Romanos 5.8

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COMPRENDIENDO EL ESTÁNDAR DE DIOS 1

Texto: Romanos 10:5-13; Deuteronomio 30:6-18

Idea central: Por buenas que sean nuestras vidas, quedan cortas a la hora de alcanzar la gloria de la justicia de Dios. El estándar de Dios implica absoluta y constante perfección (esto, madurez).

Lecciones particulares:¿Cómo sabemos que los israelitas se equivocaron al tratar de ganarse el agrado de Dios con sus buenas acciones? ¿Por qué no debiéramos nosotros tratar de ganarnos la vida eterna siendo buenas personas? ¿Por qué gente tan buena como Confucio, el Buda y otros no están en el cielo?

—  Es cierto, Dios es justo y una vida que refleje su justicia en el día a día, en la práctica, será recompensada con vida eterna (v.5; Levítico. 18:5) y con el agrado de Dios (Deuteronomio 30:9,10).

—  Sin embargo, cuando Dios meditó acerca de este tema (Dt. 30:9,10), Él llegó a la conclusión de que, si entendemos bien lo que esto implica, nuestra reacción será de completa desilusión (Deuterenomio 30:11-13).

—  En otras palabras, si nuestra reacción a la idea de ganarnos el agrado de Dios con nuestra vida diaria no es desesperación, es porque no estamos entendiendo bien cuál es el estándar que Dios tiene para ser agradado. Para que una persona pueda agradar a Dios con su vida, necesita –en lo externo– guardar impecablemente cada uno de los mandamientos de la ley de Dios en todo momento, y necesita –en lo interno– que todo su corazón y toda su alma estén completa e invariablemente enfocados en Él siempre (Dt. 30:10).

—  Entender correctamente la justicia de Dios para poder agradarle (vv.2,3) implica entender que Dios ciertamente paga vida eterna a los justos… E implica no ensuciar su justicia al rebajarla y acomodarla a las versiones fallidas que nosotros pudiéramos lograr. Cuando pensamos que nuestra vida (o la de cualquier otra persona) es lo suficientemente buena o ha hecho suficiente bien como para merecer el cielo, estamos insultando y ridiculizando la justicia de Dios.

Preguntas de introspección: ¿En base a qué defino “buena vida”? ¿Cuáles son nuestras presuposiciones y prejuicios acerca de quién debiera “estar en el cielo” y cómo decidimos quién vivió lo suficientemente bien? ¿Qué moldea nuestra visión acerca de este tema, la Biblia, la cultura, mi opinión? ¿Qué pasos prácticos podemos llevar a cabo para poder apreciar cómo Dios mide una vida?

¿Cómo afecta entender este tema la manera en que pienso acerca de si Dios es justo cuando permite que suceda un evento en la vida de una persona? ¿Cómo afecta este tema la manera en que me siento cuando la providencia de Dios duele?

¿Cómo afecta este tema la opinión que tengo de mí mismo, de mi vida y mis “buenas obras”? ¿Cómo afecta este tema la manera en la que me comparo con los que me rodean? ¿Cómo afecta este tema el valor que le doy a Cristo?

Historia sugerida: Historia del rey Uzías (2 Crónicas 26:1-21).

Romanos 5.7

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EL PROPÓSITO DE LA LEY ES SALVACIÓN… POR FE

Texto: Romanos 10:1-4

Idea central: Querer agradar a Dios es bueno, sin embargo el deseo no es suficiente. Nuestras acciones deben estar motivadas por ese buen deseo, pero guiadas por la voluntad de Dios.

Lecciones particulares:

— Buscar a Dios con sinceridad y tener celo por Él, por sus cosas, es bueno (v.2a)… Sin embargo, es posible tener ese tipo de sinceridad, ese deseo por agradar a Dios, y al mismo tiempo usarlo para ofender a Dios.

— Esto sucede cuando nuestra aplicación de ese celo por Dios no es guiado por el conocimiento y reconocimiento de cómo Dios hace las cosas (v.2b). Si el dueño de la casa dice que quiere un mantel amarillo, cualquier otro mantel, por bonito que sea, irá contra su deseo.

— Cuando nosotros intentamos alcanzar a Dios por nuestra propia justicia, cuando intentamos hacer las cosas a nuestra manera (v.3b):

  1. Estamos ignorando a Dios, “haciéndonos los locos” respecto a sus deseos, dejando de reconocer (darle su lugar de honor) el método de Dios, su justicia (v.3a).
  2. Estamos rebelándonos en contra de Dios, efectivamente mostrándole que no queremos someternos a sus caminos (v.3c).

