Por las mañanas
mi pequeñuelo
me despertaba
con un gran beso.
Puesto a horcajadas
sobre mi pecho,
bridas forjaba
con mis cabellos.
Ebrio él de gozo
de gozo yo ebrio,
me espoleaba
mi caballero:
¡qué suave espuela
sus dos pies frescos!
¡Cómo reía mi jinetuelo!
Y yo besaba
sus pies pequeños,
¡los pies que caben
en solo un beso!
José Martí
Cuba (1853-1895)