Apuntes a Génesis II. 48:1 al 50:26

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TEMA XI. MUERTE DE JACOB Y DE JOSE.

De modo que José convierte a los egipcios en esclavos de Faraón mientras que Israel adquiere propiedades y prospera. ¡Vaya contraste con el primer capítulo en Exodo!
Solo la tierra de los sacerdotes egipcios, e Israel (un reino de sacerdotes), escapa a la servidumbre.

Jacob bendice a los hijos de José
48 1Y sucedió que después de estas cosas, le dijeron a José: He aquí, tu padre está enfermo. Y él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín. 2Cuando se le avisó a Jacob diciendo: He aquí, tu hijo José ha venido a ti, Israel hizo un esfuerzo y se sentó en la cama. 3Entonces Jacob dijo a José: El Dios Todopoderoso se me apareció en Luz, en la tierra de Canaán; me bendijo, 4y me dijo: “He aquí, yo te haré fecundo y te multiplicaré; y haré de ti multitud de pueblos y daré esta tierra a tu descendencia después de ti en posesión perpetua.”
5Ahora pues, tus dos hijos que te nacieron en la tierra de Egipto, antes de que yo viniera a ti a Egipto, míos son; Efraín y Manasés serán míos, como lo son Rubén y Simeón.
6Pero los hijos que has engendrado después de ellos, serán tuyos; serán llamados por el nombre de sus hermanos en su heredad. 7En cuanto a mí, cuando vine de Padán, Raquel se me murió en la tierra de Canaán, en el camino, cuando faltaba todavía cierta distancia para llegar a Efrata, y la sepulté allí en el camino a Efrata, esto es Belén.

José vive fuera de Gosén. Recordemos que es el segundo de Egipto, su lugar está al lado del Faraón. Pensemos en esto, la familia lleva 17 años viviendo en Egipto, significa que José está en los 50 y sus hijos alrededor de los 20 años de edad (borren de su mente la imagen de dos niñitos visitando al abuelito). Jacob estará anciano y débil pero no ha perdido la memoria; hay temas cruciales qué tratar, en especial la herencia de la bendición del pacto.
Lo primero que Jacob hace es maximizar el papel de Dios ¡por fin! (v.3), y acto seguido procede la ceremonia de adoptar a los dos hijos de José (de aproximadamente 20 años de edad) y elevarlos al estatus de hijos de Jacob (o padres de tribus de Israel! Coherederos con sus tíos!). Los jóvenes escuchan el mensaje, quizás por primera vez, recuerden que su madre es la hija de un sacerdote pagano, de modo que el lenguaje de Jacob es muy específico y puntual: estos muchachos han de ser integrados en la nación de Israel. En nuestra familia.

La autoridad de Jacob para hacer esto proviene de las teofanías que personalmente recibió. José nunca experimentó teofanías, no tiene tal autoridad, pero sí conoce lo que es ser elevado: al adoptar los muchachos como hijos, Jacob eleva a José al mismo nivel de Jacob, ahora ambos son patriarcas o padres ancestrales de las tribus de Israel.

8Cuando Israel vio a los hijos de José, dijo: ¿Quiénes son éstos? 9Y José respondió a su padre: Son mis hijos, los que Dios me ha dado aquí. Y él dijo: Acércalos a mí, te ruego, para que yo los bendiga. 10Y los ojos de Israel estaban tan débiles por la vejez que no podía ver. Entonces José se los acercó, y él los besó y los abrazó. 11E Israel dijo a José: Nunca esperaba ver tu rostro, y he aquí, Dios me ha permitido ver también a tus hijos.
12Entonces José los tomó de las [los hizo salir de] rodillas de Jacob, y se inclinó con su rostro en tierra. 13Y José tomó a los dos, a Efraín con la derecha, hacia la izquierda de Israel, y a Manasés con la izquierda, hacia la derecha de Israel, y se los acercó.
14Pero Israel extendió su derecha y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su izquierda sobre la cabeza de Manasés, cruzando adrede sus manos, aunque Manasés era el primogénito. 15Y bendijo a José, y dijo:
El Dios delante de quien anduvieron mis padres Abraham e Isaac,
el Dios que ha sido mi pastor toda mi vida hasta este día,
16 
el ángel que me ha rescatado de todo mal,
bendiga a estos muchachos;
y viva en ellos mi nombre,
y el nombre de mis padres Abraham e Isaac;
y crezcan para ser multitud en medio de la tierra.