— El método de Dios es distinto. El propósito de la ley y los mandamientos de Dios no es que nosotros intentemos construir nuestra propia justicia basándonos en ellos. El propósito de la ley es Cristo (v.4a): que podamos tener un parámetro para poder identificar la perfección de su justicia, la belleza de quién Él es. En la ley, Dios no se limita a resumirnos todo diciéndonos “Jesús es maravilloso”, sino que nos lo describe de tal manera que nosotros podamos ser maravillados. Es la diferencia entre decir “Ese paisaje era hermoso” y detallar el verdor de los árboles, lo alto de las montañas, lo limpio del río, lo amplio del valle, la vivacidad de sus flores.
De pasada, esta es una de las razones por las que a Dios le desagradan los mandamientos de hombres: distorsionan el cuadro que Él ha pintado de su carácter.

— Así, la forma en que nos acercamos a Dios es a través de la justicia de Dios (no la nuestra) que brilla en Jesús. Esta justicia no se obtiene haciendo las cosas a nuestra manera, sino confiando en la promesa de Dios (v.4b; cf. Romanos 4:23-25).

— Puede que, en este momento en nuestras vidas, nosotros no estemos cayendo en este error, sino que conozcamos a alguien así –legalista, auto-suficiente, que cree que puede ganarse el cielo. Una reacción de desdén, de “Gracias a Dios que yo no soy como él” o “Ese tipo de gente no tiene remedio”, es igual de pecaminosa: surge de un corazón que dice “Yo soy mejor que…”. Un corazón que ha probado la gracia de Dios en Cristo desea que ellos también sean salvos y se expresa en oración a Dios por ellos (v.1).

Preguntas de introspección: ¿Qué revela acerca de nuestro corazón cuando tenemos celo por las cosas de Dios, pero queremos hacerlo a nuestra manera? ¿A quién, realmente, estamos buscando agradar?

¿Qué pasos prácticos puedes implementar en tu vida para tratar de que todo lo que hagas por Dios realmente sea hecho reconociendo cómo Él quiere que lo hagas (cf. Romanos 14:23b)? ¿Cómo puedes asegurarte (en vida real) de que puedas apreciar todos los días, constantemente, la belleza de Jesús y su justicia?

¿Cómo se manifiesta tu rebeldía personal, natural contra Dios? ¿Tiendes a ser activamente rebelde o tiendes a no detenerte a considerar la voluntad de Dios? ¿De qué maneras puedes luchar contra tu tendencia natural?

¿Cuál es tu reacción cuando ves este pecado en otras personas, dentro y fuera de la iglesia? ¿Qué te revela esto acerca de cómo te ves a ti mismo? ¿Cómo puedes crecer en tu percepción de la gracia de Dios para contigo?

 

Historia sugerida: Alegoría del ladrón y salteador (Juan 9:35-10:18).

Romanos 5.6

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EL DIOS QUE ADORAMOS ES REFUGIO DE PAZ

Texto: Romanos 9:30-33

Idea central: Ser un vaso de misericordia no es algo que se gana. Recibir el regalo de la fe en Jesús es la marca distintiva de aquellos que han sido preparados de antemano para gloria.

Lecciones particulares: Si la soberanía de Dios es tan absoluta, ¿qué puedo yo hacer con mi vida? ¿Puedo yo ser uno de los vasos destinados a misericordia?

—  La posibilidad de estar entre los vasos de misericordia, de tener una buena relación con Dios y obtener su justicia, no está limitada a un grupo étnico-cultural (vv.24,30,31). Más aún, tampoco está limitada a los moralistas y religiosos (vv.31,32a).

—  La posibilidad de recibir la misericordia de Dios está abierta a todos nosotros, indistintamente, por medio de la fe, incluso si no la estamos buscando (v.30). También en esto brilla la gracia de Dios, en que su misericordia la otorga incluso a aquellos que ni siquiera la buscan.

—  Solamente existe una manera de establecer una relación con Dios: confiando en Jesús (v.33). Aquellos que confían en Él, no serán desamparados o avergonzados, sin importar quiénes sean o dónde hayan estado… Es su promesa eterna.

—  A la inversa, cuando intentamos ganarnos una relación con Dios o de obtener su justicia por nuestras propias fuerzas y méritos, fracasaremos; del mismo modo en que Israel fracasó (vv.31,32).

—  Así como la marca distintiva de haber confiado en Jesús es una vida que es cada vez más guiada por el Espíritu (cf. Romanos 8:1-8), la marca distintiva de ser un vaso de misericordia es que nuestra relación con Dios (nuestra justicia) no se basa en lo que hacemos, sino en haber recibido fe (cf. Efesios 2:8,9) para confiar en Jesús (vv.23,30-32)

Preguntas de introspección: ¿Entiendes las implicaciones del hecho de que Dios no hace acepción de personas? ¿En qué formas personales debe expresarse esto en tu vida, como hijo o hija de Dios? ¿Cuáles son las implicaciones de esto sobre tu motivación para vivir una vida moralmente justa? ¿Te das cuenta de que la misericordia de Dios es más gloriosa precisamente porque la distribuye sin hacer acepción de personas?

