Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:20-21
Lo peor que puede sucederle a una persona es pensar que ha sido salva de la condenación, para descubrir después de la muerte que no es así. A todos nos gustaría creer que son ciertas las aseveraciones o afirmaciones de quienes aseguran ser cristianos, pero Jesús hace una dura advertencia porque sabe que muchos serán engañados. Se sentarán en la iglesia semana tras semana, asegurando que Jesús es el Hijo de Dios, pero sin nunca involucrarse en una relación personal con Él.
Fe intelectual no es lo mismo que fe salvadora. No es suficiente creer que Jesús murió y resucitó. Hasta los demonios creen eso «…También los demonios creen, y tiemblan.» (Santiago 2:19).
La salvación implica más que conocimiento: requiere confiar en que Jesús pagó el castigo por nuestros pecados, recibir su perdón, dejar el pecado y establecer una relación con Él. Lo que identifica a un cristiano no es lo que dice ser, sino más bien los frutos que lo identifican con el Señor.
«Así, todo buen árbol da buenos frutos…» (Mateo 7:17)
Lee. Medita. Aplica.