Jacob no está ciego por completo, la pregunta es más bien de tipo ritual. La primera ceremonia formal fue la adopción y bendición de José, la segunda ceremonia formal es la bendición de los nietos, (Jacob es el único patriarca que se encuentra y relaciona con sus nietos).

El escritor de Génesis no revela razón de por qué Jacob ignora la ley de la primogenitura, Manasés no ha hecho nada para perder su posición y Jacob no ha recibido revelación especial (la ley prohibió tiempo después que un padre “seleccionara” al primogénito Deuteronomio 21:15-17).
La bendición viene siendo un testimonio en sí, la primera parte un testimonio de la primera y segunda generación y de cómo caminaron con Dios. Luego de cómo Dios es su pastor, una metáfora íntima de cómo Dios significa provisión, restauración, protección (primera vez que Dios es señalado como Pastor).
La tercera parte, el Angel, en Génesis aparece en momentos de turbulencia y peligro: Agar en el desierto; Abraham en el sacrificio de Isaac; el sirviente en su largo viaje a otro país; Jacob preparándose a huir de Labán; Jacob frente al prospecto de Esaú. No es sorpresa que ahora Jacob hable del ángel que me ha rescatado de todo mal, es decir, Jehová. Jacob aprendió la realidad de la presencia de Dios a través de la experiencia.
Ahora pide que los muchachos sean protegidos, bendecidos (multiplicados y fértiles), y conocidos como hijos de Jacob.

17Cuando José vio que su padre había puesto su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, esto le desagradó; y asió la mano de su padre para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés. 18Y José dijo a su padre: No sea así, padre mío, pues éste es el primogénito. Pon tu derecha sobre su cabeza.
19Mas su padre rehusó y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; él también llegará a ser un pueblo, y él también será grande. Sin embargo, su hermano menor será más grande que él, y su descendencia llegará a ser multitud de naciones. 20Y los bendijo aquel día, diciendo:
Por ti bendecirá Israel, diciendo:
Que Dios te haga como Efraín y Manasés.
Así puso a Efraín antes de Manasés.
21Entonces Israel dijo a José: He aquí, yo estoy a punto de morir, pero Dios estará con vosotros y os hará volver a la tierra de vuestros padres. 22Y yo te doy una parte más que a tus hermanos, la cual tomé de mano del amorreo con mi espada y con mi arco.

José sabe muy bien que una vez pronunciada no es posible retirar la bendición. Aún más, no hay nada en la bendición que José pudiera objetar, de hecho Jacob bendijo a los dos por igual.
Su molestia es la aparente contradicción de las manos de Jacob. La respuesta del patriarca tiene su toque de ironía: Isaac bendijo a Jacob sin desearlo (sabía que debía hacerlo, pero su deseo era bendecir a Esaú); Jacob casi ciego sabe y deliberadamente sigue el plan divino no convencional.
La gracia soberana del Señor está por encima de cualquier convencionalismo social humano (Isaías 55:8-9). Abel vs. Caín; Isaac vs. Ismael; Jacob vs. Esaú, Fares vs. Zara, José vs. Rubén, Efraín vs. Manasés. En Génesis, repetidamente hemos visto como Dios escoge al menor, no al mayor, para llevar adelante la herencia familiar (Deuteronomio 33:17).

Profecía de Israel acerca de sus hijos
49 1Entonces Jacob llamó a sus hijos, y dijo: Reuníos para que os haga saber lo que os ha de acontecer en los días venideros.

Juntaos y oíd, hijos de Jacob,
y escuchad a Israel vuestro padre.

