v.1 Y el ángel del SEÑOR subió de Gilgal a Boquim y dijo:Yo os saqué de Egipto y os conduje a la tierra que había prometido a vuestros padres y dije:»Jamás quebrantaré mi pacto con vosotros,
v.2 y en cuanto a vosotros, no haréis pacto con los habitantes de esta tierra; sus altares derribaréis.» Pero vosotros no me habéis obedecido; ¿qué es esto que habéis hecho?
v.3 Por lo cual también dije:»No los echaré de delante de vosotros, sino que serán como espinas en vuestro costado, y sus dioses serán lazo para vosotros.»
v.4 Y sucedió que cuando el ángel del SEÑOR habló estas palabras a todos los hijos de Israel, el pueblo alzó su voz y lloró.
v.5 Y llamaron a aquel lugar Boquim; y allí ofrecieron sacrificio al SEÑOR
¿Por qué de Gilgal? El tabernáculo se hallaba en Shiloh, Gilgal es donde se acampó el pueblo durante la mayor parte de la conquista. ¿El veredicto de Dios? ¿Cuál es la tensión existente entre lo que Dios dijo antes (v.1) y lo que dice ahora (v.3)?
Me han colocado en una situación imposible. Juré bendecirlos como mi pueblo amado y no bendecirlos si desobedientes. Prometí amarlos como mi pueblo; pero también prometí que juzgaría el pecado. ¿Cómo resolveré este dilema? ¡Dios con un dilema?!
Jehová acusa al pueblo de romper el pacto y anuncia disciplina y juicio. El episodio de Boquim nos hace considerar la naturaleza del arrepentimiento genuino. La implicación en v.2 es que Israel hizo algún tipo de convenio o pacto con el remanente de residentes que quedaban, prometiendo vida a cambio de esclavitud, como sucedió con Josué y los pobladores de Gabaón (Josué 9).
Notemos la respuesta: lágrimas por todos lados. Boquim de hecho significa ‘lloradero, llorones.’ Y luego hicieron sacrificio (v.5b). Hasta aquí, muy bien, un buen signo cuando todavía podemos derramar lágrimas, cuando nos conmovemos hasta las lágrimas.(48:30). Pero somos tan sofisticadas, tan refinadas… tan endurecidas, o peor, todo ello, como para clamar por nuestro pecado. El texto nos persigue. ¿Qué pasó después?
No hay respuesta. Lloraron, pero no hallamos evidencia de reforma, de que hayan vuelto a su casa y destruído las imágenes de idolatría y a sus adoradores. Muchos hay que se conmueven al escuchar la Palabra, para endurecerse otra vez antes de ser traspasados a otro molde.
¿Qué produjeron las lágrimas y sacrificios? Nuestra respuesta a las acusaciones debiera ser más que ojos húmedos. Es bueno ser conmovido hasta las lágrimas, pero mejor todavía ser traídas al arrepentimiento. Dios quiere producir “buena tristeza” en nosotros (2 Crónicas 7:8-11, la fiesta de Salomón al dedicar el templo), Sus demandas por medio del profeta Joel contienen balance perfecto y no necesitan de ninguna hermenéutica:
Joel 2:12-13 Aun ahora– declara el SEÑOR– volved a mí de todo corazón, con ayuno, llanto y lamento. Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos; volved ahora al SEÑOR vuestro Dios, porque El es compasivo y clemente, lento para la ira, abundante en misericordia, y se arrepiente de infligir el mal.
¿Como resolvió Dios el dilema, de ser justo y perdonador de su pueblo?
Romanos 3:23-26 por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre a través de la fe, como demostración de su justicia, porque en su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar en este tiempo su justicia, a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús.
2 Corintios 5:21 Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El.
Amadas, el creyente en Cristo es un arrepentidor (¡un verbo vivo!) para toda la vida. Observen que no decimos arrepentido, sino arrepentidor, porque inicia con arrepentimiento y continúa en arrepentimiento de corazón:
Romanos 8:12-13 Así que, hermanos, somos deudores, no a la carne, para vivir conforme a la carne, porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
Cada una de nosotras debiera ser arrepentidora, es decir, una ¡arrepentida que se arrepiente!
Arrepentimiento: 1. Pesar de haber hecho algo.
Escrituralmente es un cambio de mente respecto al pecado y respecto a Dios, un volverse internamente del pecado hacia Dios, conocido por su fruto -obediencia (Mateo 3:8; Hechos 26:20; Lucas 13:5-9). Es odiar lo que una vez amamos y amar lo que una vez odiamos, es cambiar pecado irresistible por un Cristo irresistible.
Es mucho más que simple remordimiento, va más allá de la tristeza (2 Corintios 7:9-10 pero ahora me regocijo, no de que fuisteis entristecidos, sino de que fuisteis entristecidos para arrepentimiento; porque fuisteis entristecidos conforme a la voluntad de Dios, para que no sufrierais pérdida alguna de parte nuestra. Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte).
Tristeza terrenal se caracteriza por sentimientos de vergüenza, dolor, avergonzarse al haber sido atrapadas en algún pecado. Junto con la vergüenza hay falta de esperanza de ser limpiada del pecado o de la capacidad de restaurar las relaciones con la persona contra la cual pecaste. Este tipo de tristeza busca alivio haciendo cosas (por otros hacia uno o por una hacia sí misma), busca distraerse, manipular a otros.
Tristeza piadosa dirige directamente hacia Cristo. No necesitas que nadie más haga algo por ti, ni siquiera tú misma por ti. Caes delante de Dios, quien nos consuela en arrepentimiento y fe de lo que Cristo ha hecho por una; luego, descansando en dicho conocimiento, abandonamos todo intento de autojustificación frente a otros. Simplemente vas y pides perdón y reparas la herida que has hecho.
Muchas pasan años experimentando tristeza terrenal sobre un montón de cosas que demandan arrepentimiento genuino y luego se preguntan por qué las cosas o las relaciones no cambian. Sentirse mal por lo mal hecho no es igual a la tristeza piadosa que lleva al cielo. Dios nos llama a reconocer nuestros errores y nuestra necesidad de perdón y luego ir a El para perdonar y corregir. No tenemos qué vivir en un estado perpetuo de miedo y vergüenza. Vayamos a la cruz de nuestro Señor. Su sacrificio en lugar nuestro nos equipa para encarar nuestro pecado sin temor a que el pecado nos defina para siempre.*
El arrepentidor solo tiene una opción, la fe. Una persona religiosa a menudo se engañará a sí misma en su arrepentimiento. Es verdad que un creyente pudiera cometer el peor de los pecados; pero permanecer en el amor al pecado, o sentirse cómodo en atmósfera de pecado, son signos mortales, porque solamente los arrepentidos vamos al cielo.
Arrepentimiento y fe van juntos.
Arrepentirse es abandonar autosuficiencia.
Arrepentirse es un don de Dios (y un deber del hombre).
(Hechos 11:19; 2 Timoteo 2:25 …por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad; Hechos 17:30 Por tanto, habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan; Lucas 13:3 …si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente).
Sabremos que se nos ha otorgado, al hacer uso del regalo.
(Filipenses 2:12-13 Así que, amados míos, tal como siempre habéis obedecido, no sólo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito; Apocalipsis 3:19 «Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete).
*Godly sorrow and repentance. Practical Theology for Women, W.Alsup, 18 april 2014
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