Respira. Serás madre toda tu vida.
Enséñale las cosas importantes, las de verdad:
a saltar en los charcos, a observar los bichitos, a dar
besitos de mariposa y abrazos muy fuertes.
(No olvides esos abrazos
y no los niegues nunca).
Puede que dentro de unos años, los abrazos
que añores sean los que no le diste.
Dile cuánto le quieres siempre que lo pienses.
Déjale imaginar.
Imagina con él. Imagina con ella.
Déjale llorar. Llora con ellos.
Las paredes se pueden volver a pintar,
los objetos se rompen y se reemplazan de continuo
(los gritos de mamá duelen para siempre).
Puedes fregar los platos más tarde: mientras tú limpias ellos crecen.
No necesitan tantos juguetes: trabaja menos y quiere más.
Y, sobre todo, respira.
Serás madre toda tu vida.
El sólo será niño una vez.
-Anónimo-
PD: si cambias madre por abuela (o abuelo)…