Rubén, tú eres mi primogénito,
mi poderío y el principio de mi vigor,
prominente en dignidad y prominente en poder.

Incontrolable [desenfrenado] como el agua, no tendrás preeminencia,
porque subiste a la cama de tu padre,
y la profanaste: él subió a mi lecho.

Simeón y Leví son hermanos;
sus armas instrumentos de violencia.

En su consejo no entre mi alma,
a su asamblea no se una mi gloria,
porque en su ira mataron hombres,
y en su obstinación desjarretaron bueyes.

Maldita su ira porque es feroz;
y su furor porque es cruel.
Los dividiré en Jacob,
y los dispersaré en Israel.

A ti Judá, te alabarán tus hermanos;
tu mano en la cerviz de tus enemigos;
se inclinarán a ti los hijos de tu padre.

Cachorro de león es Judá;
de la presa, hijo mío, has subido.
Se agazapa, se echa como león,
o como leona, ¿quién lo despertará?
10 
El cetro no se apartará de Judá,
ni la vara de gobernante de entre sus pies,
hasta que venga Siloh[él venga a Siloh],
y a él sea dada la obediencia de los pueblos.
11 
El ata a la vid su pollino,
y a la mejor cepa el hijo de su asna;
él lava en vino sus vestiduras,
y en la sangre de las uvas su manto.
12 
Sus ojos están apagados por el vino,
y sus dientes blancos por la leche.
13 
Zabulón habitará a la orilla del mar;
y él será puerto para naves,
y su límite será hasta Sidón.
14 
Isacar es un asno fuerte,
echado entre los apriscos [alforjas].
15 
Al ver que el lugar de reposo era bueno
y que la tierra era agradable,
inclinó su hombro para cargar,
y llegó a ser esclavo en trabajos forzados.
16 
Dan juzgará a su pueblo,
como una de las tribus de Israel.
17 
Sea Dan serpiente junto al camino,
víbora junto al sendero,
que muerde los jarretes [talones] del caballo,
y cae su jinete hacia atrás.
18 
¡Tu salvación espero, oh Señor!
19 
A Gad salteadores lo asaltarán,
mas él asaltará su retaguardia [talón].
20 
En cuanto a Aser, su alimento será sustancioso [grasoso],
y él dará manjares de rey.
21 
Neftalí es una cierva en libertad,
que pronuncia palabras hermosas.
22 
Rama fecunda es José,
rama fecunda [hijo fecundo] junto a un manantial;
sus vástagos [hijas] se extienden sobre el muro.
23 
Los arqueros lo atacaron con furor,
lo asaetearon y lo hostigaron;
24 
pero su arco permaneció firme
y sus brazos fueron ágiles
por las manos del Poderoso de Jacob
(de allí es el Pastor, la Roca de Israel),
25 
por el Dios de tu padre que te ayuda,
y por el Todopoderoso [Shaddai] que te bendice
con bendiciones de los cielos de arriba,
bendiciones del abismo que está abajo,
bendiciones de los pechos y del seno materno.
26 
Las bendiciones de tu padre
han sobrepasado las bendiciones de mis antepasados
hasta el límite de los collados eternos;
sean ellas sobre la cabeza de José,
y sobre la cabeza del consagrado [distinguido] de entre tus hermanos.
27 
Benjamín es lobo rapaz [que despedaza];
de mañana devora la presa,
y a la tarde reparte los despojos.