¿De qué formas prácticas mantienes el evangelio vivo en ti, fresco en tu memoria, todos los días? ¿Cómo mantienes una mentalidad y un modus vivendi de salvación por gracia y no por obras?

Historia sugerida: Historia de Felipe y el eunuco (Hechos 8:26-39).

Romanos 5.5

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EL DIOS QUE ADORAMOS ES FUEGO CONSUMIDOR

Texto: Romanos 9:22-29

Idea central: Los vasos de ira existen por la misma razón que los vasos de misericordia: para revelar las riquezas de quién Dios es. La gloria de Dios definitivamente incluye su amor, pero también su ira y poder.

Lecciones particulares: Pero, si Dios tiene un propósito definido para cada uno de nosotros, ¿por qué no destruye en el vientre a “los vasos de deshonra”? De hecho, ¿por qué permite que existan, pequen y se endurezcan, para luego destruirlos?

—  Dios tiene el derecho de decidir cómo maneja su providencia y cuándo aplica castigo, a pesar de que Él ya haya decidido el destino eterno de una persona (v.22)… Si Dios así lo quiere, ¿y qué? El hecho de que Dios espere para llevarlo a cabo no significa que Él haya cambiado de opinión a mitad de camino (v.22a).

—  La razón por la cual Dios creó personas destinadas para recibir ira y destrucción en el infierno es para que aquellos de quienes Él tiene misericordia (quienes Él seleccionó de antemano y consecuentemente llamó) conozcan quién Él es (v.23a). Las riquezas de la gloria de Dios incluyen las profundidades de su gracia y amor (cf. Efesios 1:6) y, también, los abismos de su ira y su poder (v.22a).

—  Aquellos de quienes Dios tiene misericordia no son exclusivos de una etnia. En particular, no pertenecen solamente a los judíos, sino que se extienden a lo largo de todo el mundo (vv.24b-26). De igual modo, los que han sido destinados para ira provienen de todas las etnias, incluyendo al mismo Israel (vv.27-29).

Preguntas de introspección: ¿Qué te ha revelado este estudio sobre tus prejuicios del carácter de Dios? ¿Tienes un punto de vista bíblicamente balanceado sobre el carácter de Dios o tiendes a verlo desde uno de los extremos (Dios es un viejo airado vs. Dios es un oso de peluche que no mata una mosca)?

¿Cómo te ayuda este tema a apreciar lo precioso de tu elección?

¿Qué pasos prácticos puedes llevar a cabo para aprender a atesorar a Dios por quien Él es, un Dios indomable? ¿En qué formas debe una correcta comprensión del carácter de Dios moldear la manera en que, como cristiano, llevas a cabo tu adoración a Dios y tu vida diaria?

Historia sugerida: Historia de Sodoma y Gomorra (Génesis 18:16-19:29; 2 Pedro 2:6; Judas 1:7).

 

Romanos 5.4

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LO QUE SIGNIFICA “SOBERANÍA”

Texto: Romanos 9:19-21

Idea central: Dios, el Creador, tiene derecho absoluto de disponer de sus criaturas como le plazca y no necesita ofrecer explicaciones: Él es Dios.

Si Dios decide de quién tener misericordia y a quién endurecer (v.18); si Dios es realmente Dios y, por tanto, su voluntad es ley absoluta (v.19b; cf. Dn. 4:35)… ¡¿Por qué, entonces, nosotros somos responsables?! ¡¿Por qué Él nos pide cuentas?! (v.19a)

Lecciones particulares:

— Precisamente porque Dios es Dios, Él tiene el derecho de decidir qué hacer con cada uno de nosotros, humanos (v.21). Él nos formó del barro (Génesis 2:7) y, como alfarero, tiene el derecho de decidir para qué destino nos forma.

— Esto implica que nosotros no tenemos derecho de reclamarle a Dios por sus decisiones en cuanto a nosotros (v.20b). Si Dios decidió crearme para salvarme y sensibilizarme a Él, o si me creó para endurecerme y entregarme al pecado, Él tiene el derecho de hacerlo y yo, como barro en sus manos, no tengo ni voz ni voto.

— Así, la pregunta original no tiene pies ni cabeza… ¿Quién te crees que puedes ponerte al
tú por tú con Dios? ¿Quién eres tú para detener a Dios y decirle “Qué te crees que haces”? (v.20a). En esencia, el problema no es si Dios puede o no destinarnos a este o aquel camino
y luego darnos este o aquel destino. En esencia, el problema está en si nuestro orgullo nos permite vernos a nosotros mismos como realmente somos, y ver a Dios como Él realmente es.

