Era muy dulce, angelical y breve.
Era como un botón de amanecer,
sutil y casta, diminuta y leve,
pero yo…no la supe comprender.
Era un lirio prendido en la reseda,
una canción de amor hecha mujer.
Rasgué su carne de alabastro y nieve
pero yo…no la supe comprender.
Me dio el nirvana de su seno amante,
el éter blando de su adormecer,
el leit motiv para que vibre y cante
pero yo…no la supe comprender.
Y ahora, dos paralelos nuestras vidas
siempre hasta el infinito desunidas
y siempre indiferentes se han de ver.
Mientras en lo hondo de mi pensamiento
muerde el fantasma del remordimiento
porque yo…no la supe comprender.
Héctor José de Regla Díaz. República Dominicana (1910-1950)
Hermoso y tierno poema.
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