La historia: liberación de Israel, destrucción de Sísara
v.4-5 Débora, profetisa, mujer de Lapidot, juzgaba a Israel en aquel tiempo; 5y se sentaba debajo de la palmera de Débora entre Ramá y Betel, en la región montañosa de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a pedir juicio
La escena introduce al personaje que pondrá la historia es movimiento. Débora (miel de abeja) no es líder militar, ni cabeza de Estado, ni proponente alguno de principios egalitarios (la igualdad de roles).
EGALITARIO (igualitario):
1. adj. Que entraña igualdad o tiende a ella. 2. adj. Que propugna la igualdad social.
¿Quién fue Débora? Una gran israelita, profetisa, es decir el agente por el cual la palabra de Dios entrará en la historia para requerir de Barak que cumpla su rol como salvador (por primera vez se distingue entre “jueces” y “salvación”, si bien las dos funciones pudieran coincidir en la misma persona, un juez no era necesariamente salvador, y un salvador no es necesariamente juez). Débora, una mujer, tiene sin embargo un papel crucial en la salvación de Israel, en dos sentidos: a) al resolver disputas los salvaba de problemas entre ellos, b) al comisionar a Barak los salva de problemas fuera de ellos.
Es una mujer fuerte en tiempos de hombres débiles.
Se nos presenta una variación del ciclo de Jueces que ya hemos visto. Se describe la situación general y se introduce a una mujer: Débora es el único personaje significativo del libro de Jueces de quien no se dice “se levantó” o que haya recibido algún llamado, la descripción usual del juez-libertador como Otoniel (3:9), Ehud (3:15), Gedeón (6:14), Tola (10:1) y Jair (10:3).
Débora era profetisa
Un profeta es alguien que recibe y comunica palabras de y para Dios (Exodo 4:15-16; 7:1). Como profetisa, Dios hablaba a través de ella algunas veces. Ahora bien, por sí misma esta información no nos dice nada de su papel en la nación o incluso de su carácter. Dios escoge a quien le place, y por lo general no sabemos por qué.
Del lado positivo tenemos a Miriam, hermana de Aarón (Exodo 15:20); a Hulda (2 Reyes 22:14-20 y 2 Crónicas 34:22-28); a la esposa de Isaías, quien le dio hijos miembros clave de su banda de discípulos así como señal de temas gemelos (salvación y juicio) para su ministerio en Sion (Isaías 7:3; 8:3, 16-18). Del lado negativo tenemos a Noadías, quien se opuso a Nehemías (Nehemías 6:14).
En el Nuevo Testamento (NT) conocemos a la vieja Ana quien supo del verdadero significado del nacimiento de Jesús y habló de él a todos los que esperaban la redención de Israel (Lucas 2:36-38); a las 4 hijas de Felipe el evangelista (Hechos 21:8-9); a Jezabel, la falsa profeta de la iglesia en Tiatira (Apocalipsis 2:20-21).
El don de profecía estuvo presente en iglesias del NT luego de Pentecostés, ejercido por hombres y mujeres, como había sido profetizado por Joel (Joel 2:28-29; Hechos 2:16-18; 1 Corintios 14:29-33). En Jueces 4, Débora actúa como profetisa de guerra, llamando y comisionando a Barac para que conduzca hombres a la batalla, le da promesa de victoria y la orden de atacar en el tiempo oportuno (v.6-7, 14).
Débora era una mujer casada
Era la esposa de Lapidot (antorcha), de quien no sabemos nada. Pero es notable que al identificarse como esposa (4:4), como madre (5:7), y quien ministra desde un lugar específico (4:5), garantiza el entendimiento que su ministerio no negaba sus responsabilidades domésticas. Es una persona normal, la esposa de Fulanito.
Débora juzgaba (adjudicación)
Shaphat (juzgar) es una palabra amplia y general que puede traducirse como “juez”, “adjudicar”, “decidir”, “gobernar”, “otorgar”, “pronunciar juicio”, o “ejecutar sentencia”. Para bien nuestro, el contexto nos ayuda a entender lo que Débora hacía.