Preguntas de introspección:

Nuevamente, ¿en qué formas cultivas una respuesta piadosa en tu corazón a la soberanía de Dios? ¿Eres capaz de identificar qué experiencias y/o preconcepciones alimentan tus ideas de autonomía? ¿En qué o cuáles formas prácticas mortificas tu orgullo en el día a día? ¿En qué formas significa esto que debes elegir someterte a la sabia voluntad de Dios, en lugar de preferir tus propios caminos?

Más que aceptar el hecho de que Dios es soberano, ¿eres capaz de regocijarte y asombrarte frente a la inmensidad de Su trascendencia? ¿Cómo puede una mejor apreciación de la trascendencia de Dios ayudarte a adorarle mejor? ¿Cómo puede ayudarte a amarle y agradecerle más?

Historia sugerida: Historia de la Creación (Génesis 1:1-2:7).

Romanos 5.3

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BIBLIA 101: DIOS ES SOBERANO Y SU VOLUNTAD ES LEY

Texto: Romanos 9:14-18

Idea central: Dios tiene el derecho doble de decidir de quién tiene misericordia y de quién no: (1) nadie lo merece, y (2) es un regalo de su pertenencia. La forma en que Dios decide a quién salva y a quién no salva está diseñada para hacer brillar su gloria.

Lecciones particulares: Cuando Dios eligió a los suyos para salvación, lo único que tomó en cuenta fue su propia voluntad (vv.11,18). ¿Significa esto que Dios es injusto porque no toma nuestra opinión o nuestras obras en cuenta? ¿Significa que Él no es justo porque es arbitrario? (v.14a)

— ¡De ningún modo! (v.14b).
— Dios no es injusto porque no es un tema acerca de dar equitativamente a cada quien lo que merece, sino que es un tema de misericordia (vv.15,16,18). De entrada, todos hemos pecado (cf. Romanos 3:10-12) y, por tanto, ninguno merece el bien de parte de Dios (cf. Romanos 6:23). Todo el tema de la salvación ha sobrepasado el nivel de “simplemente justicia/equidad”… Si fuéramos a aplicar solamente justicia, la ira de Dios sería satisfecha en nosotros.

— Dios tiene el derecho de tener misericordia de quien Él quiera…Y Él ejerce ese derecho de acuerdo a su voluntad (vv.15,18). Si Él decide hacerle el bien a un grupo de personas que le han insultado, Él definitivamente tiene el derecho de elegir quiénes serán los recipientes. En cierto modo, esto puede compararse con el derecho que tenemos de elegir a qué mendigo dar limosna cuando caminamos en la calle.

— Dios no solo tiene el derecho de elegir de quién tiene misericordia…Él también tiene el derecho de elegir a quién Él endurece (vv.17,18). Ver nota más adelante (sorry por el largo).

— Todo esto significa que la decisión de quién será salvo no depende de si una persona
quiere ser salva o de los esfuerzos que pudiera hacer, sino pura y exclusivamente de la decisión de Dios de quién tiene misericordia (vv.16,18). Esto le sale al frente a ideas como el arminianismo, que sugieren que la libre decisión humana es pivotal para la salvación.

— Dios dirige toda su providencia (v.17a) y, en particular, decide de quién tener misericordia y a quién endurecer por una sencilla razón: para que su gloria y poder sean evidentes para todo el que observe (v.17b,c; cf. Éxodo 10:1; 11:9; Efesios 1:6).

Nota:
El tema de cómo sucede este endurecimiento es complejo y levanta muchas preguntas; en adición, es controversial y no es directamente tratado aquí, no creo que éste sea el lugar para una discusión amplia. Es importante notar la relación entre nuestra responsabilidad y la soberanía de Dios. El relato que se alude en el texto (v.17) es más ampliamente narrado en el Antiguo Testamento (Éxodo 3-14). En varias ocasiones se nos dice que Faraón endureció su propio corazón (Éxodo 7:13,14,22; 8:15,32; 9:7,35; 10:3; 13:15) y, al mismo tiempo, Dios dice que Él fue quien endureció el corazón de Faraón (Éxodo 4:21; 7:3; 9:12; 10:1,20,27; 11:10; 14:4,8,17).

Hay una serie de principios que deben tenerse en mente. En primer lugar, no hay pecado en Dios (Isaías 6:1-4; 1 Juan 3:3,5; 5:15; Santiago 1:17) y Él no tienta a nadie (Santiago 1:13,14). En segundo lugar, la soberanía de Dios no anula nuestra responsabilidad y cada uno de nosotros cosechará el fruto de su pecado y endurecimiento (Ezequiel 18:20). Por qué nosotros somos responsables a pesar de Dios ser soberano es el tema que se considerará en la siguiente lección (vv.19-26).