Paradójicamente, lo que el escritor denomina como “bendiciones” más bien llegan a ser “anti-bendiciones” en el caso de Rubén, Simeón y Leví. Sin embargo, históricamente a final de cuentas Jacob salva al pueblo de Israel de un liderazgo equivocado, por tanto vuelven a ser “bendiciones.”
Jacob sigue un cierto orden y es evidente que ciertos temas del pasado vuelven cual fantasmas otra vez. Lo que está a punto de compartir es profecía inspirada sobre el destino de cada cual, extendible a la tribu que emane de cada hijo.
Rubén: Privilegio y rendición de cuentas. La enseñanza es clara, la conducta de un individuo afecta el destino de sus descendientes (Exodo 20:5). No hay profeta, juez, sacerdote o rey descendiente de Rubén.
Pero la promesa obra también en sentido positivo (Génesis 22:18; 26:4-5) y en la historia de Sodoma y Gomorra, donde un núcleo de justos garantizaría la supervivencia de una ciudad.
Simeón y Leví: el mismo principio sobre la conducta de una generación afectando las circunstancias de la siguiente. Eventual, la tribu de Simeón fue absorbida por la de Judá y los levitas nunca tuvieron territorio propio sino que fueron dispersos entre las demás tribus. Ahora bien, tiempo después Dios redimió la ferocidad levita (Exodo 32:25-29; Números 25:7-14).
Judá: se le otorga posición más honorable entre ellos, por los mismos hermanos, debido a sus resultados y a su carácter. Aunque esté reposando nadie osa penetrar en el territorio del león, tan poderoso es.
Zabulón: fue una de las dos tribus más alabadas en la lucha de Débora contra ls canaanitas; junto con Dan y Aser fueron de estirpe marina, más parecidos a los fenicios y filisteos que a los hebreos de tierra adentro. Si bien Jesús es de la tribu de Judá, su residencia en Nazaret lo acerca más a Zabulón (la orilla del mar de Galilea), además de su interés por los barcos y la pesca.
Isacar: algunos interpretan como un grupo que busca la comodidad por encima de cualquier otra cosa, y por ende pierde su independencia. El viejo pecado de Adán y Eva: la mujer vió que era bueno para comer. Los de Isacar vieron que era bueno para descansar. Pero bien puede ser que Jacob predice un modus vivendi donde no temen asumir tareas que requieran fuerza física.
Dan: sugiere que aunque pequeño, sería muy capaz de valerse por sí mismo, incluso de inducir pánico en un animal grande como un caballo.
Gad: sinónimo de guerra de guerrillas.
Aser: la tribu feliz, prosperidad agrícola.
Neftalí: poco se sabe de ellos.
José: el hijo favorito. Fecundo, bendecido por su familia y por los egipcios, Dios en el centro de sus pensamientos, Dios su sostén en todo tiempo, y ahora Jacob expresa lo que José ha sabido: fue Dios quien lo envió a Egipto, fue Dios quien lo puso en la casa de Faraón, fue Dios quien ha hecho todas estas cosas. Finalmente Jacob puede ver la mente de José. Y vemos también una profecía sobre Cristo.
Benjamín: el que más hijos tiene, esta tribu se convertirá en depredadora.
28Todas estas son las doce tribus de Israel, y esto es lo que les dijo su padre cuando los bendijo. A cada uno lo bendijo con la bendición que le correspondía.
29Después les ordenó y les dijo: Voy a ser reunido a mi pueblo; sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón hitita, 30en la cueva que está en el campo de Macpela, que está frente a Mamre, en la tierra de Canaán, la cual Abraham compró juntamente con el campo de Efrón hitita, para posesión de una sepultura. 31Allí sepultaron a Abraham y a su mujer Sara; allí sepultaron a Isaac y a su mujer Rebeca, y allí sepulté yo a Lea.
32El campo y la cueva que hay en él, fueron comprados de los hijos de Het.
33Cuando Jacob terminó de encargar estas cosas a sus hijos, recogió sus pies en la cama y expiró, y fue reunido a su pueblo [sus parientes].

Por favor noten quiénes están sepultados en Macpela: Abraham, Sara, Isaac, Rebeca, y Lea. Lea. Lea finalmente se queda con el hombre (Raquel fue sepultada alrededor de Belén) y es a través de Judá -hijo de Lea- que continuará la bendición.
De nuevo esta hermosa imagen de los últimos siendo primeros.
Jacob escogió a Raquel. Dios escogió a Lea.

Noten además que al final Jacob muere con honor, expira con la palabra de Dios en su boca y con la visión de Dios a la vista. Y ojo, el verbo empleado no es “morir” sino “expirar” porque el énfasis no es la muerte sino en que fue reunido a su pueblo.

