Vendimos la casa
y entró en nuestros sueños;
empezó a transformarse,
a variar de ubicación,
a ocupar calles desconocidas,
a ahondarse como un pozo,
a poblarse como un hospital.
Nos remuerde la casa vendida,
el jardín, la biblioteca,
los árboles, las duelas,
todo lo que quisimos
se queja, nos reclama.
Solo en la decadencia
se vende una casa;
con la casa vendida
se multiplicaron en nuestros sueños
las escaleras, las puertas,
los abismos.
Antonio Deltoro
(México, 1947- )