En cuanto a cómo sucede el proceso del endurecimiento, mi convicción personal -en breve- es la siguiente sin ánimo de ser dogmático. En primer lugar, este endurecimiento solo sucede en personas no regeneradas (Romanos 8:29,30; Filipenses 1:6); si alguien es endurecido es porque nunca conoció a Dios (Mateo 7:15-23; Hechos 13:15-17). Luego, el proceso es que esta persona es expuesta a la realidad de quién es Dios (Mateo 12:22-24), pero, en lugar de ser avivada por el Espíritu de Dios, Dios no interviene, sino que permite que siga sus propias inclinaciones pecaminosas (Isaías 6:8-10; Mateo 12:25-32; Romanos 1:18-23; Hechos 6:4-8). A medida que este proceso se repite una y otra vez, la persona desciende en una espiral de cada vez mayor esclavitud interna al pecado, lo cual se refleja en mayor gobierno del pecado en su vida diaria (Romanos 1:24-32; Santiago 1:15); esto puede reflejarse como desenfreno, pero también puede ser más sutil, mostrándose en diferentes formas de orgullo. Entiendo que, ya que la consciencia está más despierta inicialmente y las ataduras del pecado son menores, Dios considera que esas decisiones iniciales confieren al hombre mayor responsabilidad que las últimas. Esta opinión surge de la observación de que, en el caso de Faraón, el “endurecimiento del corazón” es atribuido a Faraón con mayor frecuencia al inicio del proceso (7 atribuciones en Éxodo 7-9 y solo 2 en Éxodo 10-14), mientras que es atribuido a Dios con mayor frecuencia al final del proceso (solo 3 atribuciones en Éxodo 4-9 y 7 en Éxodo 10-14).

Eventualmente (y el periodo de tiempo no está definido, sino que depende de la voluntad de Dios), esta persona alcanza un punto de no retorno, en el que ha rechazado a Dios con suficiente intensidad como para que (desde el punto de vista humano) Él decida que definitivamente no hará esfuerzos por reavivar esta persona, sino que la entregará a los deseos que ella tanta prioridad le dio (Deuteronomio 29:18-21; Mateo 12:30-33; Marcos 3:28,29; Lucas 11:24-26; Hechos 6:4-8; 12:15-17; 1 Juan 5:16). Desde el punto de vista divino, a quiénes Dios mostraría inmerecida misericordia y a quiénes no lo haría fue decidido por Él en el “puro afecto de su voluntad”, desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4-6; Romanos 9:22,23).

Preguntas de introspección:

¿Quién reina, realmente, en tu corazón? ¿Has considerado las implicaciones de lo que significa que Dios existe? ¿Recuerdas el testimonio de la Creación (Romanos 1:20) sobre la realidad del Dios Creador? ¿Aprecias las implicaciones de la infinita distancia entre el Creador y nosotros, criaturas?

¿Cómo lidias con la rebeldía natural que se levanta en tu corazón al ver temas como este? ¿A qué respuestas bíblicas debiera llevarte esta realidad en tu corazón? ¿En qué manera nos ayuda esto a tener una relación con Dios más bíblica?

¿En qué formas afecta esto tu vida diaria, tanto a nivel vertical como horizontal? ¿Qué te dice esto acerca de la importancia objetiva (recuerda, lo que define lo objetivo es la opinión de Dios) de la gloria de Dios? ¿Cómo moldea esto la forma en que oímos frases como “fuimos creados para la gloria de Dios”, debemos “vivir para la gloria de Dios”?

Historia sugerida: Parábola de los obreros de la viña (Mateo 20:1-15).

Romanos 5.2

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LA SALVACION ES DEL SEñOR

Texto: Romanos 9:6-13

Idea central: Pertenecer al pueblo de Dios y ser hijos de Dios no depende ni está influenciado por ningún factor humano, sino que su decisión es arbitraria, eligiendo según Él quiere elegir.

Lecciones particulares:

Una persona podría recibir todas las bendiciones que, humanamente, le harían del pueblo de Dios (vv.4,5). Sin embargo, esa persona podría -de todos modos- continuar en su pecado, apartado de Dios (vv.1-3). ¿Significa esto que Dios no pudo salvarlos? ¿Significa que Dios mintió?

— No, esto no significa que Dios no haya podido cumplir su promesa o que haya mentido (v.6a).

