Los persas tienen un rey sombrío;
los hunos foscos
un rey altivo;
un rey ameno
tienen los íberos;
rey tiene el hombre, rey amarillo:
¡mal van los hombres
con su dominio!
Mas yo vasallo de otro rey vivo,
un rey desnudo,
blanco y rollizo:
su cetro -¡un beso!
mi premio -¡un mimo!
¡Oh! Cual los áureos reyes divinos
de tierras muertas,
de pueblos idos
-¡Cuando te vayas, llévame, hijo!
Toca en mi frente
tu cetro omnímodo;
úngeme siervo, siervo sumiso:
¡No he de cansarme de verme ungido!
¡Lealtad te juro, mi reyecillo!
Sea mi espalda
pavés de mi hijo:
pasa en mis hombros
el mar sombrío,
muera al ponerte
en tierra vivo:
mas si amar piensas
el amarillo
rey de los hombres,
¡muere conmigo!
¿Vivir impuro?
¡No vivas, hijo!
José Martí. Cuba (1853-1895)