Parpadeos de luces vacilantes
bordean la selva cuando muere el día,
a manera de extraña pedrería
que relumbra y se apaga por instantes.
En estados círculos errantes,
brotan cocuyos en la selva umbría
cual si alguien, con la fiebre de la orgía,
arrojara puñados de diamantes.
De día ocultos en la verde alfombra,
solo en las horas de nocturna calma
divagan a través de la espesura;
y a fuerza de brillar entre la sombra,
acrisolan su brillo, como el alma
que a fuerza de sufrir se hace más pura.
José Santos Chocano. Perú (1875-1934)