— El hecho de que, humanamente, una persona sea parte de un grupo social no significa que espiritualmente lo sea. Esta ha sido la realidad divina desde siempre: desde el principio, lo que hacía a un israelita parte del pueblo de Dios no era su linaje (vv.6b,7a,8a).
— Lo que hace que una persona sea hijo de Dios, que espiritualmente sea parte del pueblo de Dios, es que Dios lo considere como parte de la promesa (vv.7b,8b). Esta siempre fue la manera en que Dios manejó al pueblo de Israel:

  •   Cuando Dios habló con Abraham, Él no eligió a sus hijos (Ismael e Isaac) por el mero hecho de que eran sus hijos, sino que dio una promesa a Abraham (v.9) y le informó de su elección (v.7b).
  •  Cuando Isaac tuvo mellizos (v.10), Esaú y Jacob, Dios tomó su decisión y les informó de su elección (vv.12,13). De hecho, Dios hizo esto antes de que los niños nacieran, antes de que hicieran el bien o el mal, para hacer completa e innegablemente evidente cómo Él elige a los suyos (v.11a,b): Dios no elige por méritos u obras humanas… Dios elige según su propia voluntad (v.11c).

Preguntas de introspección: ¿Qué pensamiento viene a tu mente acerca de Dios cuando piensas en tus seres queridos que no se han convertido? ¿Eres honesto contigo mismo acerca de qué piensas y sientes sobre Dios cuando entiendes que has hecho “todo lo que se supone que hagas” y no ves los resultados que esperas?

¿Qué consuelo puedes obtener cuando consideras la inmutabilidad de Dios, incluso en la forma en la que Él salva? ¿En qué pones tu esperanza al buscar la salvación de otros? ¿En qué pones tu esperanza sobre tu propia salvación? ¿Cómo puede la frase “No es por obras, sino por gracia” ayudarte a amar más la frase “No es por obras, sino por cómo a Dios le dé la (santísima) gana”?

Historia sugerida: Historia del momento en que Job creyó que podía reclamarle a Dios (Job 31, 38-41).

Romanos 5.1

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NO HAY QUIEN DETENGA SU MANO

Texto: Romanos 9:1-5

Idea central: Nuestro amor por Cristo, en ocasiones, podrá separarnos de personas a las que les tenemos cariño. En estos momentos, una reacción bíblica es continuar amándoles, siendo fieles a Jesús, y confiando en la soberanía de Dios.

 

Lecciones particulares: Estamos inseparablemente unidos al amor de Cristo; nada ni nadie podrá separarnos. Pero, ¿no me separa este amor de mucha gente querida? ¿Cómo me relaciono con mi familia y amigos que no aman a Dios como yo?

—  Continúa amándoles. Como Pablo (v.2), aunque te deseen el mal, te hieran y se separen de ti, no cultives rencor en tu corazón, sino amor y cariño.

—  Sé fiel a tu Señor que te rescató. No cedas a la tentación de querer vivir entre dos tierras, con un pie en Cristo y otro en el mundo. Si realmente les amas, como Pablo (v.3), haz todo cuanto esté en tu mano para que ellos lleguen a conocer el amor de Jesús como tú lo has conocido (cf. 1 Corintios 9:19-23).

—  Reconoce y acepta la realidad de tus sentimientos. El amor duele, especialmente cuando ves el sufrimiento y la maldición de aquellos a quienes amas. Como Pablo (vv.1,2), no te cauterices, no pretendas que todo está bien: encuéntrate cara a cara con tu dolor, incluso si fuere constante todos los días de tu vida, sabiendo que tienes al Señor contigo.

—  No permitas que tus sentimientos (en particular, tu tristeza) definan tu vida. Nota que, aunque Pablo no ignoraba sus sentimientos ni pretendía ser de piedra (cf. Hechos 20:36-38), la vida de Pablo estaba tan definida por su amor a Cristo que un observador externo fácilmente hubiera concluido que él no tenía penas ni dolor. Nota su elección de palabras (vv.1,2): ¡él tuvo que poner a Dios de testigo dos veces para convencer a sus lectores de que realmente tenía ese dolor en su corazón! En otras palabras, su tristeza y dolor no definían cómo él se comportaba, cómo el hablaba; no definían sus expresiones faciales; no definían sus decisiones; no definían sus acciones… Él estaba definido por algo mucho más grande

—  Aprecia la soberanía de Dios. Puede ser que esa persona por la que sufres haya tenido todas las bendiciones posibles para (humanamente hablando) asegurar la salvación (vv.4,5), pero recuerda que esto no es lo que define tu salvación (cf. v.16). Estar en medio del pueblo de Dios, con el que Él hizo sus pactos y al que le dio sus promesas; poder ver y vivir a la sombra de la gloria de Dios; conocer los mandamientos y la voluntad revelada de Dios; cantar sus canciones y participar en su adoración (vv.4,5)… Todas estas bendiciones son enormes, pero ellas no dan salvación.