Sepultura de Jacob
50 1José se echó sobre el rostro de su padre, lloró sobre él y lo besó. 2Y ordenó José a sus siervos médicos que embalsamaran a su padre; y los médicos embalsamaron a Israel. 3Y se requerían cuarenta días para ello, porque este es el tiempo requerido para el embalsamamiento. Y los egipcios lo lloraron setenta días.
4Y cuando pasaron los días de luto por él, habló José a la casa de Faraón, diciendo: Si he hallado ahora gracia ante vuestros ojos, os ruego que habléis a Faraón, diciendo: 5“Mi padre me hizo jurar, diciendo: ‘He aquí, voy a morir; en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás.’ Ahora pues, te ruego que me permitas ir a sepultar a mi padre, y luego volveré.” 6Y Faraón dijo: Sube y sepulta a tu padre como él te hizo jurar.

Los hebreos no embalsamaban sus muertos, no tenían esa creencia; más bien insistían en enterrarlos lo más pronto posible (incluso hoy lo hacen en las primeras 24 hrs) porque era muy importante que tuvieran reposo apropiado en la tumba hasta la resurrección.
José embalsama a su padre por dignidad y preparar su cuerpo al prolongado viaje a la Tierra Prometida, la esperanza de Israel.
Piensen en la provisión de Dios aquí. Jacob quiere ser enterrado en Canaán y vive en el único lugar que sabe cómo preservar cuerpos. ¿Ven la providencia?

40 días para embalsamar, 70 días de luto, la nación entera llora al padre de su salvador hebreo. Luego Jacob es honrado en la muerte por el mismo Faraón.

7Entonces José subió a sepultar a su padre, y con él subieron todos los siervos de Faraón, los ancianos de su casa y todos los ancianos de la tierra de Egipto, 8y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre; sólo dejaron a sus pequeños, sus ovejas y sus vacas en la tierra de Gosén. 9Subieron también con él carros y jinetes; y era un cortejo muy grande. 10Cuando llegaron hasta la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, hicieron allí duelo con una grande y dolorosa lamentación; y José guardó siete días de duelo por su padre.
11Y cuando los habitantes de la tierra, los cananeos, vieron el duelo de la era de Atad, dijeron: Este es un duelo doloroso de los egipcios. Por eso llamaron al lugar Abel-mizraim [la pradera, duelo de Egipto], el cual está al otro lado del Jordán. 12Sus hijos, pues, hicieron con él tal como les había mandado; 13pues sus hijos lo llevaron a la tierra de Canaán, y lo sepultaron en la cueva del campo de Macpela, frente a Mamre, la cual Abraham había comprado de Efrón hitita, junto con el campo para posesión de una sepultura. 14Y después de sepultar a su padre, José regresó a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que habían subido con él para sepultar a su padre.

El tamaño del cortejo es majestuoso, digno de un rey. José, los oficiales de Faraón, los oficiales de su casa, los dignatarios egipcios de la corte, la familia cercana, la familia de su padre, carros, jinetes…

Muerte de José
15Al ver los hermanos de José que su padre había muerto, dijeron: Quizá José guarde rencor contra nosotros, y de cierto nos devuelva todo el mal que le hicimos.
16Entonces enviaron un mensaje a José, diciendo: Tu padre mandó antes de morir, diciendo: 17“Así diréis a José: ‘Te ruego que perdones la maldad de tus hermanos y su pecado, porque ellos te trataron mal.’” Y ahora, te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró cuando le hablaron.
18Entonces sus hermanos vinieron también y se postraron delante de él, y dijeron:
He aquí, somos tus siervos.
19Pero José les dijo: No temáis, ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? 20Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo tornó en bien para que sucediera como vemos hoy, y se preservara la vida de mucha gente.
21Ahora pues, no temáis; yo proveeré para vosotros y para vuestros hijos. Y los consoló y les habló cariñosamente.

