Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida (1 Juan 5:11-12)
Muchos creen que irán al cielo porque trataron de vivir haciendo lo correcto, pero la única manera de pasar la eternidad con Dios es recibir el regalo de salvación de Jesucristo. Quien rechaza el regalo estará separado de Él por toda la eternidad. «El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.» (Juan 3:18).
Así que la pregunta obligada es ¿cómo alcanzar salvación?
Para que una persona sea salva, primero ha de reconocer que no es lo suficientemente buena como para merecer nada de Dios. Por mucho que lo intente, no puede evitar volver a pecar porque esa es su naturaleza. No obstante, si se vuelve a Cristo con fe, todos sus pecados son perdonados, es declarada inocente y recibe una naturaleza nueva.
«Abandone el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, que tendrá de él compasión, al Dios nuestro, que será amplio en perdonar.» (Isaías 55:7).
Pero si alguien rechaza la verdad de que la salvación viene solo a través de la muerte expiatoria de Jesucristo, esa persona no tiene a quién recurrir. Sus buenas obras no son suficientes para entrar en el cielo, porque sus transgresiones siguen sin ser perdonadas.
La intención de estas palabras no es asustarle; son una advertencia sobre lo que depara el futuro si rechaza el ofrecimiento de salvación del Señor. Dios ha puesto ante usted una elección entre la vida eterna y la muerte. ¿Qué elegirá?
«El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.» (1 Juan 5:12).
Lee. Medita. Aplica.
Anónimo