Preguntas de introspección: ¿Qué pensamientos permites que sean los más frecuentes cuando piensas en esas personas que antes te buscaban y que “te sacaron los pies” cuando viniste a Cristo? ¿De qué maneras prácticas alimentas tu amor por ellos, sabiendo que tú tampoco te ganaste el amor de Dios?

¿En qué formas eres fiel a Dios en la relación que mantienes con las personas que amas y que no sirven a Jesús? ¿En qué áreas debes trabajar o, de plano, cambiar completamente en tu relación con esas personas? ¿Cuál es tu estrategia para lograr que ellos vean el amor de Dios y no solo escuchen de él?

 

¿Cuál es tu relación con tus sentimientos? ¿Les temes? ¿Les huyes? ¿Los ignoras? ¿Te gobiernan? ¿En qué forma el amor de Dios te capacita para tratar con sentimientos fuertes (como tristeza, ira, culpa…)? ¿Cómo puedes cultivar un estado de mente en el que lo que te gobierne no sean tus sentimientos?

¿Dónde está tu confianza cuando tratas de que tu familia y amigos conozcan a Dios? ¿En qué confías cuando crías a tus hijos, esperando que algún día sean salvos? ¿Cómo eso afecta la forma en que evangelizas?

Historia sugerida: Historia de la muerte de Esteban (Hechos 6:8-15; 7:48-60).

Romanos 4.20

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NI LA MUERTE, NI LA VIDA… NI LO PRESENTE, NI LO POR VENIR…

Texto: Romanos 8:31-19

Idea central: Saber que Dios nos ama y que obra todas las cosas para nuestro bien, según su propósito, es una verdad liberadora, pues nos permite estar confiados en que Dios nos ama en todo momento.

Lecciones particulares: Si amo a Dios, si esto me define, todo coopera para mi bien y puedo estar seguro de que Dios completará la obra que comenzó (cf. Filipenses 1:6). ¿Cómo esto cambia mi vida? ¿Qué efecto tiene en mí?

  1. Puedes estar seguro de que nada ni nadie tiene el poder para interferir con tu bien, sin importar lo negras que se vean las circunstancias (v.31). Dios es quien pelea por ti y Él está profundamente comprometido a hacer lo que haga falta para llevar a cabo su propósito (hacerte conforme a la imagen de su Hijo –v.29a) en ti (v.32).
  2. Puedes estar seguro de que nadie puede levantar un cargo contra ti que haga que Dios cambie de opinión respecto a haberte escogido (v.33). Él fue quien te escogió y Él es quien te ha lavado de toda culpa, de acuerdo a su elección.
  1. Puedes estar seguro de que nadie podrá condenarte al infierno por los pecados que hayas cometido (v.34). Jesús murió y pagó por todo el mal en tu vida. Su sacrificio fue aceptado y Él resucitó y está elevado por sobre todas las cosas junto a Dios (cf. Filipenses 1:9-11). Y Él, también, intercede por ti delante de Dios, animándole a seguir consumando su propósito para contigo.
  2. Finalmente, puedes estar seguro de que vendrán problemas, tribulaciones, hambre, carencias, peligro, traiciones, muerte… pero nada, absolutamente nada, podrá separarte del amor de Dios en Cristo Jesús, tu Señor (vv.35-39).

Ser hijo de Dios define tu vida aquí porque te da la certeza de que, en todo lo que te sucede, Dios está en control, obrando todo de acuerdo a su infinita sabiduría, según su propósito para ti. Así, puedes disfrutar todo lo agradable de tu vida, sabiendo que es regalo de tu Padre que te ama. Además, puedes enfrentar todo lo desagradable de tu vida con valor, sabiendo que serás vencedor en medio del dolor, pues estas cosas también son regalo de tu Padre que te ama.

Preguntas de introspección: ¿Qué cosas o personas ves en tu mente como obstáculos para el propósito de Dios en tu vida? ¿Qué razones vienen a tu mente cuando piensas que es imposible que Dios siga queriendo tener una relación contigo?

¿Qué hay en tu pasado que crees que pueda interferir con la intención de Dios de hacerte miembro de su familia? ¿Qué sucede en tu vida que ves como una evidencia de que Dios ha dejado de amarte? ¿Cuál es la razón por la que estas cosas te impiden confiar en el amor de Dios? ¿Es posible que estés valorando algo tanto que eso sea lo que define tu relación con Dios? De nuevo, ¿cómo defines lo que es “bueno” para ti? (¡Pon el pasado en su lugar!)