Es claro que no provee liberación militar alguna sentada bajo la palmera. Si bien el texto no especifica, parece establecer veredictos en asuntos civiles y/o proveer guía divina. Los profetas eran conocidos como hombres de Dios, se tenían en alta estima, lo que profetizaban era verdad. Débora era así. No solo sabia o de entendimiento, sino profetisa –alguien que habla las palabras de Dios. Su juicio proveía adjudicación (sentencia) o consejería, de ninguna manera liberación de los opresores.
Resulta inusual la frase “juzgaba” pues juzgar en el sentido que ella hacía significa ser la líder efectiva de toda la nación -un oficio que ninguna otra mujer ostentó en el AT, y que no tiene paralelo en el NT. Su modo de ejercer recuerda a Samuel: los israelitas subían a ella, ungió a Barac (Samuel a Saúl y a David), no lideró batallas (tampoco Samuel), en Ramá y Bethel (igual que Samuel). Como si fuese la contraparte femenina de Samuel.
Pero también similar a Moisés, como una corte final de apelación para juzgar casos difíciles (Exodo 18:24-26).
En un sentido, el ejercicio de Débora como juez es indicación de cuán irregular se habían vuelto las cosas en el período de los Jueces; pero en toda la narración -de hecho en toda la Escritura- no hay pista alguna de que el ejercicio de su rol fuese contrario a los propósitos de Dios, o de ruptura de Su voluntad declarada como, por ejemplo, las prácticas irregulares de adoración del período. Por el contrario, Débora es cantada como “madre de Israel”, trajo estabilidad y orden donde todo había sido caos (5:6-9); ‘salva’ a Israel en este mismo sentido (al igual que Tola en 10:1).
Algunos interpretan que el gobierno de una mujer es señal de degeneración, no de liberación (Isaías 3:12 ¡Oh pueblo mío! Sus opresores son muchachos, y mujeres lo dominan. Pueblo mío, los que te guían te hacen desviar y confunden el curso de tus sendas). Ciertamente el tiempo de los Jueces fue tiempo de obscuridad en la historia de Israel. Quienes deseen extrapolar doctrina o práctica del ejemplo de Débora harían bien en recordar que Jueces 4 y 5 constituyen el reporte histórico de una circunstancia en un ambiente muy alejado del ideal. Estos capítulos son para nuestra edificación, no para ser usados como precedente o incluso para derribar/establecer mandatos en la Escritura.
¿Dónde estaban los sacerdotes y ancianos que debían juzgar?
El único sacerdote mencionado en todo el libro era apóstata (Jueces 17 y 18). Después de Josué, los ancianos fueron hombres corruptos y necios (Jueces 2:7, 10: 8:14-16; 21). Es obvio que el pueblo se dirigiera a Débora porque ella tenía la palabra de Dios e integridad personal, una rara combinación en aquellos tiempos.
Débora solía estar a la sombra de su palmera
La gente venía a ella. Ella permanecía bajo su palmera. Es interesante el paralelo con Saúl, sentado debajo de un árbol, teniendo un consejo de guerra con 600 hombres (1 Samuel 14:2). Significa que ella presidía ahí. El sitio es muy adecuado por dos razones: 1) su centralidad entre tribus del norte y del sur, 2) proveía amplia conexión entre el Israel presente y el pasado patriarcal (otra Débora estaba enterrada ahí -la nodriza de Rebeca, Génesis 35:8). ¿Por qué una palmera? Quizás porque la palmera simbolizaba los frutos y bendiciones que Israel anhelaba, en todo caso la imagen de esta mujer sentada bajo su palmera venía a ser un signo de esperanza en medio de circunstancias amenazadoras.
Años después el profeta Samuel juzgó también en Ramá (1 Samuel 7:15-17), pero contrario a Débora, Samuel recorría un circuito. El hábito de Débora era ministrar desde su casa. Tan solo un detalle, pero significativo: trabajar desde la casa es tarea femenina clásica.*
El inicio de la historia enfocado en una mujer es sorprendente, en particular si recordamos la ausencia de mujeres en los episodios de Otoniel y Ehud. Además, tiene una posición de autoridad y toma la iniciativa respecto al prospecto héroe de la película, un punto que da a esta narración un carácter único.
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*[The Womanliness of Deborah: Complementarian Principles from Judges 4-5 Barbara K. Mouser]