 «Ahora pues, ¿eres tú mejor que Balac, hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Acaso luchó él con Israel, o acaso peleó contra ellos?» Mientras Israel habitaba en Hesbón y sus pueblos, y en Aroer y sus aldeas, y en todas las ciudades que están a orillas del Arnón, trescientos años, ¿por qué no las recuperaste durante ese tiempo?
Es claro que los dos territorios en disputa están a ambos lados el río Arnón: Israel al norte, Amón al sur. ¿Por qué de nuevo Moab? La clave de la prominencia dada a Moab en todo el discurso de Jefté la encontramos aquí. El foco en el Arnón como borde implica que para este tiempo los amonitas habían ocupado el territorio moabita al sur e intentaban invadir el norte de Israel también. Por eso Jefté habla al rey de Amón como sucesor de los reyes de Moab y quizás por ello la mención de Quemos.
Balac, hijo de Zipor, era el gobernante original cuando Israel en el tiempo de Moisés. Intentó destruir a los israelitas reclutando al profeta Balaam para que los maldijera, pero Dios convirtió la maldición en bendición (Números 22-24). Jefté advierte a su oponente que no olvide las lecciones de la historia.
Los 300 años son desde la llegada de Israel y su establecimiento en la parte norte del Arnón, hasta el presente. La referencia ha sido geográfica, ahora es poblacional: dos centros principales así como sus villas satélites y pueblos. Los asociados a Hesbón, al centro y al norte; los de Aroer, al sur, a lo largo del Arnón. Ahora Amón pelea en los dos sitios. ¿Por qué no lo hizo antes? Porque no tenían razones para hacerlo. Ni ahora tampoco: no es una guerra de liberación sino pura agresión.
v.27 ”Por tanto, yo no he pecado contra ti, pero tú me estás haciendo mal al hacer guerra contra mí; que el SEÑOR, el Juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.»
Termina de hablar como diplomático y ahora lo hace como litigante que busca sentencia favorable, y puesto que el Juez es Jehová, las categorías son ahora morales y teológicas.
Jefté -e Israel- no han pecado contra los amonitas, son ellos quienes hacen mal.
Es lo que ha venido diciendo todo el tiempo, ahora puntualiza la claridad. Pero este resumen es para los oídos de Jehová, una apelación directa a que el resultado le sea favorable. Expresa que el asunto se resolverá primero en el cielo (la decisión del divino Juez), antes de serlo en la tierra (por las armas). Es el mejor momento de Jefté: brilla su creencia en la supremacía única de Jehová.
v.28 Pero el rey de los hijos de Amón no hizo caso al mensaje que Jefté le envió.
Jefté ha mostrado conocimiento, capacidad para negociar, capacidad de responder con mesura en tiempos de crisis en lugar de ir corriendo a una batalla y, de hecho, conseguir un par de días para sí y su ejército. Pero Israel no estaba en posición de negociar términos de paz (recordemos que los principales estaban desorganizados, etc.) y Jefté lo sabía.
Antes de continuar,
- la referencia a Jehová como Juez debe hacernos pensar, recordar que este libro es más que una simple colección de historias de guerra del heroico Israel. Todo es teología. Detrás de todos los jueces se halla Jehová, el Juez, cuya existencia y acciones son el determinante último de todo cuanto sucede.
- ¿la mejor explicación de por qué aparece el nombre de Jefté en Hebreos 11:32? En los primeros episodios vimos la procedencia del hombre y las circunstancias que lo llevaron al poder. Vimos una dureza, una ambición cuyo perfil es la de un “hombre hecho por sí mismo” cuyo carácter se ha forjado en la escuela de las pedradas, no en la escuela de la fe. Ahora vemos que hay más en Jefté. Toma su liderazgo con responsabilidad y lo ejerce con madurez y capacidad. Sobre todo, sabe que es Jehová quien gobierna el universo, no Jefté. Percibe su dependencia de Dios para la victoria que anhela y apela por ella. Esto es fe.
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