Ninguno comprendíamos
el secreto nocturno de las pizarras
ni por qué la esfera armilar
se exaltaba tan sola cuando la mirábamos.
Solo sabíamos que una circunferencia
puede no ser redonda
y que un eclipse de luna equivoca a las flores
y adelanta el reloj de los pájaros.
Ninguno comprendíamos nada:
ni por qué nuestros dedos eran de tinta china
y la tarde cerraba compases
para al alba abrir libros.
Solo sabíamos que una recta,
si quiere,
puede ser curva o quebrada
y que las estrellas errantes
son niños que ignoran las aritméticas.
Rafael Alberti.(España, 1902-1999)