¿De qué formas prácticas puedes mantener fresco en ti el hecho de que Dios entregó lo más valioso para Él con el fin de llevar a cabo su propósito para tu bien, de manera que puedas confiar en que Él no se volverá atrás de hacerte el bien? ¿De qué formas prácticas puedes recordar que Dios te escogió conociéndote perfectamente, y de que te ha lavado y hecho justo?

¿De qué formas prácticas puedes hacer real la experiencia de la consumación de tu pecado en la cruz, de modo que puedas caminar en libertad, sin importar lo que hayas hecho? ¿De qué manera puedes aprender a ver todo, absolutamente todo, lo que te sucede como la consecuencia del amor de Dios por ti, de modo que puedas estar gozoso y agradecido por todo lo que venga a tu vida (cf. Santiago 1:2)?

Historia sugerida: Historia del horno ardiente y los tres amigos de Dios (Daniel 3, esp. vv.13-25,28).

Romanos 4.19

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TODAS LAS COSAS COOPERAN PARA BIEN

Texto: Romanos 8:28-30

Idea central: Aquellos que aman a Dios pueden estar seguros de que todo es para su bien porque Dios tiene el propósito inmutable de moldearlos a imagen de su Hijo e integrarlos a su familia.

Lecciones particulares: Los sufrimientos que tengamos en esta vida no se comparan con las glorias por venir (v.18), por lo que podemos esperar con paciencia (v.25), ayudados por las oraciones del Espíritu (vv.26,27).

— Por tanto, si lo que nos caracteriza es nuestro amor por Dios, todas las cosas, sea que nos gusten o no nos gusten, son una pieza más en el rompecabezas de nuestro bien (v.28a).

¿Por qué importa tanto si amo o no amo a Dios?

—  Porque los que son definidos por su amor a Dios son los que han sido llamados de acuerdo al propósito de Dios (v.28b).

—  En otras palabras, el signo –la evidencia– de que realmente hemos sido llamados según el propósito de Dios es que amamos a Dios (1 Juan 3:18). ¡No puedes tener la esperanza de que “es para tu bien” si no tienes la característica de que amas a Dios! (Juan 14:21).

 

Ahora, ¿qué me asegura de que el propósito de Dios realmente coopera para mi bien? ¿Cómo sé que si Dios me llama y le sigo realmente es para mi bien?

  1. Dios no llama al azar: Él llama a aquellos que conoció, y apreció, y amó desde antes (vv.29a,30a). Si Dios te llama es porque Él te ama a ti, personalmente, inequívocamente.
  2. El propósito que Dios tiene para aquellos que llama es moldearlos a imagen de su Hijo perfecto, su Hijo amado, para integrarlos a su familia (v.29b). Todas las cosas cooperan para tu bien porque todas las cosas sirven para hacerte perfecto [maduro] y para hacerte un miembro digno de la familia de Dios.
  3. Dios no se olvida ni deja proyectos por mitad: Él te conoció de antemano -> Él hizo un plan y propósito -> Él te llamó  -> Él sacrificó a Jesús y pagó por tus pecados -> Él te dio a su Espíritu, poniendo así la semilla de gloria en ti (v.23a) y asegurando esa realidad futura (vv.16,17). Todo es para tu bien siempre porque es imposible que Dios haya decidido dejar de cumplir su propósito en ti.

Preguntas de introspección: ¿Cómo define Jesús el amor a Dios? (Juan 14:21; 1 Juan 3:18) ¿Es tu vida un mantel de amor a Dios manchado con pecado, o es un mantel de pecado manchado con lo que simula ser amor a Dios? ¿Es tu vida diaria, en la práctica, caracterizada por una vida de sumisión al Espíritu de Dios (i.e. por amor a Dios)? ¿Qué tan bíblico es decir “Es para tu bien” o “Todo pasa por una (buena) razón” sin tomar en cuenta la característica principal de una vida?

¿Cuál es tu definición de “bien”? ¿Te das cuenta que muchas veces igualamos “me gusta” o “no me gusta” al nivel de “objetivamente bueno” o es “objetivamente malo”? ¿Qué revela acerca de cómo te ves a ti mismo el hecho de que definas “bien” en función de tus gustos? ¿Quién es, realmente, tu “Dios”? ¿Por qué es más deseable ser moldeado a la imagen de Jesús que vivir una vida cómoda? ¿Por qué es más deseable ser de la familia de Dios que obtener todo lo que deseamos aquí?

¿En qué maneras puedes usar los tres argumentos arriba expuestos para traer paz a tu corazón (y los de otros) cuando parece que Dios no te ama, que se ha equivocado, o que se ha olvidado de ti?

Historia sugerida: Historia de la vida de Sansón y cómo no aprendió a depender de Dios sino hasta que llegó el sufrimiento a su vida (Jueces 13-16, esp. 16:28).