Pero ahora los hermanos se preocupan, quizás el perdón de José era condicional, quizás fue solo para honrar a su padre y ahora que ya no está, bueno…
Los hermanos deciden enviar una comunicación prefabricada, ¡tratan a José como Dios, otorgándole derecho a perdonar! José llora. ¿Por qué llora?
Cuando los hermanos conocen la reacción de José entonces vienen en persona a ofrecerse como esclavos…
José rechaza jugar a Dios y les asegura que no tiene nada en su contra sino que Dios tornó su maldad para algo bueno. Además “yo seré guarda de ustedes” no como Caín.

José lloró por su padre y luego llora por sus hermanos quienes después de 17 años de experimentar la gentileza y perdón de su hermano todavía no creen que sea cierto y piensan en represalia. No han entendido lo que es el perdón y buscan maneras de cubrir sus culpas.
represalia
Del lat. mediev. reprensalia.
1. Respuesta de castigo o venganza por alguna agresión u ofensa.
2. Retención de los bienes de una colectividad con la cual se está en conflicto, o de sus individuos.
3. Medida o trato de rigor que, sin llegar a ruptura violenta de relaciones, adopta un Estado contra otro para responder a actos o determinaciones adversos de este.

La Escritura enseña que “el perfecto amor echa fuera el temor” pero los hermanos ni siquiera pueden ver el amor debido al peso de su culpa. José no presume estar en el lugar de Dios, solo Dios es quien administra justicia, solo Dios es quien obra lo justo.

Amadas, ¿cuántas podríamos decir como José “acaso estoy yo en lugar de Dios”? La respuesta a esta pregunta clave podría establecer el curso de nuestra vida.
A manera de ejercicio contrasten las vidas de Jacob y José y vean cómo contestaron esa preguntaron cada cual. ¿Acaso estoy yo en lugar de Dios [puedo confiar en Dios]?

22Y José se quedó en Egipto, él y la casa de su padre; y vivió José ciento diez años.
23Y vio José la tercera generación de los hijos de Efraín; también los hijos de Maquir, hijo de Manasés, nacieron sobre las rodillas de José.
24Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir, pero Dios ciertamente os cuidará y os hará subir de esta tierra a la tierra que El prometió en juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob. 25Luego José hizo jurar a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os cuidará, y llevaréis mis huesos de aquí. 26Y murió José a la edad de ciento diez años; y lo embalsamaron y lo pusieron en un ataúd en Egipto.

El final de Génesis es el inicio. 430 años después, 2.5 millones de israelitas abandonaron Egipto. Alrededor del 50% de la población de Egipto de aquella época.
La promesa dada a Abraham una realidad, y contando.

¿Podemos confiar en Dios? Totalmente.

Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan grande nube de testigos, gente de la cual el mundo no era digno… Abraham, Isaac, Jacob, José, Agar, Sara, Tamar, Raquel, Lea, Abel, todos ellos, testigos de la fidelidad de Dios, testigos de la carrera que tenemos por delante, despojémonos de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos, puestos los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe.

Vuelve y lee los comienzos: del pacto, la salvación, el evangelio, el sacrificio, el tiempo, el hombre, el pecado, tantos inicios en este libro, pero la pregunta principal del Libro de los Inicios es ¿qué ha iniciado en ti?

Según Hebreos, iniciar una revolución profunda, una fe arraigada y ferviente. De tu fe.
Y esta promesa: que Jesús, el autor y consumador de la fe, completará lo que ha iniciado en ti a medida que buscas primeramente el reino de Dios y su justicia, el testimonio de Su fidelidad de cara a la infidelidad humana y en ocasiones también frente a la fidelidad humana.

¿Que si podemos confiar en Dios? Totalmente.

Hebreos 11 Génesis
v.1-2 lo que hemos estudiado
v.3 Cap.1
v.4 Cap.4
v.5-6 Cap.5
v.7 Cap.6
v.8-10 Cap.12
v.11 Cap.21
v.17 Cap.22
v.18 Cap.27
v.20 Cap.47
v.22 Cap.50
v.38-39-40

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